Ignacio Alcuri (IA): Lo correcto, antes de ponernos a discutir acerca de las bondades que tiene esta serie, sería contarles a los lectores de qué va. Only Murders in the Building es una serie de humor y una serie de misterio, que parodia al género true crime que tan popular se ha vuelto en servicios de streaming y en podcasts. ¿Voy bien por ahí?
Rodolfo Santullo (RS): Totalmente. El podcast como excusa, pero también como motivador de la trama.
IA: Tenemos a tres protagonistas muy distintos –ya hablaremos de ellos–, que se unen por su fanatismo a este género que pone a los espectadores como parte de la investigación; a veces para que saquen sus propias conclusiones, a veces para que aporten sus cerebros al caso. Y obviamente terminan produciendo y protagonizando su propio podcast después de que un vecino del edificio en el que viven aparece “suicidado”.
RS: Primero que nada, la trama gira –como debe ser en todo buen misterio– en torno al muerto: Tim Kono. Un vecino al que, al parecer, nadie quería en el edificio y que había tenido problemas con varios. Ningún que ameritara que alguien lo matara pero, bueno, está muerto. Y quiere la casualidad que nuestro trío protagónico tenga algunos datos llamativos de lo ocurrido esa noche, el haber compartido un viaje en ascensor con el finado y su fascinación por los mencionados podcasts de true crime, como excusa para empezar a investigar.
IA: Aquí me permito hacerte una pregunta, aprovechando este formato. ¿Qué fue lo primero que te enganchó? Porque tenemos, por un lado, el factor comedia y, por el otro, el detectivesco. Y de este último conocés bastante. ¿Recordás el momento en el primer episodio en el que dijiste “esta serie la tengo que mirar hasta el final”?
RS: Bueno, en mi caso el partido estaba ganado desde el principio por estar protagonizada por Steve Martin y Martin Short. Con ellos a bordo, ya estaba. Y creo que fue antes por las risas que por la intriga que me dije: “Voy hasta el final”. Aunque la serie también tiene algo muy bien pensado, que es el cliffhanger al final de cada episodio, esa revelación tanto del caso como de un secreto de alguno de sus protagonistas o personajes secundarios que te deja preguntándote cómo es, qué pasó, qué quiere decir eso. ¿Y a vos, qué te enganchó?
IA: Debo ser sincero: tengo una debilidad por las ficciones que tienen a Nueva York como protagonista silencioso. Y si bien esto solamente ocurre en los primeros minutos del primer episodio, no se me ocurrió pedir que me devolvieran el dinero. El componente actoral también fue fundamental, y voy a sumar la tercera pata, porque Selena Gomez es una actriz que con ver unos pocos minutos de la juvenil y chiclosa Los hechiceros de Waverly Place descubrí que tenía un gran timing de comedia. Mucho más que Miley Cyrus, que en Hannah Montana solamente ponía caritas para las risas enlatadas. Ahora que los nombramos, creo que podemos decir que funcionan muy pero muy bien como reparto coral.
RS: Bueno, yo no la tenía ubicada más allá de “cantante de Disney” y debo decir que me sorprendió muchísimo. Juega en la misma liga que los dos popes que protagonizan, lo que es decir. Son un trío formidable, con una interacción enorme entre sí. Hay un balance muy estudiado ahí sobre los personajes, pero que permite además potenciar las actuaciones, creo.
IA: Y por lo que hemos conversado fuera del aire –o del papel, en este caso–, estamos de acuerdo en que la figura que explota acá es Martin Short. No es que nadie vaya a sorprenderse por sus dotes de comedia, pero además de que su rol parece hecho a la medida de su histrionismo, lo sentí como el mayor “regreso” de todos. Una forma de decir “no se olviden de este tipo, que es un verdadero genio del humor”.
RS: Completamente. Hay algo en Short –y su personaje, un productor de musicales fracasado– que obliga a mirarlo. Mientras la trama avanza y pasa de todo, porque es una serie que no da descanso, de repente me encontraba mirándolo a él, riéndome del chiste lateral que larga, la expresión. Es el MVP de la serie, sin duda.
IA: Steve Martin tiene un papel un poco más difícil, porque su rol es el del ermitaño obsesivo que no tiene tanta facilidad para los sentimientos, así que juega con una paleta más acotada. Y Selena es la joven que vive en el apartamento de su tía y congenia con estos dos viejos, de nuevo, por su pasión por los misterios. Vayamos a eso entonces.
