El fin de la versión impresa de la revista NME (sumado a los de otras, como Melody Maker, que cayeron como soldados en la orilla de Normandía) disparó un montón de vaticinios sobre el destino de la crítica musical. Más allá de algunos diagnósticos demasiado apocalípticos, lo cierto es que, acompañado de la desmonetización de la prensa, mucho del peso de la labor de curaduría en los últimos años se ha ido desvaneciendo bajo el influjo de un algoritmo musical que se anticipa a los gustos del usuario de Spotify.
Frente a esta dinámica, la crítica parece aún más importante: en tiempos en que potencialmente podría haber una total democratización del acceso a la música, la idea de un algoritmo creado para adaptarse a nuestras necesidades genera un sistema de retroalimentación cerrado, en el que nuestro consumo musical crece no demasiado lejos del radio que ya nos habíamos demarcado.
Así, las sugerencias automáticas apuntan a la persona que somos en ese momento, y nos ponen en riesgo de quedar momificados en ese lugar: un universo donde el acceso a la música se vuelve casi unilateralmente asociado a su uso pragmático y utilitario, con playlists importadas y ensaladas de lo que ya conocemos.
Aun así, las nuevas posibilidades que brinda la misma digitalización han generado nuevas plataformas y espacios donde están sucediendo cosas realmente interesantes. Voces que todavía no han llegado al grado de canonización de escritores como Lester Bangs, Greil Marcus, Simon Reynolds, Nick Kent, o Mark Fisher, pero que brindan, no obstante, una mirada fresca.
En este caso, sólo para recortar un poco el campo y poner la lupa en lo más nuevo del fenómeno, dejaremos afuera las publicaciones escritas en toda su extensión y nos concentraremos en el fenómeno de distintos canales de Youtube.
Personaje versus medio
Esta lista de recomendaciones comienza con una contradicción: en lo que parece un mundo melómano crecientemente atomizado, hay una figura, Anthony Fantano, “the internet bussiest nerd”, que cuenta con más de dos millones de suscriptores. Su canal theneedledrop ha ido, de una manera impensable, desplazando a la revista online Pitchfork como la voz más escuchada de su generación.
El punto diferencial de Fantano es una ventaja casi evidente: mientras que en Pitchfork hay un perfil general marcado, la personalidad del medio se diluye en el estilo de todos los colaboradores y reseñistas del sitio; en cambio, el youtuber famoso por su pelada brillosa supo desarrollar un estilo y una presencia escénica que lo volvieron mucho más reconocible, al punto de dar forma a un sinfín de memes.
También hay diferencias más profundas, que parten de la misma calidad de theneedledrop. En su búsqueda medio desesperada por sumar nuevos clics y su drama fáustico de mantenerse por siempre joven, Pitchfork tiene una molesta y errática tendencia a comprar buzones, así como a subirse a la primera moda de lo que se supone que está bien dentro del universo biempensante universitario. Por el contrario, Fantano, a pesar de su inusual capacidad todoterreno, sabe ser más cauto que los otros reseñistas, y sus reseñas están más concentradas en la música en sí que en lo que “la música representa”.
Las peores letras de hip hop
Bastante detrás de Fantano en popularidad, pero con excelentes lecturas sobre algunas producciones, se encuentran otros críticos como Oliver Kemp, de Deep Cuts, que suele abordar un espectro musical más asociado al post punk, la electrónica, el rock progresivo, el industrial y el krautrock; Dead End Hip Hop, con un grupo de comentadores especializados en rap que, al igual que los de Consequence of Sound, suelen reseñar los discos en un tono conversacional, ya más cercano a algo colindante con el podcast; y fenómenos un poco más peculiares, como Rap Critic.
Este último se destaca por la lucidez con la que suele desmontar algunas de las convenciones o puntos de invisibilidad que tienen muchas canciones de hip hop. Es particularmente graciosa su sección Worst Rap Lyrics, en la que suele agarrar algunas barras de temas actuales u old school frente a los que no sólo señala algún ridículo recurso del rapero para cerrar una rima, sino también momentos en que es evidente que el músico no tiene idea de lo que habla. En particular, sirve para mostrarnos cómo muchas veces, siendo arrastrados por el flow, dejamos pasar algo divagante bajo nuestras narices. Para hacer esto, Rap Critic tiene un estilo inusual de hondísimo sentido común, en el que entabla conversaciones con el personaje que encarna el rapero en la canción. El recurso, más allá de los momentos graciosísimos a los que suele llegar cuando lo extiende a su máxima expresión, a veces es sorprendentemente esclarecedor a la hora de desmontar ciertas lógicas internas e idiosincráticas que existen dentro del género, entre ellas la casi que celebrada violencia hacia las mujeres en el gangsta rap de los 90, la tendencia de los raperos a irse del tema que se maneja en canciones a las que fueron invitados, o intervenciones casi psicoanalíticas del discurso amoroso de algunos hiphoperos.
