“Religiosamente va todas las noches al bar, / siempre al encuentro de la misma tempestad”, dice la canción “El capitán”. No es de noche pero estamos en un bar, Las Flores, al encuentro de Garo Arakelian, Diego Presa y Gonzalo Deniz, este trío de cantautores que hace cuatro años se reunió bajo el nombre El Astillero. Cada uno con un estilo, bien marcado y diferente, aportó para que la suma de las partes sea algo más que esa individualidad.
Pero su sinergia tiene una sincronía difícil, porque cada uno tiene los horarios entreverados por sus proyectos y vidas. Esta vez, los planetas se alinearon para que el martes a las 21.00 El Astillero se presente en el Teatro Solís, con entradas por Tickantel a $ 1.000 (y 2x1 para suscriptores de la diaria). Sesiones (2016) y Cruzar la noche (2018) son los discos del trío, pero según contaron en esta entrevista, en el horizonte ya se vislumbra el tercero.
¿La pandemia es otra noche que hay que cruzar?
Diego Presa: Es una metáfora que se puede aplicar a esta situación. Han sido meses difíciles, no especialmente para nosotros, pero simbólicamente es un tiempo bravo de comprender y de transitar, y también para proyectar una posible salida. Fueron meses en los que nos cuestionamos nuestro lugar como músicos en el ámbito social. ¿Qué significa hacer canciones ahora?, ¿qué valor tienen? A mí estos meses me generaron muchas preguntas y pocas certezas.
Gonzalo Deniz: Se presentan nuevos escenarios que hacen a la configuración del músico, a los lugares donde se toca y la producción de espectáculos y eventos. A veces se presentan situaciones que plantean nuevas reglas de juego y te hacen replantearte, ir para atrás y pensar en dónde estás parado y qué deberías hacer. Cosas que antes de repente se daban por sentadas quizás ya no lo son tanto.
Durante estos seis meses que llevamos de pandemia no aparecieron como El Astillero haciendo ningún streaming ni nada en vivo por las redes.
Garo Arakelian: Como El Astillero es obvio que tenemos una posición que es el resumen de nuestras diferencias, porque nosotros individualmente tenemos coincidencias y diferencias. Además, estamos en proyectos en los que también tenemos una relación con la cultura y lo artístico que no necesariamente coincide con cómo se maneja El Astillero. Lo de las redes fue una cosa conversada entre nosotros. Conversamos mucho sobre la calma. Apenas se decretó la emergencia sanitaria hubo como una urgencia de manifestar una voz y una presencia audiovisual, ni siquiera con opinión; como si el pueblo tuviera hambre de mí, artista, músico: “Yo voy a llenar un vacío que está generando esta crisis”. Eso fue por lo menos asqueroso. Es la típica cosa que tiene un contenido político sin ser explícito. El contenido es por un lado la megalomanía, la necesidad de sentir –evidentemente es una cosa trabajada durante muchos años– que la voz del músico es importante.
"Durante la emergencia decidimos no participar en cosas de streaming, no regalar contenido a corporaciones para que nos vean tres personas". (Arakelian)
“Hago falta, yo siento que la vida se agita nerviosa si no comparezco, si no estoy”, decía Alfredo Zitarrosa en “Guitarra negra”.
Garo Arakelian: Pero hay que tener unos huevos bien grandes para decir “hago falta”, más allá de lo simbólico. No, no hacés falta; capaz que tu silencio, tu ausencia, tu cautela y poder observar qué es lo que está pasando y no ser rehén de engranajes ajenos es tu mejor militancia en determinado contexto. Bueno, sin tanta complicación argumental, fue más o menos lo que hablamos. A eso se debe que no participamos en cosas de streaming, de regalar contenido a corporaciones para que nos vean tres personas y decir “entradas agotadas”.
"Los músicos somos un colectivo muy diverso y, en muchos casos, con poca conciencia política". (Presa)
La música en vivo fue de las actividades que más demoraron en volver en la “nueva normalidad”, de hecho, los espectáculos musicales aún están bastante restringidos. ¿Eso qué les dice?