RS: En cuanto a lo detectivesco, más allá de ser en esencia una parodia de los true crime, es también la mezcla de dos subgéneros del policial clásico: el ¿quién lo hizo? –o whodunit– y el misterio de cuarto cerrado. Y lo hace funcionar muy bien.
IA: Eso también te quería preguntar. Tenés muchas más ficciones encima –escritas y audiovisuales– de esos subgéneros, sin mencionar las que has escrito. ¿Te pareció interesante la manera en que fue progresando la trama –de la que no vamos a spoilear nada–? Creo que además vi una metaparodia a la forma en que esos mismos podcasts van topándose con sospechosos, los descartan, etcétera.
RS: Claro, es que hay –si se quiere– una crítica no tan velada a cómo funcionan esos podcasts. Informan sin rigor, con errores, se retractan. Es que son, en sí mismos, ficción y no investigación. Acá nuestros protagonistas pasan por todo eso, van para adelante, para atrás. Elementos nuevos aparecen y cambian todo lo visto. Yo la veo, primero que nada, como un entretenimiento antes que un gran misterio policial. Los giros, las sorpresas, están puestas a la perfección para que uno avance seguro y enganchado, aunque, si te soy sincero, la identidad del asesino la tenía bastante adivinada desde varios episodios antes de terminar. Pero no importa; acá el viaje es lo importante, no tanto su resolución.
IA: ¡Bien ahí! En mi caso, como de costumbre, lo descubrí al mismo tiempo que los personajes –a veces lo hago después que ellos–. Sobre los elementos nuevos que aparecen, creo que con el correr de los episodios se suman personajes muy interesantes, como un gran Nathan Lane que comparte pasado funesto con el personaje de Short, o la reina de los podcasts a quien van a pedir consejo, interpretada por Tina Fey. Pero por momentos me pareció que abrían demasiado el juego. Incluso tienen un episodio muy interesante donde el punto de vista de un personaje hipoacúsico, o la presencia genial de Jane Lynch. Entonces, a la hora de cerrar, tienen que cerrar demasiadas... no sé si tramas. Demasiados espacios. Demasiadas habitaciones del edificio.
RS: Bueno, pero ese es un elemento muy interesante también: viven en un edificio, son personas con un universo ajeno a esta situación puntual. Entonces, está buenísimo que aparezcan personajes, temas, asuntos que no atañen tan directamente al misterio, pero si dan grosor dramático a todo. De todos los que aparecen, no me quiero olvidar de Sting, que protagoniza acaso uno de los momentos más graciosos de toda la serie. Y otro tanto pasa con Jane Lynch, como bien mencionás, que se roba a dos manos su episodio.
IA: Lo bueno es que esta ficción sobre “solamente asesinatos en el edificio” tiene una segunda temporada confirmada, que permitirá profundizar sobre el only-verso en una nueva tanda de episodios. Por si quedó alguna duda, estaré siguiéndola desde el primer día porque me reí muchísimo y además disfruté lo detectivesco. Pero en ese orden. Me animo a decir que también te contaremos entre los espectadores cuando la serie regrese.
RS: Ah, claro. Una cosa que me pasó es que me olvidé por completo de la secuencia con la que abre la serie. Y cuando llegamos al final me dejó enganchadísimo por cómo la retoma. Creo que estamos ante una de las mejores series del año, una que recupera artistas de la talla de Martin y Short, que demuestra que Selena Gomez es cosa seria y que entretiene y mantiene en vilo durante sus diez episodios. No sé qué más se puede pedir.
En otros edificios
Misterios hay muchos y que vinculen humor, unos cuantos. Probablemente, en la misma senda que esta serie de hoy, quepa destacar dos grandes clásicos dentro de las parodias whodunit. Crimen por muerte (Murder By Death, Robert Moore, 1976), con un elenco de esos inagotables, incluyendo a Peter Sellers, Maggie Smith, David Niven, Peter Falk y nada menos que Truman Capote. Y Clue, de Jonathan Lynn (1985), donde el proverbial juego de mesa se volvía realidad de la mano de Tim Curry, Madeline Kahn, Leslie Ann Warren y Christopher Lloyd. En tiempos más recientes, y manteniendo el estilo de “casi que una parodia con un enorme elenco”, tenemos Entre navajas y secretos (Knives Out, Rian Johnson, 2019), con Daniel Craig, Ana de Armas, Chris Evans, Don Johnson, Jamie Lee Curtis y Christopher Plummer.
Only Murders in the Building, con Steve Martin, Martin Short y Selena Gomez. 10 episodios. En Star+.