Quizás en esta disección moral de los temas está la mayor fortaleza y la mayor debilidad de Rap Critic, ya que en algunos momentos –sobre todo cuando señala lo que sí le gusta–, lo vemos colocado en un lugar medio cercano al rap conciencia.
Los 40 principales
Con Rap Critic sucede lo mismo que con varios otros youtubers: sus momentos de mayor fineza suelen darse frente a lo que menos le gusta. En esta lista, quizás uno de los mejores e indiscutidos youtubers es Todd In The Shadows, un misterioso tipo detrás de un piano que sólo deja ver, entre sombras, su perfil de cangurito y capucha.
Todd se dedica a analizar exclusivamente hits que hayan llegado a los charts de Billboard. Este enfoque cerrado en los temas más populares nos haría pensar en productos archiconocidos, pero lejos de ello, aquí funciona como una excelente y divertidísima puerta de entrada a canciones y escenas que no conocíamos o habíamos olvidado por completo. Sus mejores secciones son Trainwreckords y One Hit Wonderland.
La primera analiza discos infames por dinamitar la carrera o relevancia de artistas consagrados. Es interesante porque, lejos de dar meramente una reseña negativa, Todd analiza en profundidad el contexto en que se cimentó la fama del artista, así como las razones de su fracaso. Trainwreckords es una sucesión de bellísimas instantáneas de desastres, algunos de ellos producto de la necesidad del artista de cambiar su pisada (por ejemplo, el corrimiento fallidísimo hacia el pop de Jewel en 0304 o el intento ridículo de MC Hammer de pasar de ser el rapero de pantalones inflados y bailes vistosos a una figura temida del gangsta rap), otros como resultado del caos interno de la banda (el Be Here Now, de Oasis –en palabras de Noel Gallagher, “el sonido de una banda llena de cocaína y con un montón de plata para gastar en estudio”–, o Mardi Gras, de Creedence, con todas las peleas entre John Fogerty y el resto de los integrantes) y otros como exploraciones convencidas que llegaron a bizarrísimos puertos (el inimaginablemente terraja Cyberpunk, de Billy Idol).
One Hit Wonderland, por su parte, toma temas de artistas que sólo la pegaron una vez y los analiza en cuatro instancias: antes del hit, durante el hit, el fallido tema que le siguió y si la banda hubiera merecido algo más. Sorprende la calidad de la investigación (por ejemplo, saber que Chumbawamba –los creadores del himno de “Tubthumping”– era una banda de altísimo contenido político), pero sobre todo una aceitada forma de reflexionar sobre cuál es la marca de excelencia en un tema pop (como su defensa de “You Get What You Give”, de New Radicals) y sobre cómo un contexto social histórico puede dar vuelta la apreciación de la música.
Una buena adición a Todd in the Shadows, en especial en lo que respecta a disección de contexto, es el excelente canal Trash Theory (que cubrimos hace unas semanas), sobre todo su sección British Canon, en la que suele analizar canciones y bandas desde un contexto histórico tremendamente bien documentado y con insospechadas reflexiones ulteriores. Así, por Trash Theory podemos comprender la importancia que tuvo el reggae fantasmal de “Ghost Town”, de The Specials, en medio de ataques skinheads y boliches que caían como piezas de dominó en la era de Margaret Thatcher; las dimensiones inusitadas de la pelea histórica entre Blur y Oasis, o la historia y el legado de las peores presentaciones de Top of the Pops.
Profesores de análisis
Más allá de lo contextual, con canales como Polyphonic, que diseca extraños fenómenos o momentos de la música, hay otros excelentes canales que se lanzan a analizar desde la teoría musical –y a veces desde la neurociencia– por qué disfrutamos lo que disfrutamos, qué es lo que hace a una gran canción, entre muchos otros asuntos.
