Son las nueve de la noche en una sala de ensayo del centro de Montevideo cuando Aníbal González, el arreglador musical de Karibe con K, indica, con un sutil gesto de su mano izquierda, otra vuelta de “Tú quieres más”.

Cuatro trompetas, y dos trombones –uno de ellos color púrpura– comienzan la melodía para que luego se sume la voz susurrada de Gerardo Nieto. Suenan también las tumbadoras, un teclado, las pailas y el bajo de uno de sus grandes éxitos, con una intro jazzística que repetirán durante media hora, igual que la plena romántica en la que pueden avanzar cuando cada sonido dialogue con los demás en perfecta armonía.

Antes calientan libremente con versiones de “La piscina” y un medley de “Polvo de estrellas'' y “Amores como el nuestro”. Uno de los tecladistas, Iván Castro, más conocido como El Costilla, golpea las notas de su instrumento a una velocidad frenética, como si fuera un videojuego que está a punto de ganar o perder, y luego, en un descanso, baja las escaleras del lugar al mismo ritmo.

Miguel Ángel Cufós, de bermudas, no saldrá en todo el ensayo de su butaca, ubicada estratégicamente frente a una ventana. Bromea con sus compañeros sobre posibles errores, apuesta a que volverán a equivocarse y los desafía cuando les pregunta: “¿Así van a tocar el domingo”, y cierra los ojos cuando canta.

El clima es familiar y de cordialidad, pero se respira la tensión de una fecha muy importante, con el repertorio casi pronto. La célebre banda tropical prepara su presentación en el Antel Arena. Se trata de uno de sus últimos ensayos para su show Karibe, la leyenda con K. Se sabe que estarán Luana, Fabián Fata Delgado y que habrá un homenaje a Ariel Pinocho Sosa, otro exintegrante de la banda, recientemente fallecido.

Yesty Prieto canta con una mano detrás de su espalda. Un pequeño cocodrilo adorna sus impecables zapatos deportivos y un anillo dorado de gran porte brilla cuando nos recibe amablemente con un choque de puños. En un parlante detrás de él lo espera una botella de agua tónica. Así, en ese espacio construido con un par de cosas se siente cómodo frente al micrófono central de tres.

Gerardo Nieto llega vestido para sus actuaciones como solista de la próxima madrugada, hacia las que partirá ni bien terminen el ensayo. De hecho, abandona poco antes del final la entrevista que gentilmente estos tres fundadores de Karibe con K le brindaron a la diaria.

¿La del domingo es una actuación más?

Yesty: No, estás loco.

Miguel: Hace mucho tiempo que no hacemos un espectáculo de esta magnitud. Hicimos un Teatro de Verano hace poco, pero con ciertas dificultades. No es una actuación más.

Ensayo de Karibe con K

Ensayo de Karibe con K

Foto: Alessandro Maradei

¿Cómo manejan la ansiedad?

Miguel: Más allá de que tenemos muchos años haciendo esto, siempre tenés un poquito de nervios o de ansiedad. Eso siempre tiene que estar.

Yesty: Yo tengo nervios, ansiedad, estoy estresado, pero también agradecido. Por toda la gente que nos sigue. Hace 32 años que empezamos y seguimos vigentes. Entonces vos decís “hay que entregar todo”.

Miguel: A ver, los años pasaron también para nosotros, pero la gente te quiere escuchar como 30 años atrás, te exige. Nos mantenemos bastante bien, pero la garganta no es la misma.

Gerardo: Yo me pongo súper nervioso. Me cuesta dormir y también estoy estresado. Será que estoy más viejo, porque tenemos todo en orden, la orquesta suena bárbara.

¿De gurises soñaban con tocar en lugares tan grandes como el Antel Arena?

Miguel: Sí, claro. Por suerte lo pudimos hacer muchas veces. Y ahora este show está prácticamente lleno.

