La escena local tomó contacto con la obra de Bertolt Becht a través de la puesta que El Galpón hizo en 1957 de La ópera de dos centavos. A partir de entonces el rupturista alemán formó parte de la cartelera teatral en producciones de diverso calibre. Desde el fin de semana pasado, un elenco mayormente joven se apropia de la sala mayor del teatro Stella para un montaje que consigue hacer del teatro militante un entretenimiento expresionista desde el principio.

Diego Araújo, a cargo de la Compañía Tomania Teatral, en coproducción con La Gaviota, dirige la pieza con la que Brecht y Kurt Weill retomaron La ópera de los mendigos, atravesados por el espíritu de cabaret de finales de los años 20 y el jazz, entre otras notas populares.

Igual que en el último gran abordaje de La ópera, cuando la Comedia Nacional dialogó en 1998 con las instalaciones algo decadentes del teatro Victoria, esta vez las candilejas del Stella junto a sus palcos de antiguo esplendor enmarcan perfectamente la farsa sobre una sociedad viciada y corrupta. La orquesta toca en vivo desde la tertulia mientras la boda de un capo mafioso con la hija del líder de otra banda termina de alterar los arreglos con la Policía y el supuesto equilibrio de una Londres que se apresta a asistir a la coronación de la reina.

Un espectáculo exigente que apoya los papeles principales en figuras como Mauricio Chiessa ‒que se compra al público con su composición de Mackie Navaja como si fuera un pituco‒, Fernando Amaral como el nihilista jefe de los mendigos y Carlos Sorriba, el lábil comisario Brown, pero que permite conocer a muy buenas comediantes, que además quizás sean las que mejor se defienden vocalmente. Más de 30 artistas en escena para casi tres horas de trampas, canciones y movimientos coreografiados hasta el saludo final.

La ópera de dos centavos va los sábados a las 21.00 en el teatro Stella (Mercedes 1805 esquina Tristán Narvaja). Entradas desde $ 250. 2x1 Comunidad la diaria.