Por estas latitudes ha adquirido bastante fama Shaun Track, un español con oído absoluto que suele desglosar temas populares y encontrar qué es lo que los hace tan importantes (y del que ya nos ocupamos). Si bien tiene una gran destreza para analizar armonías y progresiones de acordes de varios temas, hay algo un poco molesto en su tendencia a sentirse fascinado por todo y en su pequeño truco para captar visitantes, que es hacer de cuenta que nunca había escuchado a ciertos músicos, algo que por momentos parece poco creíble.
Una mejor opción es el también español Jaime Altozano, que suele concentrarse en música clásica (aunque con un acercamiento súper fresco y no pocas veces fascinante) pero que también puede hacer un desglose tan moderno como excelso de “El Mal Querer”, de Rosalía. Su análisis pegó tanto que el video llegó a ser tratado punto por punto por la misma cantante en una serie de historias de su cuenta oficial.
Metiéndonos un pie más adentro en los terrenos de la composición está Holistic Songwriting, que es prácticamente un taller de composición creativa en que se analizan las armas de varios de los músicos más populares de la actualidad, para ver qué es lo que hacen que funciona y cómo uno puede aprovecharse de eso. Hay, en estos videos, un acercamiento no muy común, que es el de no sólo lanzarse a componer, sino a hacerse las preguntas “qué imagen quiero dar” y “qué tipo de fanbase es la que quiero construir”. Estos razonamientos suelen ser asociados a algo más desalmadamente comercial, pero por momentos llegan a una lucidez y sinceridad que no suelen plantearse –cuando se debería– en un escenario dominado por el pop.
Otros excelentes canales de composición son 12tone, Film Score Analysis e Inside the Score, estos dos últimos más enfocados en la música clásica y las bandas sonoras de películas, que sin embargo han hecho importantísimos videos como “La muerte de la melodía”, en que se hace un excelente análisis de cómo la música actual fue prescindiendo de la melodía a favor de lo tímbrico y lo rítmico –un fenómeno puede apreciarse no sólo en la música popular, sino en los scores de los films–, y cómo esto puede tener que ver con un mayor pudor en general a la hora de trabajar desde lo emocional.
Adam Neely, por su parte, es un académico y jazzista que suele tratar ciertos temas laterales de la música concentrándose en fenómenos extraños, casi científicos, pero súper ilustrativos: cómo el origen de cierto estilo de rapeo en el trap actual proviene de una herencia escocesa –los scotch snaps–, una divertidísima disección del considerado “peor solo de la historia” –que sirve para analizar más en profundidad lo que hace a un buen solo, y cómo se puede hacer un montón de cosas con pocos recursos, incluso con una sola nota–, o el análisis de los offbeat triplets, una rítmica complejísima de tocar, sólo ejecutada por algunos intérpretes de jazz, música concreta y estilos afrocubanos.
Esta lista no podría cerrarse sin la sección Earworm, de Vox, que no se trata del proyecto de un solo youtuber sino de un verdadero canal creador de contenidos, que muchas veces se lanza a hacer investigaciones de peso cuantitativo con resultados interesantes: entre ellos, un estudio sobre el uso del falsetto a lo largo de los años, cómo la referencia a una marca de mostaza se convirtió en una de las señales de riqueza más utilizadas en la historia del hip hop, cómo funciona y de dónde viene el flow en tresillos del trap actual, o cómo un error de grabación en “In the Air Tonight”, de Phil Collins, definió el sonido de los 80.
Sería interesante cerrar este mero acercamiento introductorio tomando a un periodista musical que si bien comenzó su carrera a mediados de los 80, tuvo en su estilo y formato algo que se anticipó sorprendentemente a los youtubers de la actualidad. Nardwuar es un conductor de radio canadiense que suele abordar a figuras conocidas –y otras no tanto– mostrando un conocimiento enciclopédico no sólo de su obra sino de intrincados aspectos íntimos de su vida previa al éxito. Estas entrevistas suelen ser famosas por las reacciones que generan en los músicos entrevistados, que más de una vez se sorprenden frente a personajes y sucesos que hasta ellos mismos habían olvidado. Con ya más de 30 años de historia, esta serie de entrevistas no sólo sirve para descubrir aspectos rarísimos de la vida de un montón de artistas, sino como un extraño test de Rorschach de sus personalidades, sobre todo por la forma en que los músicos reaccionan frente a esas porciones de su pasado.