Yesty: Pasa que lo nuestro fue medio rápido. Arrancamos en 1989 y en el 91 estábamos tocando en el Prado para 15.000 personas. No te dabas cuenta. Porque todo era: los lunes, grabar; los martes, ensayar coreografía; los miércoles, coros; los jueves, con la orquesta, y el viernes arrancábamos con los bailes. Llegamos a hacer 27 en un fin de semana. No te daba el tiempo para pensar nada.

Yesty, vos fuiste el primero en la banda.

Yesty: Claro, con el Pato Molina teníamos una orquesta que se llamaba Sonora Caribe desde 1986 a principios del 89. Eduardo Ribero estaba en Sonora Palacio y animaba un baile en Barros Blancos. Un día me llama el Pato y me dice: “Bo, me llamó Rivero y se quiere reunir con nosotros para armar una orquesta nueva con Sonora Caribe y dos cantantes nuevos, y él va ser el dueño”. Ahí salió la Karibe con K.

Miguel, ¿te acordás de la primera vez que viste a Yesty?

Miguel: Me lo había cruzado un par de veces, cuando canté un tiempo en Sonora Palacio. Y mirá, nunca te lo dije [a Yesty]. Me acuerdo de una particularidad que me llamaba la atención. Agarrabas el micrófono bien cerca de la boca y el cable te lo ponías entre las piernas. Y después, la primera vez que nos juntamos fue en la casa de él.

¿Y vos Gerardo, cómo conociste a Miguel?

Gerardo: Compartimos un par de ensayos en [el conjunto de humoristas] Los Carlitos pero no salimos juntos. Él se fue para Los Gaby’s. Cuando Ribero le pide a Miguel que consiga otro cantante para Caribe, me llama a mí. Hicimos una reunión con Ribero, Yesty y el Pato Molina en un bar frente a CX 10 Continente, donde trabajaba Eduardo, y de ahí nos fuimos a la casa de Yesty, en Lezica, para el primer ensayo.

“Fue como una escuela, una gran universidad de música tropical”.

¿Por qué siguen los tres juntos después de tanto tiempo?

Gerardo: Creo que amamos Karibe con K. Es el nexo y la madre de nuestras carreras. Fue como una escuela, una gran universidad de música tropical. Aprendimos desde cómo ensayar hasta a trabajar en equipo, el compromiso de pelear por algo, y todo eso cada uno lo pudo aplicar a sus proyectos personales. Además, las cosas que logramos con Karibe y las historias que tenemos juntos nos hacen parte de una hermandad muy especial.

Miguel: Primero, somos amigos. Vimos el nacimiento de nuestros hijos, pasó mucha agua bajo el puente.

Yesty: Y la gente nos mantiene unidos. Conocemos las historias de cada uno.

¿Qué sensaciones recuerdan de los primeros shows de Karibe?

Yesty: Cagazo. En ese momento había muchas orquestas que sonaban espectacular. Llegábamos a un baile y estaba tocando El Cubano de América, con Cuca Gayula, el Beto Núñez, el Chato Arismendi, y en la percusión Ramón López.

Miguel: Nos arrancaban la cabeza.

Yesty: Y nosotros con trajecitos brillantes, pelito largo, flaquitos. El Cubano en ese momento arrasaba.

Miguel: Tocaban todas bien: Cienfuegos, Camagüey, Latino, Antillano, Palacio, Cumanacao, y Casino, que mataba. Yo lo máximo que escuché fue al Chileno Salas de Camagüey, que usaba traje con jabot, y nosotros veníamos todos vestidos de lamé.

Gerardo: Sí, al principio, un cagazo tremendo. Yo estaba flotando, era muy raro el sentimiento, como estar y no estar. ¿Viste cuando te transportás y parece que salís de tu cuerpo? Miraba todo el escenario y no quería perder ningún detalle mientras cantaba. Te podés imaginar la cara de boludo que tenía con todo eso que hacía. Después descubrí que no tenía que cantar para mí solo y que necesitaba hacer otras cosas. Me olvidaba que estaba en un escenario. Con el tiempo empecé a darme cuenta. Una noche estaba cantando “Sobredosis”, moví una manito hacia el costado y pensé: “Es por acá”. Ahí empecé a aprender lo que significa conectar con el público.

