Ecce Homo, como se titula la muestra antológica del artista uruguayo Federico Arnau (1970, Salto), iba a estrenarse el 20 de marzo, pero, pandemia de por medio, debió esperar 137 días para abrir sus puertas al público. El martes 4 de agosto quedó inaugurada en la sala del Subte. La exposición presenta 40 obras del artista, que recogen más de 25 años de trabajo, con la curaduría de Gustavo Tabares, artista y curador uruguayo con quien Arnaud compartió taller por 13 años, y Raúl (Rulfo) Álvarez, director del Subte.

Este proyecto nació hace tres años, cuando el artista se postuló al Fondo de Estímulo a la Formación y Creación Artística (Fefca) del Ministerio de Educación y Cultura y ganó la Beca a Creadores Justino Zavala Muniz a la trayectoria artística. Desde entonces Arnaud y Rulfo venían planeando la exposición, buscando el momento adecuado para su presentación en la sala que este último dirige.

Sobre 2019 se definió la fecha (marzo-mayo 2020) y se incorporó a Tabares al equipo curatorial. La propuesta incluye, además, charlas con invitados especiales y la publicación de un catálogo de la exposición, que se espera que llegue antes del cierre (el 20 de setiembre).

Foto: Federico Gutiérrez

Foto: Federico Gutiérrez

La exposición se estructura en tres tópicos: Neo Barroco, Espacio y Materia, y Arqueología Personal. En Neo Barroco encontramos una de las obras más populares de Arnaud: El juego de los milagros (1999), un futbolito que en lugar de jugadores tiene estatuillas de la Sagrada Familia. Aquí el artista investiga y ahonda en la identidad del continente americano, desde un enfoque decolonial, toma elementos de diferentes tradiciones y los pone en relación a través del sincretismo, un recurso que se destaca en su obra. A su vez, hay un interés por escenificar los rituales cotidianos: la comida, el dormir, el amor y el tiempo.

Espacio y Materia ofrece una serie de obras en que la materia y su relación con el espacio se vuelven centrales, y hay un marcado cambio estético respecto del tópico anterior, las obras se vuelven más leves y oníricas. Además, según indica Arnaud, “hay un desplazamiento de lo sacro a un abordaje más conceptual”. En medio de la crisis económica de 2002, estas piezas trabajan la destrucción como forma de deconstrucción, los sueños y las utopías. En medio de la sala hallamos una capa de cemento despedazada con la forma de Uruguay: se trata de la instalación Renación (2016), una obra colectiva para la cual convocó a personas mayores y niños a romper el mapa para luego reconstruirlo ‒puede verse un video del proceso‒.

Por último, Arqueología Personal es el eje que más se vincula con la historia de vida del artista, pero esa historia está muy ligada a la historia reciente de Uruguay, la dictadura y el exilio. En la mayoría de estas obras el artista pone el cuerpo, ya sea a través de la performance o el video, para reflexionar, sanar y exorcizar esa memoria y ese dolor.

Foto: Federico Gutiérrez

Foto: Federico Gutiérrez

Contrapuntos

Los tres tópicos generan un exitoso contrapunto entre formas pesadas y etéreas, entre tonos ocres y blancos, entre una estética derruida y otra más limpia. En esta muestra cobran igual importancia tanto las presencias como las ausencias, hay un juego constante entre construcción y destrucción, vida y muerte, conquista y decolonialidad, cristianismo y paganismo. El artista parece habitar ese espacio para reflexionar sobre la memoria, el tiempo, el dolor y la muerte, según apunta Tabares.

Más allá de este contrapunto, se pueden identificar elementos recurrentes en la obra de Arnaud, tales como los globos, asociados al cumpleaños como una medida del tiempo personal; las sillas, como un elemento de la vida cotidiana que es resignificado; o el alimento, que muchas veces simboliza la vida y el cuerpo, o su ausencia.

Desplazamientos

En la obra de Arnaud las grandes categorías artísticas se nos antojan estrechas y limitadas; parece inconcebible capturar en ellas la multiplicidad de formas y técnicas que aborda, e imposible axonomizarlas. Así este artista transita un espacio liminal que se abre entre la escultura y la instalación, la performance, el video arte o los artefactos-muebles. Su obra toma mano de diferentes materiales, como papel, madera, cemento, yeso, objetos en desuso y telas.

Foto: Federico Gutérrez

Foto: Federico Gutérrez

Según cuenta el artista, su proceso creativo empieza muchas veces por la materialidad, por la combinación de los distintos elementos que tiene en su taller. Se confiesa un acumulador de cosas, materiales, restos, objetos viejos que denotan el paso del tiempo. Hay un interés por coleccionar y ordenar esos materiales, hacerse de un inventario a partir del cual trabajar los diferentes temas. Sumado a esto está la operación semántica que se va generando al combinar los distintos materiales, que arrojan nuevos significados. De esta forma su obra produce un extrañamiento en el espectador, que incita a la reflexión.

La obra de Arnaud es muy rica. Los temas son explotados en profundidad, a través de resoluciones matéricas que, en ocasiones, aparentan ser sencillas pero ocultan múltiples capas de significado. Cada elemento tiene una historia y una razón de ser, que se vincula con la historia de América, de Uruguay o con su historia personal. Si bien todo ha sido cuidadosamente planificado, a cada momento nos sorprendemos trazando nuevas líneas y relaciones entre una obra y otra, o incluso con otros artistas y tradiciones.

Su obra ha sido influenciada por el trabajo de Ignacio Iturria (1949, Montevideo), con quien comparte cierta atmosfera y espíritu; Gonzalo Fonseca (1922-1997, Montevideo- Seravezza) en su búsqueda por la ancestralidad; y Christian Boltanski (1944, París) dado su uso de la imagen, la memoria documental y el espacio. A su vez, en la materialidad de su obra podemos encontrar rastros del artista catalán Antoni Tàpies (1923-2012, Barcelona).

Ecce Homo, de Federico Arnaud. En el Subte Centro de Exposiciones (Plaza Fabini), de martes a domingos de 12.00 a 19.00. Hasta el 20 de setiembre de 2020.