Los faros atraen como nudo de historias. Basta con recordar El faro del fin del mundo, de Julio Verne, o la novela Al faro, de Virginia Woolf. El cine los ha recordado como lugares ideales para sus historias de alienación y ostracismo. Anda por ahí La piel fría (Xavier Gens, 2017) y la muy recomendable The Vanishing (Kristoffer Nyholm, 2019) como aportes algo más discretos a esta línea, a la que se suma The Lighthouse, una de las mejores películas del año pasado.
Nos encontramos a fines del siglo XIX en algún punto de la costa de Nueva Inglaterra, donde da comienzo el servicio de cuatro semanas de dos fareros. Uno, joven y en su primera oportunidad laboral (Robert Pattinson); el otro, veterano, experto y excéntrico (Willem Dafoe).
Ya desde lo formal –film en blanco y negro, relación de aspecto de 1.19:1, lo que vuelve prácticamente cuadrada la imagen– se trasmite la extrañeza, que pronto será corroborada.
Robert Eggers, su director, se ha ido transformando en un maestro del cine de horror “de época” –su debut fue la igualmente hipnotizadora The Witch–, y ha creado películas que recrean obsesivamente el momento histórico en que se desarrollan (vestimenta, escenario, hasta el habla de los personajes) y son profundamente climáticas en sus horrores.
The Lighthouse no es una película “de miedo”, a pesar de ser terriblemente opresiva y claustrofóbica. Aquí la soledad, el aislamiento y lo que bien podríamos llamar una relación tóxica entre los dos hombres irán dando paso a la locura y el delirio.
Con dos protagónicos en estado de gracia –Pattinson, destacado; Dafoe, espectacular– y referencias a Edgar Allan Poe, Herman Melville y Howard Phillips Lovecraft, Eggers nos toma de la mano y nos invita a un viaje alucinante, un descenso a los infiernos, una pesadilla maravillosa.
The Lighthouse va hoy en Cinemateca (Bartolomé Mitre 1236) hasta el miércoles a las 21.30, y hoy, además, agrega una función a las 22.50.