Foto del artículo 'Karibe con K: “Nos costó pasar para el otro lado de Avenida Italia”'

Foto: Alessandro Maradei

Un dato que llama la atención de la banda es que desde 1989 hasta 1999 grabaron por lo menos un disco por año.

Miguel: Llegamos a grabar tres discos en un año. Una locura. Cuando Ribero anunciaba que Karibe estaba en el estudio, con los pedidos que le hacían las disquerías a Sondor éramos disco de oro antes de que el disco saliera. Era increíble.

¿Quién hacía las portadas de los primeros discos de Karibe? Eran algo así como futuristas, con elementos del espacio y mucho brillo.

Miguel: ¡Gabriel Szollosy! Creo que nunca nos habían preguntado eso. Un monstruo. Ribero le explicaba lo que quería y él siempre encontraba la vuelta para hacer algo bien atractivo.

En el primero hay dos manos de un robot...

Miguel: Claro, Los agentes del sabor. Y nosotros, dentro de una hamburguesa.

Yesty: Y después en Sobredosis estamos cada uno sobre una letra. No, no, increíble.

¿Qué recuerdan de Eduardo Ribero?

Miguel: Él es el padrino de mi hija mayor. Yo lo conocí antes de Karibe, por Sonora Palacio y por el barrio. Yo vivía a ocho cuadras de su casa. Fue un adelantado a su época. Me acuerdo de que cuando nos juntábamos a ensayar le decíamos que queríamos cerrar el Rowing Club o el Palacio Salvo.

Yesty: El trato con nosotros era mortal.

Miguel: Era uno más en la banda.

Yesty: El baile del Rowing arrancaba a la una de la mañana y terminaba como a las ocho. Cada orquesta tocaba 45 minutos. Y nosotros al principio siempre tocábamos a primera hora.

Miguel: No había nadie en el baile; se llenaba a la tres de la mañana. Tocábamos para los mozos.

Yesty: Claro, y un día le digo: “Bo, Ribero, ¿cuándo vamos a cerrar el Rowing?”. Me dijo: “Dame seis meses”. Y en seis meses estábamos cerrando.

Miguel: Fijate que empezamos entre mayo y junio del 89 y para noviembre de ese mismo año ya no podíamos andar por la calle. Fue todo rapidísimo. Ribero era un tipo muy futurista. Nos hablaba de la generación de 2001 y yo pensaba: “Para ese año capaz que ya estoy muerto”. En el 89 hablaba de marketing, cuando ni sonaba esa palabra por acá. Hacíamos muchos ensayos abiertos y actuaciones a beneficio para juntar ropa para inundados, por ejemplo, y se llenaba de gente. Y una cosa que me quedó grabada fue: “Si ustedes no se sacan fotos con los bebés, con niños de dos o tres años, los echo de la orquesta”. Y yo le decía: “Eduardo, ¡pero si no saben ni quiénes somos!”. Y él contestaba: “Quedate tranquilo que ya van a saber”. Después te explicaba: “La gente que hoy tiene 15, 16, 18 años ya está con nosotros, tenemos que trabajar con los que vienen. Me lo vas a agradecer”. Y pasaron 32 años y mirá. El tipo estaba muy adelantado.

Yesty: Como nosotros nos conocíamos de la época de Sonora Caribe, me llamaba a casa de noche y me decía: “Quiero poner dos tipos, saco negro, pantalón negro, camisa blanca, onda seguridad”. Y, ¿qué pasaba? No eran seguridad, era como una actuación, pero en la gente generaba una cosa de querer acercarse más a nosotros en la época más popular de la banda.

Miguel: “Ustedes no se pueden quedar en los bailes” o “no tomen ómnibus”, nos decía. “La gente no se puede acostumbrar a verte en todos lados en todo momento, porque después no es lo mismo. Vos tenés que ser inalcanzable”.

