Buscando las escenas más teatrales de su obra consagratoria, Por los tiempos de Clemente Colling, Domenico Caperchione invitó a Agustín Urrutia a trabajar sobre Felisberto Hernández con la condición de que hubiese un pianista en escena. Caperchione siempre había acariciado la ilusión de levantar esas imágenes, mientras que el actor de rulos felisbertianos había leído otros textos de este raro local, pero las anécdotas del profesor de piano ciego y desaseado, de “las longevas”, de las reuniones y los zaguanes, fueron inyectándole la carga de entusiasmo que tiene el registro de Devenir Felisberto, casi un unipersonal, ya que un músico lo marca, lo secunda y comparte parlamentos.

“Estaba la idea de traer algo que está en Por los tiempos..., que son esas tertulias donde uno recitaba, uno contaba o leía, otro tocaba el piano... ese ambiente estuvo desde un principio. Luego a mí me gustaba mucho trabajar la presentación de los personajes, traducir algunas cosas a canciones. Fue muy importante para que todo estuviera integrado: el piano es un personaje más”, relata Urrutia.

La adaptación se fue construyendo entre ambos en la escena, a partir de los “momentos jugosos”, así que la dramaturgia lleva la firma del actor y del director, que confió en la versatilidad de Urrutia para pasar por tantos personajes y para encarar los pasajes musicales. “Fue como ir editando en vivo y también hubo inserción o referencia a otros textos de Felisberto, que nos parecía que potenciaban algunas situaciones”, cuenta a propósito del reestreno de la afinada pieza, un año después. En el largo proceso todo el equipo intentaba ir registrando los hallazgos para ir fijando una partitura de acciones y de escenas.

En determinado momento se incluye de modo jocoso un poema de Delmira Agustini. “Es cuando aparece el personaje de la tía, que en realidad pertenece a otro texto, pero que tiene características muy parecidas. Nos pareció perfecto y fuimos tomándonos esas licencias: Delmira como una contemporánea a ese momento que se cuenta, aparte aparece desde un lugar bastante corrido”.

En cuanto al desafío vocal, fue un reencuentro para el protagonista: “En la escuela y gran parte del liceo estaba vinculado a un coro, canté durante mucho tiempo, me gusta, y Marianella Morena utiliza en general la música como un lenguaje más en sus obras, y desde No daré hijos, daré versos, si bien no tenía un despliegue solista, hubo un trabajo en el lenguaje escénico. Entonces tengo bastante integrada la música como forma de investigación y de juego”, cuenta de los avances mientras improvisaba a dos pianos, con Santiago Caetano Grau, que compuso para la obra, y Agustín Texeira, que escribió e interpreta composiciones clásicas y piezas del propio Felisberto. Desde el principio tomaron contacto con Walter Diconca, nieto de Felisberto y un gran fan de la obra, que puso material a disposición, incluso prestando una edición original, a modo de amuleto, para las funciones iniciales en el Centro Cultural de España.

A propósito “del imaginario que Felisberto desarrolló de la vida de los objetos inanimados” el actor concreta ciertos personajes en una prenda, un chal, una pipa, un abanico o una boina como apoyos icónicos. “Algo que no parece significativo Felisberto lo lleva hasta el fondo y genera una emoción. Eso también lo abordamos mucho: la idea de que algo sencillo tenga tanto detalle y que después algo más doloroso lo cuente de una forma concreta y lo pase por arriba. Es interesante eso de su literatura y fue lo que intentamos llevar a la escena”.

La pieza, que tiene tanto de comedia melancólica como de café concert, “es como una montaña rusa de estados y situaciones; me divierte mucho hacerla porque hay partes de relato y partes de jugar con la voz, con el cuerpo, con la transformación. Requiere un trabajo físico y mental, estar muy presente, porque todo el tiempo me estoy interrumpiendo y sorprendiendo a mí mismo porque aparece otra cosa”.

Devenir Felisberto. Sábado y domingo a las 21.00 en el Auditorio Vaz Ferreira (Biblioteca Nacional). Entradas en venta por Tickantel. Dramaturgia: Domenico Caperchione, Agustín Urrutia. Dirección: Domenico Caperchione.