Luego de la extendida pausa, el Ballet Nacional del SODRE (BNS) decidió regresar y adaptar su nuevo repertorio a las condiciones del presente. Así, en vez de estrenar Un tranvía llamado deseo, el BNS ofrece una gala que desafía al público habituado e invita a acercarse a aquellos que no suelen hacerlo.

En la gala confluyen obras clásicas y contemporáneas, y tres estrenos coreografiados por el argentino Mauricio Wainrot (director del ballet del teatro San Martín por más de 20 años), el italiano Francesco Ventriglia y el vasco Igor Yebra, director del BNS.

Para Wainrot, fue “fascinante” coreografiar Chopin número 1 “con semejante soporte musical”, que además de ofrecer una gran calidad, cuando se sumergió en él halló un “sinfín de sutilezas”. La pieza de Ventriglia es Intake, para la que trabajó el instinto a partir de la música de Johann Sebastian Bach.

En el caso de Yebra, estrenará El cisne, una obra con la que invirtió el orden habitual: a comienzos de los 2000, La muerte del cisne seguía siendo interpretado por mujeres, como marcó la legendaria Anna Pávlova en 1907. Pero en 2005 Yebra decidió reinventar el clásico e interpretar la versión masculina. “Es un solo que bailé durante muchos años”, recordó el director en diálogo con la diaria, y contó el recorrido de este solo: cuando lo vio la estrella del ballet ruso Maya Plisetskaya (“una de las mejores bailarinas que bailaron la muerte del cisne, en la que yo me inspiré en algunas cosas”, dice), le pidió que lo bailara en su fiesta de 80 años en el Bolshoi. Mucho tiempo después, esta será la primera vez que Yebra dirija su versión, que comienza con un silencio desafiante, en el que el bailarín debe cautivar al público sólo con su presencia.

Las demás piezas serán una suite de La bella durmiente, El Quijote del Plata, Encuentros y Adagietto.