Ojalá se pudiera decir que cuando circuló la noticia hubo conmoción, pero estaríamos mintiendo. Cuando la cadena Syfy anunció que no continuaría con The Expanse, luego de finalizada su tercera temporada, no hubo furor en las redes sociales (acaso Syfy tenía algo de razón con la cancelación), sino pocas y precisas protestas de por lo menos un puñado de fans.
Es cierto que la adaptación de las novelas de James SA Corey –seudónimo tras el cual trabajan los escritores Daniel Abraham y Ty Franck– siempre se ha resistido al gran público y esto es una pena, ya que sus posibles fans –los cultures de la buena ciencia ficción– ni siquiera se enteren de su existencia. La cancelación no hacía sino dejar trunca, aproximadamente por la mitad, la adaptación que había comenzado a emitirse en 2015.
Por fortuna, entre los pocos seguidores de la serie se contaba Jeff Bezos, el propietario y CEO de Amazon y, por ende, de Amazon Prime Video, que compró los derechos –y a la producción toda– y la pasó a su cadena.
Así, de la desgracia saltamos a la suerte, porque con mucho más presupuesto, posibilidades infinitas y una entrega que siempre ha estado presente, The Expanse regresó a las pantallas chicas demostrando, una vez más, que no tiene competidor cuando hablamos de ciencia ficción adulta, política, reflexiva y, sin duda, muy pero muy aventurera.
Expansión, todavía más
Hagamos un repaso: The Expanse se ubica unos 200 años en el futuro, cuando la humanidad efectivamente se ha expandido y ahora puebla todo el sistema solar, establecida particularmente en la Tierra (obviamente), la Luna, Marte y el cinturón de asteroides situado entre Marte y Júpiter. Así, tenemos terrestres, marcianos (se independizaron luego de una cruenta revolución) y “centurinos” (así se llama a quienes viven en el cinturón y más allá, que a su vez denominan “interiores” a todos los otros).
Cuando comienza la serie, estamos ante una situación por demás tensa entre todos los involucrados, con Marte y la Tierra a punto de reiniciar su guerra y con los centurinos en pie de revolución, cansados de ser la mano de obra explotada por el resto del sistema solar. Este incómodo statu quo que apenas se sostiene termina por romperse del todo con la aparición del primer indicio de vida extraterrestre: una mortal protomolécula que todos los antes mencionados pretenderán tener como arma.
En el medio, nuestros protagonistas: los sobrevivientes de un accidente espacial que se conforman en una tripulación independiente –integrada por terrestres, marcianos y centurinos– que trata al límite de sus posibilidades de que el resto de la galaxia conocida no termine por autodestruirse.
Así es que la guerra, diplomática primero y real después, se desarrolla durante las primeras tres temporadas estrenadas por Syfy, y es justo aquí, cuando la historia va a más, que Amazon toma las riendas. Si nunca vieron The Expanse y les gustaría ponerse a hacerlo desde el principio, les aconsejo dejar de leer aquí y ahora.
Exilio en el anillo exterior
La mentada protomolécula evoluciona sobre el final de la tercera temporada en una serie de anillos-portales (varios miles) que dan acceso a nuevos y desconocidos mundos. Por tanto, esta cuarta temporada de la serie viene de exploración espacial. Pero por cómo es The Expanse, nada es tan sencillo como subirse a una nave y salir de paseo.
La tregua entre terrestres, marcianos y centurinos pende de un hilo, porque los colonos –o posibles colonos– se agolpan frente a los anillos mientras los gobiernos discuten la manera más organizada de viajar y conquistar. No se olvidan de que lo que originó estos anillos estuvo a punto de terminar toda la vida conocida. Pero en el sistema solar hay hambre, miseria y pobreza, todo el mundo quiere arriesgarse y viajar a cambio de una posible nueva vida. Todo ha cambiado y nadie sabe cómo reaccionar ante este mundo nuevo.
Inesperadamente, una nave de centurinos esquiva el bloqueo y logra pasar por un anillo, hasta un nuevo planeta. Allí –Ilus para los centurinos, Nova Terra para los terráqueos– es que se desarrollará lo principal de esta temporada. Y es magnífico.
Buceando en la Zona Negativa
Un pequeño campamento con conflictos entre todos sus habitantes, mientras los protagonistas tratan de que no se maten unos a otros a la vez que buscan desactivar la protomolécula de una vez por todas. También, un relato de conquista espacial que recuerda a las mejores historias de ciencia ficción, apoyado en la gran billetera de Amazon, que le permite a la serie verse mejor que nunca.
Hay algún escollo –lo que pasa en la Tierra nunca se compara en interés a lo que pasa en el resto de las locaciones, como en el nuevo y corrompido Marte y, por supuesto, en el planeta nuevo–, pero eso no impide disfrutar de esta magnífica serie, que por fortuna tiene fans fieles y constantes, que ya festejaron que se ha confirmado su quinta temporada.