¿Cómo definirían esta etapa, en la que son ustedes quienes se encargan de la banda?

Miguel: Bueno, nosotros [Yesti, Miguel y Gerardo] fuimos los fundadores, y si hay que buscar uno más, sería el Fata Delgado, que fue uno de los primeros que se sumó. Pasó mucha gente por Karibe. Y esta etapa es de agradecimiento. El otro día salió a la prensa una discusión que tuvimos, pero fue una entre las muchísimas en todo este tiempo. En 30 años, imaginate. Son muchos años de amistad.

Foto del artículo 'Karibe con K: “Nos costó pasar para el otro lado de Avenida Italia”'

Foto: Alessandro Maradei

¿Cuál es la parte que más siguen disfrutando de este trabajo?

Miguel: Los ensayos los disfruto, pero el escenario es lo mejor que hay.

Yesty: Sí, estar arriba del escenario.

Miguel: Y el contacto con la gente. Otra cosa que siempre digo es que yo soy alguien gracias a Ribero. Él, además de vender a Karibe, vendía a los cantantes.

Yesty: Claro. Decía: “Y ahora con ustedes: “¡El ángel rubio Miguel Cufós!”.

Miguel: Hoy por hoy, si te pregunto los nombres de los integrantes de una orquesta seguramente no los sepas. Porque es contraproducente para el dueño; mañana se te va un cantante figura, ¿y con qué lo suplantás?

Yesty: Pero a él no le importaba.

Miguel: Después lo sufrió. Cada uno hizo su orquesta. No sé si habrá pensado que iba a ser lo mismo sin nosotros, y de hecho no lo fue. Igual me saco el sombrero con todo lo que hizo con la orquesta.

Yesty: Me acuerdo de que un día nos dijo: “Bueno, llegamos al techo”. En ese momento no estaba la posibilidad de ir a Estados Unidos o a España. Habíamos ido al programa de Xuxa y ta, no había más. Entonces, era “ahora a manejarse, cada uno por su lado”.

“Si en aquel momento hubiéramos contado con redes sociales, hoy seríamos ricos”.

Miguel: Yo me acuerdo clarito de eso. No había redes sociales para llegar a otros lugares. Y era música tropical. Fijate que a nosotros nos costó pasar de Avenida Italia para el otro lado. Imaginate más lejos. Siempre decíamos que si en ese momento hubiéramos contado con redes, hoy seríamos ricos, pero vaya a saber: la competencia también es muy grande.

¿Qué me podrían contar del primer arreglador de la banda, Óscar Gómez?

Miguel: Un talento muy especial. Fue el que impuso el sonido particular que tuvo Karibe, y él no sabía tocar el piano, tocaba el bajo. Cuando se armó Sonora Caribe, cuando ya estaba el Pato en el bajo, se puso a tocar el piano pero de oído, y en seis meses ya lo tenía dominado. Se alinearon muchas cosas para que a Karibe le fuera bien.

Ahora están trabajando con Aníbal González.

Miguel: Es como el carro del Chaná: fuera de concurso. ¿Qué pasa? Todo evoluciona. La música también. Este muchacho tiene una cabeza joven y las armonías que hace son notables. No hay comparación con Óscar, porque Aníbal estudió. Tal vez Óscar sea más talentoso porque todo lo que logró fue de oído. Aníbal estudió armonía, sabe leer cualquier instrumento, es impresionante.

¿Y hoy qué reciben de la gente?

Yesty: Su cariño, y que nos hagan sentir vigentes.

Miguel: Y que 32 años después alguien te diga: “Yo le puse Miguel Ángel a mi hijo por vos” o “me casé con ‘Amores como el nuestro’”.

Yesty: Sí, o “yo me divorcié por vos”.

Karibe, la leyenda con K en el Antel Arena. Entradas desde $ 600 a $ 1.950 por Tickantel.