Comienza una nueva fiesta, un encuentro de cuerpos vivos y en movimiento: el encantamiento del Ballet Nacional del Sodre (BNS) y sus intérpretes, siempre yendo más allá de lo pensado, vuelve a acaparar la atención. Igor Yebra, director del BNS, cree que las compañías deben abarcar todo el repertorio que les sea posible, con su base principal en el ballet clásico. Y, a partir de ahí, ir hacia lo más contemporáneo y actual que esos bailarines puedan ejercer, con “la dificultad que implica estar en un país y frente a un público que no está educado para ver ese tipo de repertorio más contemporáneo”.
Después de haber montado El Quijote del Plata, y mientras proyectaba La tregua (a estrenar en 2020, cuando se cumpla el centenario de nacimiento de Mario Benedetti), Yebra escuchó que llegaría una gran exposición de Pablo Picasso al Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV). Allí surgió el germen inicial de Noche francesa, la obra que será la encargada del cierre de esta exposición (y el prólogo del Festival Internacional de Artes Escénicas, que comenzará el 13 de agosto, con Francia como país invitado).
El mecanismo es “escenificar pinturas”; en este caso, los monocromáticos que proyectó para Suite en blanc, de Serge Lifar (centrada en el virtuosismo técnico de la danza neoclásica) y los coloridos vestuarios que Picasso diseñó para el ballet El sombrero de tres picos, del legendario Léonide Massine, que homenajea a la diversidad hispana y presenta una sátira política que reivindica la manifestación popular a través de una serie de enredos amorosos entre un molinero, su pareja y un corregidor, ambientada en la España del siglo XVIII.
El sombrero de tres picos
Muchos recuerdan cuando, en 1943, Albert Camus dirigió un semimontaje con un elenco ilustre, en el que despuntaban Simone de Beauvoir, Jean Paul Sartre y Raymond Queneau. La obra, escrita por Picasso, se llamó El deseo atrapado por la cola, que, hasta ahora, es la única publicada y traducida al español. Así, el artista malagueño se vinculó con el mundo del teatro y la danza, y sus decorados, telones, vestuarios y textos dramáticos fueron nuevas formas de resistencia a la ocupación nazi.
Como ya se ha contado tantas veces, en 1915, cuando Picasso conoció a Jean Cocteau, el dramaturgo lo estimuló a que diseñara el decorado para la mítica compañía de los ballets rusos dirigida por un visionario empresario: Serguéi Diáguilev. El proyecto se concretó en 1917 con un ballet rupturista, Parade.
Dos años después, El sombrero de tres picos se convirtió en una muestra más de la versatilidad de Picasso: esta puesta vanguardista articulada por su plástica audaz contó con la coreografía del maestro Léonide Massine y música de Manuel de Falla, uno de los compositores españoles más importantes del siglo XX. Los críticos reconocen que, en estas piezas y montajes para los ballets rusos, Picasso demostró su constante experimentación plástica y técnica, sus indagaciones del espacio, así como también la perspectiva y el movimiento de los cuerpos.
Esta reposición, que contará con la coreografía de Massine, estará bajo la dirección de Lorca Massine (Nueva York, 1944), ex bailarín, coreógrafo e hijo del legendario Léonide Massine. Así, el BNS montará esta esperada obra que Massine creó a sus 24 años, inaugurando –como planteó más de una vez Lorca– un lenguaje de movimiento por encima del vestuario, y proponiendo la primera puesta “clásico-étnica” del siglo XX.
Suite en blanc
En 1943, se estrenó un verdadero desafío de virtuosismo técnico: Suite en blanc, del bailarín, coreógrafo y pedagogo ucraniano Serge Lifar, que en los años 20 fue el primer bailarín de los ballets rusos de Diaghilev, y del Ballet de la Ópera de París. Con el tiempo, se lo consideró un modernizador del ballet francés, logrando “amplificar las dimensiones” del estilo académico, y, a nivel personal, lo persiguió una serie de repetidas anécdotas (como cuando se abalanzó dentro de la sepultura de Diaghilev, durante su entierro) y sucesos (fue acusado de colaboracionista durante la II Guerra Mundial). Para esta versión, el BNS convocó al francés Charles Jude (ex estrella de la ópera de París y director artístico por más de 20 años de la ópera de Burdeos), que fue un destacado intérprete de La siesta de un fauno, la coreografía más famosa de Vaslav Nijinski.
De esta manera, el BNS vuelve a marcar tendencia, confirmando la constante actualidad de Picasso desde su rasgo menos difundido, y desde el que también continuó pensando en imágenes, cambiando para siempre la historia del arte.
La Noche francesa reúne a Suite en Blanc, de Serge Lifar, a cargo de Charles Jude, y, luego de un entreacto, a El sombrero de tres picos, de Léonide Massine, bajo la dirección de Lorca Massine. Las funciones irán hasta el 29 de junio, con precios que van de $ 60 a $ 950: martes a viernes, a las 20.00; domingo, 17.00 (por el paro general del martes 25, la función de ese día se trasladó para mañana a las 20.00); sábado 29 doble función, a las 17.00 y las 20.00.