Diego Presa: Sobre todo nos habla de nuestra debilidad como colectivo. Los músicos somos un colectivo muy diverso y en muchas ocasiones con poca conciencia política. Nos ha costado mucho reunirnos y generar una voz colectiva potente. En ese vacío que se genera es que suceden estas cosas, porque no somos un grupo de presión. La gente va transando de manera más individual y otros colectivos se hacen cargo de hecho de la voz de los músicos, sin que haya discusiones, pero eso es una responsabilidad sobre todo nuestra, que lo permitimos. Otros grupos de presión que están más organizados y más fuertes lograron otras condiciones de trabajo de manera más rápida.
Capaz que ahí entran a jugar los egos.
Diego Presa: Sin duda, pero se habla mucho del ego del actor, y los actores están organizados de otra manera.
Garo Arakelian: Es verdad, pero también, por ejemplo, el teatro, dramaturgos y actores, están representados en lo institucional, desde el gobierno departamental, en el Departamento de Cultura: están adentro del mundo donde se decide. Los músicos no solamente no somos un grupo de presión sino que estamos totalmente por afuera de eso. Te tendrían que hacer los mandados, alguien lo tendría que encargar, y por eso pasa lo que pasa: como un presidente autodesignado, como en algunos países de América, saltan cuatro personas que dicen “nosotros representamos a los músicos” y puede funcionar, porque no tenés una forma de ponerte del otro lado. Al lugar en el que estamos llegamos con esas instancias, con protocolos aprobados por cuatro discípulos de Jesús en nombre de todos.
Vos tocaste en varios Pilsen Rock con La Trampa. ¿Cómo viviste la última edición, que fue en streaming y grabada?
Garo Arakelian: No tengo sentido de pertenencia con esas cosas. En mi currículum no tengo que yo soy por tal cosa, entonces, si eso se toca me están manchando. Son logotipos que se venden. Los músicos tienen que saber decir sí o no, pero no es lo más grave que haya sido por streaming sino que no haya gente de 20 años y que los principales números de grilla tengan más de 40 años. Por mí lo pueden pasar por Youtube o Whatsapp, pero lo importante es lo otro.
Diego Presa: Hay un montón de gente haciendo cosas, hay recambio y proliferación de proyectos de bandas, de solistas y de gente escribiendo. Gente muy chica, que se acerca a la poesía, a la canción de autor y a distintas vertientes del rock, del hip hop, del rap, etcétera. Eso es muy fuerte y está ahí, vivo, pero como siempre ha pasado, no es fácil que accedan a los medios masivos o a ese tipo de ámbitos más mainstream.
Gonzalo Deniz: Yo no vi el Pilsen Rock, pero es cierto que no hay un recambio si buscás una Vela Puerca o No Te Va Gustar, pero sí hay recambio: un montón de proyectos que capaz que no se inscriben dentro de esa corriente del rock. Por ejemplo, Niña Lobo es una banda que me gusta mucho, le han dado la oportunidad de estar y tienen 20 años. Es cierto que están las bandas que vienen de hace muchísimos años y se les da poca oportunidad a algunas bandas que aparecen ahora, pero no es que vengan a sustituirlas.
Van a tocar en el Teatro Solís, obviamente, con protocolo, con menos aforo. Eso implica más gasto para solventar el espectáculo.
Diego Presa: Sí, es una de las dificultades que se generan a partir de la reducción del aforo. Hace un par de semanas aflojaron un poco las duras condiciones de distanciamiento que había y está creciendo el porcentaje de localidades a la venta. Una de las cosas que decidimos fue no cargar las dificultades económicas al que va a comprar la entrada, algo que en algunas salas privadas se ha hecho: cobrar la entrada el doble de lo que se estaba cobrando normalmente. Esa no es nuestra idea.
Garo Arakelian: En muchas salas privadas se ha cargado sobre el músico, reduciéndole el ingreso. Eso funciona en el protocolo aprobado, o sea, Poder Ejecutivo mediante. Es trazable porque se le pide al músico que el arreglo sea 50 y 50, en vez de 70 y 30.
Diego Presa: Eso es inaceptable.
