Cuando, minutos después de las 21.00 del viernes, Jaime Roos y su banda subieron al escenario montado en el Estadio Centenario, llegaron a su fin varias esperas: la de seis años sin actuaciones en vivo del músico y la de casi 20 meses para la presentación del espectáculo con el que iba a celebrar su carrera, que, debido a la emergencia sanitaria y otras calamidades, se pospuso y cambió de escenario demasiadas veces.
El propio músico se refirió a ese “aguante” al principio de un recital de más de dos horas en el que un “dream team” de 22 músicos se fue soltando en escena luego de las primeras canciones y en el que, con estudiados picos y valles de intensidad, Jaime Roos repasó hitos de sus 50 años de carrera, como una culminación natural de su proyecto Obra completa.
Los temas que seleccionó para este retorno fueron “Amor profundo”, “El hombre de la calle”, “Tal vez, Cheché”, “Las luces del estadio”, “Retirada”, “Los olímpicos”, “Aquello”, “Golondrinas”, “Milonga de Gauna”, “Victoria Abaracón”, “Lluvia con sol”, “Los futuros murguistas”, “Adiós juventud”, “Cometa de la farola”, “Si me voy antes que vos”, “Amándote”, “Good bye (el tazón de té)”, “Nadie me dijo nada”, “El grito del canilla”, “Brindis por Pierrot”, “Cuando juega Uruguay” y “Colombina”, más los bises de “Piropo” y “Durazno y Convención”.
16.000 personas llenaron la tribuna Olímpica del Estadio Centenario, un lugar en el que el músico es locatario, como atestiguan tantas de sus letras y como él mismo resaltó en alguna de las tantas introducciones que prodigó a lo largo del show. El festejo colectivo, para el que se debía acreditar vacunación contra la covid-19, seguramente sea un hito en la historia de la superación de la pandemia en Uruguay. Como sea, Jaime Roos prometió un retorno a los escenarios.