“Para llegar a Mario Benedetti hay que atravesar una selva de libros”, escribió María Esther Gilio a fines de los 90, cuando lo visitó en un living repleto de libros que tapizaban las paredes, cubrían las mesas y se apilaban en algún rincón. Cuando le preguntó “¿aquí en Montevideo están todos?”, él le respondió, “No, claro que no. También vivo en Madrid. Dos casas, dos bibliotecas”. Enseguida ella le recordó que, en algún momento, él había dicho que el hombre exiliado se parecía a un bígamo. El autor de La tregua validó la analogía, admitiendo que el pasado siempre estaba vivo y, muchas veces, hasta se volvía más intenso que el presente.
Eso es lo que le sucede a muchos de sus lectores, que vuelven a la estampa de un escritor que continúa recomponiéndose entre múltiples variantes. A partir del sábado, la fotogalería del Parque Rodó habilitó nuevas aproximaciones, cuando al mediodía se inauguró una exposición integrada por dos vertientes: por un lado, fotografías que integran el archivo de más de 800 piezas que Benedetti guardaba en su casa y que ahora custodia su fundación, y, por otro, las capturas que realizó el fotógrafo argentino Eduardo Longoni cuando lo siguió durante más de seis meses, a mediados de los 90, en un recorrido por el Montevideo de su vida y de su obra, pasando por altos como el Parque Capurro (evocado en La borra del café, como recuerda el texto de la muestra) y distintos cruces del centro que fueron escenario de La tregua y Montevideanos.
Esta exposición, organizada entre el Centro de Fotografía de Montevideo (CdF) y la Fundación Benedetti, abarca desde el mundo de la infancia del escritor, su juventud y primeros viajes, hasta su madurez, con fotos del exilio en Argentina, Perú, Cuba y España, y luego el desexilio y el regreso a Uruguay. Esta es una de las primeras de las actividades que celebran el centenario de su nacimiento (entre el homenaje que le está realizando la Comedia Nacional, Nociones básicas para la construcción de puentes, y el circuito inteligente de la Intendencia de Montevideo, que ofrece descubrir la ciudad desde su mirada, con un relato que cruza obra, vida y sitios emblemáticos, www.descubrimontevideo.uy).
La presidenta de la fundación, Hortensia Campanella, comenta que el equipo admira muchísimo el trabajo que viene desarrollando el CdF, y se sorprende cuando recuerda que el centro se creó en un año como 2002, y ahora, casi dos décadas después, ha desarrollado señeros proyectos que se mantienen como referencia en la región.
Daniel Sosa, director del CdF, le propuso trabajar en conjunto con la fundación cuando estuvo al tanto del archivo de Mario y de su afición por la fotografía. Algo que, cuenta Campanella, le fue heredado de su familia, ya que el escritor tiene muchísimas fotos desde que era un niño, y luego él continuó la afición familiar.
La presidenta cuenta que lo interesante de este archivo es su variedad, y la posibilidad de hallar curiosidades de distintas etapas. “En el archivo se suceden imágenes de la infancia y lo que luego fue una trayectoria por el mundo. Siempre le interesó viajar y era alguien muy sociable, de modo que hay fotos con muchísima gente: escritores del boom, amigos como Ernesto Cardenal, Fidel Castro, Joan Manuel Serrat, Homero Alsina Thevenet, integrantes de El Galpón, su esposa Luz, Nicolás Guillén; pero también un retrato junto a Tabaré Vázquez cuando ganó las elecciones de la intendencia, o cuando la reina le entregó el Premio Reina Sofía de poesía, que fue muy importante”.
Para esta muestra, explica, se apostó por una selección que apuntara a lo menos difundido. En esa línea, se encuentra “una foto de Luz y él, en medio de la nieve, con un muñequito, que no es nada conocida; él jugando al ping-pong en La Habana; otras subiendo a una montaña. Y claro que hay otras más difundidas, como la famosa de la Generación del 45 con Pablo Neruda”. Pero, en general, se trató de incluir fotografías que trazaran una narrativa biográfica desde diversos perfiles. “Obviamente, por espacio, la selección fue muy exigente, y ofrece distintas facetas de un Mario muy humano, muy cercano. Distintas variaciones que llamarán la atención de toda la gente, incluso la que no es tan cercana”, indica.
Para Victoria Ismach, coordinadora de la curaduría, la muestra busca contar parte de su obra y de su vida en imágenes, considerando un corte que, por ser parte del archivo personal, apunta más a aquellas fotografías más íntimas, tanto de su infancia y juventud, como de su vínculo con la Generación del 45, sus viajes, el período en el exilio, la actividad cultural. “Hacia el cierre de la muestra hay imágenes del escritorio con objetos personales del autor y una selección de tapas de sus publicaciones de poemas, cuentos y crítica literaria”, adelanta.
En el caso de las fotografías de Longoni, explica la curadora, se trata de un segmento de retratos que ofrece un acercamiento a un momento específico de la vida de Mario, en el que se lo ve en la intimidad de su casa y los lugares que solía visitar, pero también las calles, los barrios y recorridos que hacía tanto en Buenos Aires como en Montevideo. “Estas fotos funcionan como retratos autorales y como documentos de esos momentos, pero también como registros del propio reencuentro de Mario con esas ciudades desde la experiencia de un nuevo recorrido, a partir de la propuesta del fotógrafo”.
Lecturas
En la inauguración se dedicará un espacio para lecturas de textos de Benedetti a cargo de algunos invitados (entre los que se encuentran Eduardo Nogareda y Claudia Magliano), y se convocará al público a leer fragmentos que cada uno elija. También se ofrecerá una recorrida por la muestra a cargo de la Fundación Benedetti.
Luego, todos los sábados a las 15.00, las visitas comentadas estarán a cargo del CdF (para asistir con grupos, se puede escribir a [email protected]).