La cuarentena o distanciamiento social –depende de dónde te haya agarrado esta pandemia- ha generado muchas respuestas a la inactividad. Sean cientos de miles de panes caseros horneados por repentinos panaderos, sorprendentes tutoriales de costura o reuniones por Zoom de elencos de películas míticas, todos ponen su grano de arena a la hora de entretener.

Scott Adkins no hace panes ni cose (y es discutible que alguna de sus películas sea mítica), sino que da hostias, patadas, golpes, zurras y tortazos de a montones. Este británico de 44 años se ha constituido en uno de los más creíbles héroes de acción del cine reciente –sobre todo en un rango de producción de clase B– gracias a películas como Accident Man, Avengenment y The Debt Collector (las dos últimas pueden verse en Netflix).

Pero Adkins no sólo sabe dar piñas. Ha hecho que su vida gire en torno a ello. Y ahora lo explica, analiza y siente por su propio canal de Youtube.

“La magia de una buena torta no está sólo en darla, sino en verla” (Bud Spencer, o Joaquín Reyes, de Muchachada Nui)

En el marco de esta pandemia, la revista GQ organizó una serie de videos en los que distintos expertos analizaban particulares escenas de películas. Así, un piloto de avión estimaba cuán realistas eran las representaciones de vuelos en diferentes films, un especialista en esgrima hacía otro tanto con The Witcher o Game of Thrones, mientras que Scott Adkins analizaba los combates de varias películas: la saga Bourne, Karate Kid, Ip Man y alguna propia.

Ya en ese video –que no tiene más de un mes de antigüedad– Adkins se revela como un paciente profesor, con especiales dotes didácticas, a la hora de explicar las artes marciales y también cómo funciona orquestar una pelea en pantalla (fue stunt man o doble de acción mucho tiempo y entiende perfecto la mecánica), cómo se fingen o simulan golpes y caídas, cómo tal o cual cosa sale bien o mal.

Al mismo tiempo, demuestra tener clarísima la técnica cinematográfica específica, Adkins se revela como un inmenso cinéfilo, y compara diferentes relatos del séptimo arte (no limitados a las artes marciales). Como veterano que ha recorrido el cine de acción barato, el de Hollywood y el brutal de Hong Kong, coteja y analiza las peleas, brindando mucho contexto y profundizando con inteligencia los aspectos que maneja a la perfección. Y no sólo eso: es un narrador simpático, atento, humilde y muy divertido.

El video de Adkins fue el mayor éxito de la serie de GQ y sirvió para algo más: el bueno de Scott disfrutó tanto con la experiencia, que resolvió que podía hacer esto mismo en su propio canal de Youtube. Y así es que nació The Art of Action”.

Pulir, encerar

Aunque comienza como un repaso de sus mejores peleas en sus propias películas –por los primeros episodios pasan el chileno Marko Zaror, de Undisputed III, y Kane Kugida, de Ninja 2–, luego Adkins redobla la apuesta y logra entrevistar a las estrellas de acción que admira, haya compartido pantalla con ellas o no.

Es especialmente emotivo el encuentro con el tailandés Tony Jaa, quien se destaca por ser un entrevistado especialmente humilde, amable y cálido. Para el quinto episodio (estrenado apenas la semana pasada) diversifica su propuesta incluyendo por primera vez a Gareth Evans, el director de The Raid, en un episodio que es una maravillosa lección de cine, centrado en cómo filmar de manera auténtica y artística piñas y patadas (algo que no parecería estar asociado al cine de acción de manera frecuente).

Probablemente la mejor de las entrevistas es la que le hace a Michael Jai White en el cuarto capítulo. También veterano de películas de acción de bajo presupuesto, White comparte con Adkins no sólo detalles de sus películas, sino también el significado de dar 110% de cada uno cuando el dinero no es suficiente. “Tiene que verse bien”, asegura White. “No podemos explicarle a la audiencia que no se vio bien porque no tuvimos suficientes días de rodaje”. La humildad y simpleza con que Adkins, White y el resto de los entrevistados se expresan es simplemente emocionante.

Es también muy interesante la visión de estos especialistas –Adkins el primero– sobre Hollywood y lo poco que entiende las películas de acción y cómo filmarlas. Desmenuzan películas escena por escena, fastidiados por la inexperiencia de los directores a la hora de filmar las secuencias de acción, fascinados con la edición entrecortada y sincopada. “Uno no cortaría una secuencia de baile de Fred Astaire”, se queja White a las risas, “¿Qué sentido tiene?”.

La mirada profunda, afectiva y cercana que aporta Scott Adkins sobre el cine de acción es tremendamente contagiosa. Uno no puede dejar de engancharse con cada episodio de The Art of Action y disfrutar como un niño chico de estos artistas que dejan todo –y muchas veces, así se rompen– a la hora de brindar su arte. Un programa adictivo, que sólo promete más y mejores episodios. Adkins ha sabido sacarle el jugo a la cuarentena sin pegar ni una sola patada.