De todos los alimentos que podrían venderse antes de entrar a ver una película, tuvieron que elegir el que hace más ruido al manipular y al masticar. Si las bombas de estruendo fueran comestibles (y si representaran una ganancia del 50.000 por ciento a la sala), quédense tranquilos que estarían a la venta en todos los cines. El pop se cuela en los momentos íntimos, en las conversaciones profundas y en los silencios prolongados. Por eso existe el cine pochoclero, con acción trepidante y explosiones por doquier, para que la gente pueda disfrutar sin culpa de ese snack del demonio.

Existe una saga de películas que parece haber sido diseñada para el consumo de pop. Y de bebida con burbujitas. Y hasta de bombas de estruendo, porque cuando arranca la acción es difícil detenerla y nada de lo que pase alrededor importa. Ya perdiste la oportunidad de ver los tres primeros episodios en la pantalla grande, pero se encuentran en streaming, prontos para ese pop de microondas.

Acompáñenme a repasar la franquicia de acción más popular de los últimos años, con un protagonista de pocas palabras y poca expresividad, que deja que la violencia hable por él. Y es bastante parlanchina.

I love you, John

Los primeros 15 minutos de John Wick (Chad Stahelski, 2014) combinan dos clichés de este tipo de historias. Primero, el de El vengador anónimo (Michael Winner, 1974), que sufre una pérdida en la familia y eso lo obliga a salir a hacer justicia por mano propia. Eso que tan bien parodiaba Alberto Olmedo en No toca botón con sus ideas para películas en las que un grupo de forajidos mataba a la familia y antes de irse mojaban el pan en el tuco. ¡Para qué!

En aquellas historias contadas en el sketch de Álvarez y Borges, el perro de la familia, el Bobby, siempre lograba escapar. En este caso no tendrá tanta suerte: protagoniza una de las muertes cinematográficas más lloradas de este siglo.

La diferencia con esas historias es que Wick, quien perdió a su esposa poco tiempo atrás, no es un tipo común que deberá convertirse en asesino despiadado, sino que era un asesino despiadado tratando de ser un tipo común. El segundo cliché, el del profesional que no logra alejarse de su línea de trabajo, completa el atractivo de la historia, que podría funcionar con otros actores, pero parece creada especialmente para Keanu Reeves. Con la misma pose de la fotografía que lo viralizó como “sad Keanu” y un arsenal casi infinito a su disposición, además del conocimiento necesario para su uso.

Toda la primera película es una larga búsqueda de venganza contra los mafiosos rusos que se metieron con el Bobby y con su automóvil favorito. Y dura más de media hora porque los enemigos tienen contingentes de esbirros anónimos que se enfrentan con John y van muriendo, indefectiblemente, uno por uno.

Insert coin

Hay cineastas que coquetean con la violencia como acto estético. Alcanza con recordar la pelea entre la Novia y los 88 Locos en Kill Bill. La venganza: volumen 1 (Quentin Tarantino, 2003). Sin embargo, en esta oportunidad estamos frente a una violencia de videojuego. Más específicamente, de esos conocidos como shoot ’em up.

Seguro conocen más de un ejemplo: se trata de juegos en que controlamos a un personaje que, hablando pronto y mal, mata a todo lo que se le cruza. Los enemigos van apareciendo en pantalla, siempre con una dificultad creciente, y nuestro objetivo será eliminarlos a todos hasta llegar al jefe final y completar el juego.

Esta saga es un larguísimo shoot ’em up que comienza con armas de fuego e incluye muchísimos (¡muchísimos!) disparos a la cabeza. Más que una película de zombis. Con el correr de las entregas se mejorarán las coreografías y se agregarán elementos inusuales, como caballos, pero sin perder el espíritu de la original.

A propósito de las coins mencionadas en el subtítulo, las películas de Wick hacen gala de una mitología compleja que incluye una especie de sindicato mundial de asesinos del que nuestro protagonista supo formar parte. Para realizar diversas transacciones, en especial en los hoteles oficiales del gremio, se utilizan unas monedas de oro.

El problema es que su valor parece fluctuar más que el de las criptomonedas de internet, ya que serían una suerte de billete de 1.000 dólares del que nadie te da cambio. ¿Alquilás una suite lujosa en el hotel? Una moneda. ¿Le das propina al botones? Una moneda. Esto puede distraer un poquito, pero la sangre y el sudor nos devolverán a la historia. Lágrimas hay pocas.

Y sus increíbles amigos

Estas películas seguro fueron divertidas de filmar, lo que explica la presencia de actores de renombre. Ya en la primera teníamos a Ian McShane, Lance Reddick, John Leguizamo y Willem Dafoe. Aquellos que sobrevivieron reaparecieron en John Wick 2: un nuevo día para matar (Chad Stahelski, 2014) junto a nuevas adquisiciones como Peter Stromae, Franco Nero y Lawrence Fishburne. Este último no puede ocultar lo mucho que disfruta cada escena.

Si bien la segunda entrega mejora en la mayoría de los aspectos técnicos, incluyendo un bloque “rápido y furioso”, siguió sin conformar en un rubro que afecta a todos los episodios: el jefe final. Ni el más malo de los rusos en la 1, ni el más malo de los tanos en la 2, ni el más malo de los japoneses en la 3 (hay mucha mafia internacional) está a la altura de las circunstancias, y pese a que uno siempre sabe que el héroe triunfará, acá es más que obvio.

Para John Wick 3: Parabellum (Chad Stahelski, 2019) se sumaron Halle Berry, Anjelica Huston y Jason Mantzoukas, entre otros. Al igual que en la saga del Caballero Nocturno de Nolan, el final de la segunda parte dejó a nuestro héroe huyendo, y en este caso huirá durante dos horas más.

Habrá tiempo para más aventuras, ya que en 2022 se estrenará la cuarta parte y ya se piensa en un spin-off cinematográfico y una precuela televisiva. Así que no faltarán oportunidades de comer alimentos ruidosos en la sala y que no se escuchen por tantos balazos y tantas explosiones.

¿Dónde verlo?

  • John Wick: Prime Video, básico de plataformas como NSNow y otras.

  • John Wick 2: Netflix.

  • John Wick 3: Prime Video, alquiler en plataformas como NSNow y otras.