“Preparamos un Cosquín que surge de la adversidad, pero por otro lado de un proyecto que nosotros ya habíamos iniciado: una plataforma para los fans del Cosquín, en la que se pueden ver los festivales que hacemos fuera de Argentina”, dice el productor cordobés José Palazzo, creador del festival Cosquín Rock, que tuvo su primera edición en 2001, en la ciudad homónima de Córdoba. Con el tiempo el evento se volvió más masivo, con bandas locales e internacionales, y fue teniendo ediciones en cada vez más países –en 2018 llegó a Uruguay–.

Palazzo cuenta que este año, por lo que todos ya sabemos –sí, la pandemia de coronavirus, ¿qué más?–, no se pudo hacer el festival en Uruguay, Paraguay, Estados Unidos, España y México. Así las cosas, todos los productores de esos países sumaron fuerzas y surgió la versión “nueva normalidad” del Cosquín, un festival que será por streaming e interactivo.

El megaevento arranca hoy y termina mañana, con 60 artistas de más de diez países en cuatro escenarios en simultáneo, como el Luna Park, el teatro Vorterix (ambos de Argentina) y la Sala del Museo (de nuestro país), entre otros lugares. Los músicos tocarán en vivo y el público podrá disfrutarlo desde la comodidad de su casa. Las entradas se consiguen por Redtickets y valen $ 440 el día y $ 660 el bono para ambas fechas; para más información sobre el streaming se puede consultar la plataforma del evento, cosquinrock.net.

“Hemos logrado que las bandas enteras toquen juntas –y no que cada músico esté en su casa–, cumpliendo con los protocolos con los que nos toca vivir. Estamos en esto, que es el presente de los recitales. Quizás extrañamos otras cosas, pero es el presente: el artista tocando en un lugar, con toda su producción técnica, y el público en su casa”, dice el productor.

Además, cuenta que este evento resulta un “gran desafío” en cuanto a la capacidad tecnológica para llevarlo adelante, porque para que la plataforma tenga la calidad óptima de transmisión tuvieron que mejorar la conectividad de varias salas, y así poder subir “en tiempo real” las cinco cámaras que filmarán cada show –incluida una que se puede rotar 360 grados–. “Entonces, entramos en un desafío que por momentos nos superó, pero que hoy nos dejó muy contentos a todos. Estamos en la víspera de lo que para mí será uno de los festivales más grandes que va a haber de este presente de la música a nivel hispanoamericano”, sostiene.

Palazzo dice que obviamente el evento es con entrada paga, ya que sólo la producción de los espectáculos que se emiten desde Argentina cuesta 500.000 dólares. Por ejemplo, cada persona que se conecta a ver el streaming cuesta un dólar, y eso sin contar la filmación, la producción, etcétera. “Va a tocar una banda en Argentina, entra una de Uruguay, Bolivia o Perú, y en ese tiempo se desarma el escenario, se desinfecta todo. Sale todo el mundo y entran los técnicos de la banda y luego los músicos, porque sólo puede haber 20 personas en cada lugar. Imaginen la locura de logística que es”, subraya.

El evento arranca hoy a las 17.00 y entre tantos artistas se destaca la presencia de 2 Minutos (Argentina), Reincidentes (España), Julieta Venegas (México), Vicentico (Argentina), Las Pelotas (Argentina) y Los Pericos (Argentina). En tanto, mañana, entre las grandes presentaciones estarán las de Molotov (México), Ratones Paranoicos (Argentina), Él Mató a Un Policía Motorizado (Argentina) y León Gieco (Argentina). De Uruguay estarán Agarrate Catalina, Julieta Rada y Cuatro Pesos de Propina.

