Más allá de las invasiones turcas en la televisión abierta (que sorprendieron a nuestro ejército local y le pasaron por arriba), la gran mayoría de las ofertas que pueblan el catálogo de los servicios de streaming provienen de Estados Unidos, con Inglaterra en un lejano segundo lugar. El cerebro se va acostumbrando a escuchar el idioma inglés y a absorber cierta idiosincrasia, por lo que conviene, cada tanto, sacarlo de su modorra con alguna producción hablada en otro idioma.

En este caso, el paseo fuera de la zona de confort tuvo un tinte napolitano, gracias a la miniserie (que tendrá segunda temporada) My Brilliant Friend, estrenada originalmente como L'amica geniale, que puede encontrarse en el catálogo de HBO Go y aquellos que tengan contratado el paquete de HBO en sus sistemas de cable.

Los ocho episodios estrenados a fines del año pasado adaptan la novela La amiga estupenda (Lumen, 2012) de la escritora Elena Ferrante. Este es solamente un seudónimo que durante años mantuvo en vilo a la prensa italiana, incapaz de respetar el derecho a la privacidad de esta italiana, quien alguna vez declaró que “los libros, una vez que son escritos, ya no necesitan a sus autores”.

Eso no detuvo a una legión de investigadores, que terminó descubriendo la supuesta identidad de Ferrante utilizando información confidencial acerca de transacciones financieras entre la editorial y quien sería la escritora. Su colega inglesa Jeanette Winsterton escribió para The Guardian que “en el fondo de esta supuesta investigación de la identidad de Ferrante está la indignación obsesiva ante el éxito de una escritora, mujer, que decidió escribir, publicar y publicitar sus libros en sus propios términos”. Al menos en esta reseña se respetará su decisión.

Adattamento

El creador de esta coproducción entre HBO, la RAI y TIMvision es el italiano Saverio Costanzo, quien además se encargó de dirigir todos los episodios de esta temporada inicial, resultando fundamental para construir en nuestras mentes (a través de nuestros ojos) aquella Nápoles de la década de 1950 en la que crecerán, sufrirán y a veces deberán resignarse las dos amigas de marras.

Elena y Lila son parte de un pobladísimo vecindario napolitano, recreado de tal modo que uno termina sabiendo qué comercio puede encontrarse a la vuelta de determinada esquina. En cada uno de los apartamentos de los grandes complejos habitacionales vive una familia, que suele tener al menos cuatro o cinco críos, y que se comporta de manera bastante similar al estereotipo de “tano” que tiene nuestra sabiduría popular: se gritan, se quieren, se maltratan, todo con un grado de pasión inusitado de este lado del Río de la Plata.

Desde su más tierna infancia hasta la adolescencia plena, veremos la amistad tan particular como realista que se forja entre las dos muchachas. Elena es tranquila, de mirada serena, con ojos que por momentos carecen de expresión. A través de los estudios, buscará la manera de escapar de allí y no terminar como su madre. Del otro lado está Lila, intempestiva, pícara, poseedora de una inteligencia (una brillantez) innata y quien parece tener las riendas de esa relación desigual, que mezcla atracción con fascinación entre ambas.

En este mundo de mafiosillos barriales, de trabajo infantil y de sentimientos exacerbados, descubriremos una vez más el ínfimo valor de la opinión femenina, tanto en la elección de su destino académico, laboral e incluso afectivo, con escenas que pintan el desarrollo de un cortejo en el que el interesado solamente tenía que conquistar a los padres de la muchacha para lograr su objetivo. Ninguna de las dos logrará cambiar su realidad, sino que cada una de ellas tratará de hacer lo mejor con las circunstancias que le toquen en suerte, mientras esas mismas circunstancias las irán separando y volviendo a unir.

Atricci geniali

Este drama, que intercala momentos alegres con otros oscuros (como la vida misma), crece a partir de la mencionada reconstrucción de época, pero triunfa gracias al impecable elenco y, en particular, a las actuaciones de Margherita Mazzucco y Gaia Girace quienes son, respectivamente, las Elena y Lila de la adolescencia. El gran trabajo de preparación de las actrices (ver recuadro) hace que a partir del tercer episodio, cuando toman el timón de la serie, la relación entre las protagonistas sea tridimensional. Y hasta le agregaría una dimensión más, ya que va cambiando con el tiempo.

A propósito de todo esto, la primera mitad de la temporada introduce decenas de personajes, de varias familias que entran y salen de la acción principal, y que en algunos casos cambian de intérpretes debido al paso de los años. Si ya vieron Dark y pudieron seguir la trama, esto será mucho más sencillo, ya que los saltos temporales son solo hacia adelante.

La voz en off, que al menos en lo personal suele distraer más de lo que aporta, aquí está en su justa medida y se sostiene en el tono amigable que le imprime la actriz Alba Rohrwacher. Pero casi todo lo que nos cuenta se nos es mostrado, y tanto Mazzucco como Girace tienen la capacidad de hacer que hasta un televidente torpe y distraído, como quien escribe, entienda lo que está ocurriendo.

Estos ocho capítulos, de los 32 que tendrá en total la adaptación de las cuatro novelas, cuentan parte de una historia, pero también cuentan muchas pequeñas historias completas. Son interesantes por lo ajenas y por lo propias, por esa forma de ser que suena un poco exagerada y al mismo tiempo creíble, y porque Ferrante (quienquiera que ella quiera ser) retrató con calidad las relaciones humanas, en especial las femeninas, y la producción no tuvo más que seguir sus instrucciones.

Amiche autentiche

En HBO también puede encontrarse el documental My true brilliant friend (en italiano La mia amica geniale), que sigue el recorrido de las dos actrices principales desde que logran el papel en la serie hasta que realizan la gira de prensa por Europa y Estados Unidos. La mayor sorpresa de esta obra es descubrir que Margherita y Gaia son tan jóvenes como los papeles que interpretan; hubiera jurado que al menos la actriz que hace de Lila tenía veinte años de vida en los hombros.

A través de las cámaras que las siguieron durante los ensayos y el rodaje, la tarea de las dos jóvenes se eleva en forma retroactiva. Más allá de que sus personalidades no son el opuesto de las dos amigas napolitanas, verlas actuar como personas de su edad y de este tiempo confirma su capacidad delante de las cámaras.

También es interesante descubrir el método de trabajo de los entrenadores de actuación y del propio director, al tiempo que las cámaras nos regalan una hermosa vista del barrio que se construyó en tamaño real. Sin embargo, el foco del asunto está puesto en estas dos chicas y cómo atraviesan todos los avatares de participar en una ficción que (con total seguridad) les cambie la vida para siempre.