Garo Arakelian: Bueno, evidentemente es aceptado por muchos. Es una tontería pensar que el cambio de gobierno, la cultura vinculada a la izquierda y la pandemia es todo un plan ideado en esferas imposibles de identificar, pero sí la simultaneidad de eventos se direcciona para beneficiar determinada realidad. Se le va a dar palo a todo lo que tenga que ver con cultura popular–ya se le está dando– aprovechando todo esto, de la misma forma que se le dio, ley de urgente consideración mediante, al movimiento sindical, se le van a quitar derechos. Hoy en día no necesitás una herramienta visible para reprimir, porque existen una cantidad de herramientas sutiles para desgastar las cosas, hacerlas no viables y destruirlas. Evidentemente, la cultura popular está en la mira, como la educación, por razones que son obvias, porque son modelos diferentes.
El último disco lo sacaron hace dos años. ¿Están trabajando en uno nuevo?
Gonzalo Deniz: En los últimos meses arrancamos a intercambiar ideas y a medida que nos empezamos a juntar intentamos llevar a cabo arreglos e intercambiar sobre las letras, sobre todo cuando se concretó la posibilidad del concierto del Solís, para poder mostrar algo de eso. Porque hicimos un Solís hace más o menos un año, que fue casi nuestra última presentación en Montevideo, y veníamos de hacer una gira extensa por todo el país, con muchas presentaciones alrededor del disco Cruzar la noche. Y ahora, un año después, se nos presenta una situación en el mismo lugar pero completamente distinta: venimos de varios meses de inactividad pero también volvemos con ganas de mostrar algo nuevo. Más allá de este concierto, estamos trabajando en canciones nuevas. Todavía queda mucho camino por recorrer, pero tratamos de empezar a vislumbrar un rumbo.
Garo Arakelian: También hay un tema que es político, en el sentido de la construcción. La peor de las crisis es que elijas hacer covers. Si a vos te prohíben la música nacional, bueno, hacés covers y vas a sobrevivir. Ahora, si estás en democracia, hay una crisis que afecta todos los terrenos basales en los que se construye la sociedad, y no tenés cosas nuevas, ya está, no le eches la culpa a nadie. Crear cosas nuevas y mostrarlas tiene que ver con eso: no estás parado arriba de una cosa que ya pasó.
Gonzalo Deniz: Además, hubo un proceso entre nuestro primer y segundo disco: pasar de canciones que eran reinterpretaciones de canciones preexistentes que cada uno había hecho a hacer canciones compuestas entre los tres. Hubo un período para llegar a emparejar el repertorio de hace dos años con el nuevo, y eso se logró en la gira del año pasado.
"Prácticamente no toqué la guitarra en todos estos meses". (Deniz)
Varios músicos me han comentado que, al contrario de lo que se podría pensar, en el período de más encierro de la pandemia psicológicamente no les daba para ponerse a componer, por más que tuvieran más tiempo libre. ¿A ustedes cómo les pegó?
Diego Presa: Tuve períodos en los que estuve inactivo y otros de mucha producción. De alguna manera, me obligó a una especie de introspección y en algún momento surgieron cosas, que no necesariamente tenían que ver directamente con el contexto sino, más que nada, con una búsqueda personal. Pero no es para nada una cuestión automática, que como tenés tiempo para hacer determinadas cosas las vas a hacer, sobre todo a nivel creativo.
Gonzalo Deniz: Yo prácticamente no toqué la guitarra en todos estos meses. Estuve componiendo porque trabajé en la banda sonora de una película, pero era algo distinto a lo que suele ser componer mis canciones o las de El Astillero. Y el intercambio de ideas del trabajo en conjunto de nosotros tres es más reciente, no fue en el momento más crítico.
Garo Arakelian: Yo recién me puse a trabajar de manera activa, de cara a algo nuevo para El Astillero, pero durante el primer período de la crisis sanitaria lo que hice fue estudiar. Tuve la suerte de ser beneficiado con un apoyo del Fonam [Fondo Nacional de Música] para estudiar con [Esteban] Klísich. Me concentré en eso. Todavía era de noche y me levantaba a estudiar armonía. Era como ponerte los auriculares, ir al gimnasio y pensar en nada.
¿Y te sirvió de algo?
Garo Arakelian: Claro, ahora soy un crack.