Murga en banda

“Estamos como todos, adaptándonos a estos nuevos formatos, que son los que van quedando”, dice Tabaré Cardozo, líder de Agarrate Catalina, que se podrá ver hoy a partir de las 22.15. Para la murga esta “nueva normalidad” resulta un verdadero cambio, ya que estaba acostumbrada a girar por todo el mundo. De hecho, el 13 de marzo, cuando se decretó la emergencia sanitaria en Uruguay, los comandados por Cardozo estaban haciendo su primera presentación de una gira por el interior, y en la hoja de ruta luego tenían Argentina, Colombia, España y Estados Unidos. Pero los planes, claro está, se fueron al garete.

“Obviamente que en ese momento supusimos que iba a ser algo transitorio, que se iba a aplazar la gira y luego se iba a reponer. Pero ahora tengo la duda, no sé qué va a pasar. No solamente hay que adaptarse a que eso no está, sino que tal vez eso cambie para siempre. También es un acomode de cabeza: estamos todos barajando y dando de nuevo”, dice Cardozo.

En esta oportunidad, como cada show no será de más de media hora, la murga se presentará en un formato que ya conoce bastante –incluso lo llevaron adelante en el Cosquín Rock presencial de allá y de acá–, más similar al de una banda, cercano a como se presenta Cardozo cuando anda de solista –de hecho, algunos músicos serán los de su banda–. El espectáculo tendrá más que nada canciones de Agarrate Catalina de todas las épocas, adaptadas al formato banda, y no será una presentación tradicional de murga, con disfraces, una línea narrativa y todo eso.

Para la murga es fundamental la presencia del público, que es el termómetro de un espectáculo. De todas maneras, Cardozo acota que público habrá, sólo que no podrán sentir su respuesta. Pero a eso también están acostumbrados, porque ya han tocado muchísimas veces en la televisión, que es parecido.

“Cuando tocás en un estudio de televisión sabés que el público está ahí, que te está mirando, pero no sabés exactamente cuánta gente es ni qué reacción tiene en ese momento. Pero igual suponés que la gente que está sintonizando esa transmisión está afín. En este caso es un festival, y obviamente que hay gente que nos verá por primera vez y que no es necesariamente nuestro público. Pero eso igual pasaría en el modo presencial”, indica. Agrega que en la “vieja normalidad” la murga participó en muchos festivales de rock, de folclore y otros que a priori no serían de su “palo”, pero de todas formas les fue bien.

Si bien hoy los géneros están más abiertos y mezclados que nunca, muchas veces desde la ortodoxia se critica que una murga se presente en un festival que tiene “rock” en su título. Cardozo dice que esa crítica es “atendible”, porque la ortodoxia también “mantiene vivo a un género”. Es más, señala que Agarrate Catalina ha sido muchas veces “la piedra en el zapato” de “diferentes ortodoxias”. “Por ejemplo, dentro del género murga nosotros hemos sido rupturistas. Pero me parece que cuando algo está hecho de corazón, está ensayado, tomado con responsabilidad, seriedad y profesionalismo, tiene una carta blanca, una cesión de confianza”, finaliza Cardozo.

Julieta Rada, en la entrega de los premios Graffiti 2017.

Julieta Rada, en la entrega de los premios Graffiti 2017.

Foto: Javier Calvelo, adhocFOTOS

Julieta y la guitarra

Julieta Rada marcará presencia hoy a las 17.35 desde Sala del Museo. La cantante cuenta que este tipo de evento es una primera experiencia para todos pero la viene llevando bastante bien, ya que trata de “no pensar mucho” y aprovechar todo el tiempo libre que tuvo por obligación. Por ejemplo, está aprendiendo a tocar la guitarra. “Es algo que quería hacer hacía mucho tiempo. Estudiar un instrumento requiere bastante tiempo, pero no lo tenía. Arranqué de cero, de principiante básico, y la verdad que me enamoré bastante. De chica tocaba el piano pero es como que nunca le agarré la onda, y ahora con la guitarra me siento más identificada”, confiesa.

