Tiempo después de editar su primer DVD en vivo, Muerto pero vivo, en 2015, la banda de rock mestizo Cuatro Pesos de Propina vivió algunas turbulencias, y su cantante y principal compositor, Diego Rossberg, se fue del grupo para emprender un camino como solista. Luego de la duda existencial inherente a una ruptura, la banda se reformuló y siguió con nuevos bríos, que se materializaron en La llama, su cuarto disco de estudio, recién salido. El flamante álbum será presentado hoy a las 21.00 en Sala del Museo (Rambla 25 de Agosto y Maciel), con entradas en Abitab a $ 460 y $ 660 (con disco incluido). Por tal motivo, conversamos con dos músicos de la banda: Rodrigo Baleato, saxofonista, y Rodrigo Calzada, bajista y coproductor de La llama.
Este es el primer disco que sacan luego de que Diego Rossberg se fue de la banda. ¿Qué diferencias hubo a la hora de componer?
Rodrigo Baleato (RB): Las diferencias fueron grandes. El proceso creativo previo a que se fuera Diego venía mucho del motor de él. Traía muchos temas desde la guitarra, y después el trabajo era de arreglos. En este caso, lo que cambió fue la posibilidad de componer desde cero. Se abrió una puerta que nos resultó súper interesante, un gran y lindo desafío de enfocar los temas desde cero. En eso estuvimos un año. Nos planteamos el desafío de hacer 100 temas, pero no llegamos a tantos.
Rodrigo Calzada (RC): En el estudio trabajamos 30, y ahí fuimos reduciendo hasta llegar a los 13 del disco.
O sea que pasaron de tener una cabeza compositiva principal a varias. ¿Eso dio otros resultados?
RB: El desafío era componer cosas que tuvieran que ver con Cuatro Pesos, que pudieran ser dichas desde la banda y que no se escaparan de esa atmósfera. Si bien hay cambios, porque los enfoques son distintos, el objetivo era seguir siendo la banda. Entonces, trabajamos por separado. Fuimos varios los que hicimos composiciones para este disco, y nos sentimos muy bien. Hubo diferencias, pero nosotros hemos tenido muchas cosas para decir durante todo este tiempo. De hecho, la composición antes estaba muy trabajada entre todos, qué decir o qué no decir era una elección de la banda.
RC: El filtro es el mismo, eso es lo que no cambió. Siempre fue Cuatro Pesos, compusiese Diego, [Gastón] Pepe o quien fuera. Nos sentábamos todos y cuestionábamos las letras, los acordes, y trabajábamos los ritmos. Eso hace que tenga la identidad, sea quien sea el que componga.
En cuanto a las voces principales también hay un cambio, hay varias. ¿Cómo lo manejaron?
RC: En vivo ya veníamos trabajando las voces en grupo, pese a que era clara la voz de Diego, súper identificable, y eso nos dio una libertad escénica. Nos encontramos todos en un lugar más grupal y más llano en el escenario.
Titularon La llama al disco por la canción homónima que incluyeron, que es bastante optimista y esperanzadora. ¿Esa les perece la esencia de la banda?
RC: Sin duda, y es el concepto del disco. Más allá del tema, manejábamos el concepto de la llama. Estuvimos buscando otros nombres, fuimos para un lado y para el otro, pero el concepto que queríamos marcar era ese, de buscar lo esencial de cada uno y el fuego como lugar de encuentro. A partir de eso fuimos viendo títulos y terminamos dando con el nombre del tema, que sí, es optimista y esperanzador, que de eso la banda tiene mucho.
Pero está pegado a un tema como “Umpa”, que es todo lo contrario.
RB: Porque en la banda siempre existió la cuota de crítica a la realidad. De hecho, el primer disco tenía esencialmente eso, era súper combativo y por algo le pusimos Se está complicando [2007]. En esa época encontrábamos un contexto bastante adverso, y en el álbum nuevo también hay este tipo de cosas. Si bien la idiosincrasia de repente cambia un poco y el perfil esperanzador aparece más fuerte, también está la crítica hacia las cosas que están pasando, que siempre fue parte de la esencia de la banda.
RC: No se contradice la esperanza con ser crítico o ser realista, pueden convivir las dos cosas.
Parte de la letra de “Umpa” dice: “Ya hipotecaron la libertad, ya se hicieron tratados de desigualdad”. ¿A qué se refieren específicamente?
RB: La desigualdad la vemos todos los días, es bastante claro eso. Gente que está pasando muy mal en este país y en la región. Hace poco visitamos Brasil y en Porto Alegre nos encontramos, sin parar, con gente viviendo en la calle. El hombre se ahoga en su propio escombro. Tenemos destellos de brillantez, pero la cosa está bastante jodida para muchos.
Ese tema tiene algo medio electrodiscotequero, modernoso, que no habían experimentado mucho en discos anteriores.
