Tenemos la capacidad de atención de una hormiga. Nuestra conducta en las redes sociales, especialmente si las chequeamos desde el teléfono, es mover el dedo índice con frenesí, en forma vertical, buscando el próximo estímulo pasajero. A veces el dedo índice se mueve en forma horizontal, pero no estamos aquí para hablar de Tinder.

Tan rápido juzgamos lo siguiente que el algoritmo de Facebook o Instagram nos ofrece, que ahora los tráilers de películas tienen un minitráiler al comienzo, un video de tres o cuatro segundos que parece rogarnos “¡esperá! Si me bancás dos minutitos y medio, podés ver cosas como estas”.

Sin embargo, todavía existen personas que miran en sus celulares videos de cinco minutos de duración, con tantas otras cosas que hay para seguir ignorando. Un ejemplo de contenido que vive y lucha, contenido que se comparte, contenido que se viraliza (¡viralización, la Tierra Prometida!) son los videos de Guillermo Aquino.

Aquino comenzó a ser una cara apenas conocida en el lejano y ajeno 2012, cuando en Duro de domar era Paco Cambiasso, el hombre que se transformaba en famosos. Pero fue en 2017, en el programa La hormiga imperial de Roberto Pettinato, cuando llegó al formato en el que se sintió más cómodo: el viejo y querido sketch. Terminó siendo más grande que los programas en los que estaba (como TVR o Sobredosis de TV), gracias a la cobertura que ofrece internet.

Existen grandes chances de que te haya llegado el link (o el video completo, a través de Whatsapp) de algunos de sus sketches más populares. Como aquellos que muestran conversaciones con la novia, interpretada casi siempre por Lucía Iacono. En uno de los videos, ella le cuenta que encontró la vocación de su vida: hacer stand up. En otra ocasión resulta ser una nazi.

Novia nazi

En una Argentina en donde la coyuntura económica politizó los discursos, Aquino encontró el éxito en piezas que abordaban los temas del momento. Durante el Mundial de Rusia se viralizó el sketch en el que se quejaba de la suba de las tarifas, mientras sus amigos solamente estaban preocupados por la salud de los jugadores de la selección.

A fin de 2018 explotó “Principio de año vs. Fin de año”, en el que el Aquino de diciembre se comunicaba telefónicamente con el Aquino de enero para anticiparle que aquel sería el peor año de su vida. “Viví ahora, este es tu momento: el dólar se va a 40 y se va todo a la mierda. Comé asado, abusá de la canasta básica, viajá en transporte público todo lo que puedas”, le advierte.

Este año ya la pegó en varias ocasiones. Si hasta la ex presidenta Cristina Fernández recomendó uno de sus videos. En “Palermo News (Malas noticias)” aborda la manipulación de hechos terribles en la vecina orilla y cómo parte de la prensa los muestra desde otro lugar. Como el aumento del índice de indigencia, que se transforma en “La decencia de los que buscan entre la basura” (titular real de Clarín). El video había sido subido originalmente por Mundo TKM y bajado poco después, lo que solamente hizo que más personas lo vieran.

En marzo llegó “Amigos vs. Trabajo”, donde critica con su ácido estilo la precarización laboral. En una entrevista de trabajo a la que acuden varios amigos, golpeados por la actualidad, el personaje de Aquino grita: “¡Nos estamos pisando las cabezas por nada!”, mientras los demás intercambian productos para subsistir.

En sus últimos videos, disponibles en Youtube, Instagram y Facebook, parodia las deconstrucciones demasiado rápidas de algunos hombres (“Novio deconstruido”), las formas de discutir la inseguridad a ambos lados de la famosa grieta (“Palermo inseguridad”) y la necesidad de achicar los gastos que obliga a salir con amigos que gasten menos (“Amigo segunda marca”).

Amigo segunda marca

Algunos elementos de los sketches pueden espantar al espectador, más allá de la crítica política. El primer minuto suele carretear hacia una idea que ya conocemos por ser el título del video o el texto que aparece arriba y abajo en forma de molestas barras. Y la edición apunta cada vez más a la superposición de los diálogos, como si el silencio de un par de milisegundos fuera mala palabra. Pero Aquino y su equipo saben qué tipo de humor les sale bien, y desde esa zona de confort se dedican a entretener y (a veces) incomodar un poquito. Eso sí, nunca más de cuatro o cinco minutos por vez.