En 2019 la cantante editó Bosque, su último disco, que se sumó a Corazón diamante (2015) y Afrozen (2012). Si bien ya es su tercer álbum, ella no siente que ya tenga definido su estilo, porque no se identifica con ningún género en particular. “En cada disco hago lo que tengo ganas de hacer en ese momento. Sí me afiancé más conmigo misma y con componer, con sentirme más segura, pero no con un estilo”, dice.

Julieta cuenta que ser hija de Ruben Rada nunca le pesó a la hora de hacer su música. Pero quizás sí en el pasado, cuando recién empezó con su carrera musical, ya que había “mucha gente” que pensaba que ella “hacía canciones para ser famosa, y porque era la hija de Rada” y su padre la “colocaba en lugares”. “Pero después se fueron dando cuenta de que no era así”, acota la cantante. Julieta se presentará con su hermano, Matías Rada (guitarra), más Nacho Mateu (bajo), Emiliano Pérez Saavedra (batería) y Manuel Contrera (teclado).

La cantante estaba viviendo en Argentina cuando estallaron la pandemia de coronavirus y también las transmisiones de músicos por las redes. Pero cuenta que a ella todo eso le generó “rechazo” y no quiso ver nada. “Porque me alejé de las redes, directamente. En los primeros meses de pandemia me re deprimí, no quise ver nada de nadie. Estaba en Argentina, muy encerrada; no podía salir, porque no era como acá, que hay un poco más de libertad, entonces me bajoneé bastante”, confiesa.

Rock and living

Bandas nacionales en DirectTV

La empresa de televisión para abonados DirecTV pondrá en marcha durante todo agosto una movida para llevar “el rock nacional a todos los hogares del país”, en la primera edición de lo que dieron en llamar DirecTV Rock and Living. “La propuesta acercará una experiencia de intercambio entre el espectador y las bandas, que tocarán en vivo sobre un escenario, con luces, sonido y el ambiente perfecto para ofrecer un show único que se podrá disfrutar desde los hogares de todos los fanáticos de la música nacional”, se señala en la gacetilla de prensa.

Ya pasó Buitres, y el miércoles le toca a Snake, a las 21.00, por streaming a través de la cuenta UruguayRock de Instagram y Facebook y por el canal de Youtube Rock & Living-Uruguay. “Cada show tendrá una duración de una hora, en la que los artistas tocarán en dos bloques de 25 minutos, con una pausa de diez minutos en el medio, momento que se destinará a que respondan algunas de las preguntas que el público realice mediante las redes sociales”, se anuncia.


ORO puro

La banda de blues-rock ORO no tocaba en vivo desde diciembre, y vuelve a los escenarios el jueves a las 21.00 en La Trastienda, con entradas por Abitab a $ 485 (mesas) y $ 685 (platea preferencial). El espectáculo se llama En el espacio y Federico Anastasiadis, baterista y vocalista de la banda, cuenta que decidieron titularlo así porque será un show diferente: no sólo porque el público estará sentado en mesas, sino porque desde hace meses que están trabajando en canciones con otra sonoridad.

“Nos parecía que estaba bueno enmarcar el show dentro de algo, darle un concepto que es un poco por donde va el sonido nuevo de la banda, y también del repertorio de siempre, que estamos reinterpretando para adecuar a ese sonido”, cuenta. Agrega que el nuevo sonido, claro está, es “más espacial”, más “experimental”, sobre todo por la guitarra, que maneja otros efectos y dinámicas.

La música de ORO es pesadita, no muy adecuada para que la gente la escuche cómodamente sentada, por eso Anastasiadis dice que es “todo un tema” cómo preparar el show. Lo armaron para que vaya metiendo al público de a poco en un viaje. “Es como si fueras a ver una obra de teatro o una película, no es que estás en un boliche, te parás y vas a la barra, conversás, etcétera. Es un show fuerte pero que se va aclimatando y te va llevando, no es una piña en la cara de una”, finaliza.