RC: Siempre trabajamos con teclas, pero en Surcando [2013], en el que estuvo Francisco Fattoruso como productor, él volcó toda una cuota electrónica en nuestra música que estuvo buenísima y le dio un tinte divino a ese disco. Aparte, nosotros también fuimos evolucionando individualmente y conociendo nuevas músicas, como el dubstep y el drum and bass, que son de las cosas que más han aparecido en la banda. Desde el último álbum hasta ahora nos pasó de ir a Berlín, por ejemplo, y conocer lugares y músicas nuevas, que conocimos por escucharlas pero también por vivirlas. Todo eso nos repercute y todas esas vivencias musicales están claras en el disco.
RB: Ahora fuimos a un festival muy interesante en el que tocaron Ney Matogrosso y Elza Soares, que trabajó con dos productores de San Pablo, con una impronta muy moderna y tintes electro. Lograron fusionar a una cantante que tiene una raíz folclórica y afrobrasileña increíble con música moderna, y llegaron a un lugar súper interesante. El show es impresionante. Ella está, con 90 años, sentada en una silla, cantando, y a su vez todo el público explota bailando como si hubiera un DJ.
RC: Es un espectáculo que se llama Elza y la máquina, que es ella con un DJ, como si fuera algo súper moderno de ahora. Te choca y te influye, sin duda, inconscientemente, en la música y en cómo trabajás.
¿Cómo se recibe la música de Cuatro Pesos en los distintos lugares en los que tocaron fuera del país?
RB: Hay una respuesta que tiene como una misma raíz, de buena onda y de disfrute sano. Eso nos pasó en todos los lugares y acá también. Puede haber un montón de gente y está siempre todo bien, nunca hay un problema, ni en la banda ni en el público. Tampoco lo hubo en otros lugares, y la respuesta es súper buena, de entendimiento y comprensión, más allá de la barrera idiomática. Está todo bien y el objetivo es estar disfrutando y conectando. Somos muy permeables como banda a lo que nos devuelve el público, nos afecta mucho el resultado, y por lo general termina pasando eso, que hay buena onda.
En el disco nuevo hay varios invitados. Uno de los más destacables es Dino.
RB: Quizás como contrapartida de “Umpa”, fuimos hacia una raíz en la que tampoco habíamos estado nunca, porque en ningún disco de Cuatro Pesos hay una milonga. Este tema nos despertó la voz de Dino. Fue un encuentro brutal.
RC: Cuando llegó al estudio fue increíble, la clavó en el ángulo. No había escuchado mucho la canción, la trabajó dos segundos y le puso una impronta que al escucharla nos emocionó. Dino es como el Bob Dylan uruguayo, desde Los Moonlights hasta toda su etapa solista. La voz de él con la milonga fue muy fuerte.
Como tantas bandas que hacen fusión, ¿tienen a Mano Negra como una influencia primordial?
RC: Sin dudas, indirectamente. Porque fue Mano Negra la que impulsó la música fusión latinoamericana, y con los años eso ya se puede ver. Desde Los Fabulosos Cadillacs hasta lo que fueron acá La Abuela Coca y los demás grupos, es indudable lo que dejó Mano Negra en el rock latinoamericano y en nosotros, directamente. Curtimos los discos y los DVD de la banda.
RB: Por un lado tenemos como un filtro de las bandas previas, como La Abuela Coca y los Cadillacs, que son las dos primeras que reciben esa información directa. Y nosotros tenemos diez años menos que ellos pero también nos sentamos a ver el DVD entero de Mano Negra, todos juntos. Esa energía en vivo no se veía mucho y sobre todo eso tan crudo, lo humano y descontrolado arriba del escenario, que te generaba una cosa fuerte.
¿Y cómo ven la movida del rock uruguayo actual?
RC: Agarramos el final de la ola del rock que pasó, y viene levantando mucho en estos últimos años. Vuelve a haber festivales, la escena está latente.
RB: Esta última etapa nuestra, de los últimos tres años, tuvo el objetivo de la supervivencia, mirar muy para adentro e intentar sacar cosas buenas de nosotros, redimensionarnos en el escenario y también a nivel compositivo. Entonces, pusimos el foco muy hacia adentro y en el trabajo grupal. A su vez, el mercado está súper mal. Para el desarrollo inicial, para tocar en boliches y hacerse conocer lo veo difícil. Lo vemos con músicos amigos que la pasan mal porque no consiguen un lugar bueno para tocar, porque no pagan; eso sigue estando presente. Y los festivales grandes tampoco dan para bancarte todo un año. El músico acá sigue pasándola más o menos, y más en un contexto de crisis.
Decías que la banda tuvo como objetivo la supervivencia. ¿Estuvo en duda la continuidad del grupo después de que se fue Diego?
RB: Sí, pero desde el cuestionamiento constante de las cosas. Estuvo en duda porque fue un golpe súper duro. Ahora lo vemos con un poco de perspectiva y pensamos que teníamos herramientas como para hacer un montón de cosas, pero en ese momento previo no te das cuenta de que eso está latente en cada uno. De hecho, varios de los que compusimos para este disco nuevo no habíamos hecho ningún tema antes, sobre todo letras; habíamos hecho mucho laburo musical, pero no nos habíamos dedicado a escribir. Entonces, hacia adelante era una incertidumbre.