¿Cuántas veces viste a los vikingos cometiendo pillerías y navegando a bordo de un drakkar? Son bonitos, hay que reconocerlo. Pero un día vas a querer ver una serie de televisión que cuente asuntos un poco más cercanos. No tanto en kilómetros, porque México queda allá lejos, pero sí en cuanto a la formación de nuestro continente americano. Y en especial a la cultura inspirada (sin mucha opción, hay que decirlo) por nuestros padres patrios españoles.
No es una historia bonita, pero los vikingos tampoco llegaban tocando timbre y pasaban pidiendo permiso. Los conquistadores ibéricos impusieron su religión y sus costumbres a fuerza de espadas y armas de fuego... a unos indígenas que solamente querían conservar sus hogares y sus dioses, para recorrer las pirámides el domingo y presenciar cómo le sacaban el corazón al sacrificio humano de turno.
De eso (a enormes rasgos) se trata Hernán, la serie de TV Azteca y Amazon que puede disfrutarse en el catálogo de la plataforma Prime Video. En ocho capítulos presenciaremos una parte del periplo de Hernán Cortés luego de su desembarco en México. Algunos dicen que se trata de la serie hispana más cara de la historia, con un costo de 1,5 millones de dólares por episodio. ¿Qué porcentaje de ese dinero le tocó al protagonista?
El regreso del Rey
En la piel del conquistador español está Óscar Jaenada, quien en 2018 se coronó como el villano más terrible de la televisión por su papel de Luisito Rey en Luis Miguel, la serie. Aquí interpreta a un personaje menos perverso pero igual de complejo, que desobedece las órdenes del gobernador de Cuba y se embarca en una misión que tiene entre sus objetivos la expansión del territorio de la Corona y la adquisición de un metal precioso de color dorado que por estas latitudes daba la impresión de abundar.
Centrada en los acontecimientos que llevaron a la caída de Tenochtitlán, esta primera temporada de Hernán comienza con la llegada de los castellanos a costas mexicanas y culmina con la llamada Noche Triste, una de las derrotas más duras que sufrieron Cortés, su ejército y sus aliados. Spoiler de (literalmente) 500 años.
Durante ese tiempo veremos cómo los recién llegados a esas tierras utilizaron una estrategia digna del TEG (o el War, para los más jóvenes), derrotando a pueblos pequeños, que en ocasiones anexaban a su poderío militar. Más adelante sería de mucha utilidad la rivalidad entre el imperio Mexica (los aztecas) y otros reinos que lo tenían entre ceja y ceja.
Aprovechando los mencionados valores de producción, Hernán reconstruye el mundo del siglo XVI utilizando documentación de la época para narrar los acontecimientos que pusieron frente a frente a Hernán Cortés y el emperador Moctezuma, dos figuras destacadas en los libros de historia de la escuela.
La historia la cuentan los ganadores
Alcanza con notar el idioma en el que escribo este texto, que puede ser leído sin problemas en gran parte del continente, para entender que los ganadores fueron los españoles. Así que durante un buen tiempo se habló de salvajes incivilizados, que “gracias a Dios” fueron convertidos en cristianos y convertidos en mano de obra barata por los evangelizadores fanáticos del oro.
Cuando se cumplió el quinto centenario de la llegada de Cristóbal Colón, se acentuaron los esfuerzos por revisar esa historia oficial y tomar en cuenta que América no fue descubierta porque mucha gente ya estaba aquí. Y que la salvación a la fuerza nunca será la forma adecuada de masificar la Biblia. Al menos no el Nuevo Testamento.
Los guionistas y asesores históricos nos traen una versión que suena realista y que, sin proponer una teoría de las dos tzitzimimes, muestra luces y sombras en ambos bandos del conflicto. Sí, los mexicas eran los dueños de casa, pero no eran ningunos nenes de pecho. Pechos, justamente, de los que arrancaban corazones mientras todavía latían.
Esto no significa que Cortés y su banda sean retratados como héroes, ni nada por el estilo. La fiebre del oro se hace presente en varias ocasiones, así como las más bajas perversiones contra las víctimas de sus ansias de conquista y la hipocresía con la que comparaban su religión con la de los nativos, como si tener un sólo dios fuera menos ridículo que tener unos cuantos.
Los enfrentamientos bélicos, que no llegan a la escala de un Game of Thrones pero llenan el ojo, muestran soldados despiadados en todas partes. Ese parece ser un elemento presente en más culturas que el mismísimo zigurat.
Para adelante y para atrás
Los creadores de esta serie decidieron contar la historia en dos líneas de tiempo, ubicadas (más o menos) en 1519 y 1520. La primera se centra en el camino de los castellanos hasta Tenochtitlán, mientras la segunda muestra su primera ocupación. Si bien en ocasiones el ida y vuelta permite mostrar cómo las personas pueden cambiar en poco tiempo, el recurso distrae más de lo que aporta a la narración; perderse un sobreimpreso que marca el cambio de época puede costar carísimo.
Hay otro elemento de Hernán que tampoco logra plasmarse. Cada episodio lleva el nombre de un personaje y supuestamente la acción gira en torno a él o ella, pero en varios casos esto parece forzado o los guionistas se dieron por vencidos en medio de la escritura. Por suerte esto no perjudica al espectador, que sigue atentamente las circunstancias de lo ocurrido en el año 19. Ahora en el 20. Ahora en el 19. Y todo así.
Por último, el elenco compuesto por un montón de barbudos y un montón de americanos no desentona con la maestría del actorazo que tienen al frente. Y es digna de destacar la actuación de Ishbel Bautista como Marina, la Malinche. Está documentada la importancia de su rol de traductora y diplomática, siempre al costado de Cortés. La serie lo remarca, dejando al espectador la misión de definir si se trata de una traidora, una sobreviviente, una víctima o alguna combinación de las anteriores.
Por estos días comienzan las grabaciones de la segunda temporada, que tardará unos cuantos meses en ser estrenada. Si sos de los que prefieren leer los libros y adelantarse a la serie de televisión, podés darte una vuelta por la biblioteca y tener las respuestas antes que el resto de los televidentes.
Regalo de David Lynch
El lunes 20 de enero, cuando cumplía 74, David Lynch decidió compartir en Neflix el corto What Did Jack Do? Blanco y negro, diálogos surrealistas, silencios incómodos, ruido de cinta: una atmósfera extraña como las que suele crear el director de Eraserhead o Mullholland Drive, pero falta lo principal: los protagonistas de este filme de 17 minutos son el propio Lynch y un mono. De hecho, Lynch retoma el rol de policía que ya había interpretado en su serie Twin Peaks (aunque esta vez su detective no tiene sordera) para interrogar al homínido, en un caso que mezcla asesinato y sexo entre distintas especies animales. Cabe aclarar que desde 2017, cuando se emitió la tercera temporada de Twin Peaks, Lynch no había dado a conocer nuevas obras.
.