En 2017, los fanáticos de Star Trek pudieron disfrutar de la primera serie televisiva original desde que Star Trek: Enterprise completara su último viaje 12 años antes. La llegada de Star Trek: Discovery, emitida por la plataforma de streaming CBS All Access, llenó algunos corazones y endureció otros; como cualquier producto audiovisual en la era de las “redes críticas”. Lo importante fue que los paseos por las estrellas estaban de regreso.
Detrás de esta nueva ficción estaban Alex Kurtzman y el prolífico Bryan Fuller, que acusó “diferencias creativas” y se fue antes del debut. Poco tiempo después, Kurtzman firmó un contrato con CBS con el objetivo de desarrollar más contenido de la franquicia, que incluye una serie animada en tono de comedia y el regreso del mejor capitán que la Enterprise haya tenido jamás. Hechos, no opinión.
Star Trek: Picard, como su nombre lo indica, sigue las aventuras de Jean-Luc Picard, el personaje que desde 1987 es interpretado por Patrick Stewart. “¿Por qué elegirían a un actor inglés, shakesperiano, de mediana edad y pelado para el rol icónico de capitán de la Enterprise? No tiene sentido”. Las palabras son del mismísimo Stewart en una entrevista con Variety en 2010.
Por entonces tenía 47 años y, temporada a temporada, mientras mejoraban tanto los guiones como los “valores de producción”, ese francés con un gran sentido del deber y una dificultad para interactuar con niños fue conquistando al público. En total fueron 178 episodios emitidos hasta 1994, más algún cameo y cuatro películas, incluyendo la que lo tuvo cara a cara con James T Kirk (William Shatner), el primer gran capitán de la nave.
Algo para Picard
En los diez episodios de la serie, que aquí puede verse por Prime Video de Amazon, un Picard retirado del servicio debe regresar para evitar el conflicto entre la Federación Unida de Planetas y los romulanos. Que son como los vulcanos, pero sotretas.
Todo comienza con la aparición de un par de androides (interpretados por Isa Briones) en tiempos en los que su “fabricación” está prohibida, por un hecho que está directamente relacionado con el retiro de Picard y al rencor de lo que queda del Imperio Romulano.
Al comienzo de la temporada parece existir un esfuerzo por llevar un ritmo y contar una historia más “universal”, que atraiga a seguidores de la ciencia ficción en general o a seguidores de Stewart, que tiene un perfil bastante más alto que en la mayoría de sus apariciones anteriores. Claro que algunos vicios son inevitables y rápidamente seremos avasallados por la mitología de la saga.
De hecho, los últimos tres o cuatro episodios funcionan casi como una historia clásica, de aquellas que en 44 minutos (más tanda publicitaria) presentaban un dilema filosófico que la tripulación del Enterprise debía resolver, por lo general sin utilizar la fuerza, aunque las batallas espaciales estaban a la orden del día.
Quizás el único pecado sea que la serie no aclara si algunos personajes tienen o no apariciones previas en el universo de la saga. Eso, para una persona con pésima memoria como yo, puede ser un elemento de distracción. Repasando en internet tras haber visto toda la temporada, descubrí que la mayoría de ellos son originales. Las excepciones son (y tendré cuidado de no entrar en terreno spoileroso) varios ex compañeros de la Enterprise, una tripulante del Voyager y un antiguo Borg interpretado por el uruguayo Jonathan del Arco.
Las incorporaciones, que terminan formando una tripulación única que incluye a un experto futbolista, están a la altura de las circunstancias. Los villanos transitan la típica escala de grises, aunque entre todos ellos no hay uno que sea digno de un gran recuerdo.
El tiempo pasa...
...nos vamos poniendo viejos. El regreso de Jean-Luc se produjo 18 años después de Star Trek: Nemesis (Stuart Baird, 2002), último largometraje de la franquicia antes del reboot que reescribiría su propia historia. Así que Patrick regresó al espacio con 79 años, para interpretar al almirante (R) en el ocaso de su carrera y de su vida.
La serie trata de presentarnos a Picard como un viejo con achaques, pero el actor no termina de vendernos este papel. Para empezar, porque parece una década menor de lo que dice la cédula. Y porque nunca termina de mostrarse tan vulnerable físicamente como el guion lo indica.
No es este el lugar para resucitar la eterna pelea entre Chales Xavier y Magneto, pero Ian McKellen (rival de Stewart en las películas de los X-Men) nos regaló un hermoso y achacoso Sherlock Holmes en Mr. Holmes (Bill Condon, 2015). Punto para Magneto.
Más allá de la chicana, Stewart es Picard, así que lo lleva por los caminos del estrés postraumático, el encuentro con tecnologías que no domina y la siempre compleja forma de manifestar sus sentimientos.
Al final de esta primera temporada (que será acompañada de al menos otras dos), como nos acostumbró Gene Roddenberry cuando lo inició todo hace más de medio siglo, nos iremos con una mayor esperanza en la humanidad. Sin importar de qué forma sean sus orejas.
Cuarentena en las estrellas
Entre el encierro recomendado y los servicios de streaming, nunca hubo un mejor momento para empacharse de Star Trek.
En el catálogo de Netflix podrán encontrar a la serie original, las aventuras animadas de los años 70, Star Trek: la nueva generación, la aclamada Star Trek: Deep Space Nine, la ninguneada pero entretenida Star Trek: Voyager, y las mencionadas Star Trek: Enterprise y Star Trek: Discovery.
Mientras tanto, Prime Video tiene la serie de Picard y un montón de películas: las seis protagonizadas por el primer elenco, la que pasa la posta (literalmente) a la “nueva generación”, otras tres de Picard y los suyos, y las dos primeras de una línea de tiempo alternativa, con nuevos actores en los roles originales.
Ocho series y 12 películas para ir hasta donde ningún ser humano ha llegado antes: el coma televisivo.
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