“Soy profe de Historia y siempre que puedo incorporo el carnaval a mi programa de estudios; lo resignifico y lo trabajo con los adolescentes porque te da la posibilidad de traer a la clase todo el aporte de la comunidad afrouruguaya, históricamente invisibilizada, y también la dictadura, a partir de la murga y su resistencia en esos años”, dice Lorena, que además es maquilladora y body painter, sobre su primera profesión.
“El carnaval tiene un potencial enorme en cuanto a las posibilidades que habilita de expresión popular, de crítica y cuestionamiento al orden político y a la propia sociedad. Es interpelante pero a la vez se sirve del recurso del humor. Ese es su mejor don y tal vez el más peligroso para el poder”.
Se crio en Soca, “un pueblito de Canelones”, y luego se mudó a Montevideo. Como maquilladora trabajó en carnaval para las comparsas Mi Morena y La Tangó, y para las murgas Araca la Cana, La Trasnochada y La Osa Rafaela (de San Carlos). Este año, además, participó en el equipo de maquillaje del espectáculo Contrafarsa: El tren de los sueños, 20 años.
Sobre su oficio y su relación con el carnaval conversamos con ella.
Las primeras pinturas
“Siempre me gustó el maquillaje, pero a nivel más personal. Esa cosa de maquillarte para vos y tus amigas. Pero nunca había pensado en la posibilidad de hacer algo desde lo profesional. Tal vez porque no lo veía como una opción laboral en ese entonces”, cuenta.
“No sé cómo me llega el maquillaje artístico, probablemente a través de ver carnaval, pero no era algo que estuviera presente en mi adolescencia. Lo que sí recuerdo es que un día vi un recorte de diario en mi casa que me llamó la atención y dije: ‘Esto me gusta’. Lo guardé y tiempo después supe que era una foto de un maquillaje de La Gran Siete. Ese año los integrantes de la murga salieron con sus cuerpos pintados con un trabajo enorme de maquillaje y a mí eso me voló la cabeza. Tenían muy poco vestuario y habían apostado al maquillaje corporal, despojados, con los pelos parados y de colores. Era algo bien distinto”.
El ingreso al carnaval
“Empecé de grande. Después de que me establecí como profesora de Historia tuve el tiempo y las posibilidades de hacer talleres para formarme en eso que me había llamado la atención con aquel recorte de diario. Tenía la necesidad de hacer otras búsquedas, de explorar mi lado artístico. Empecé a conocer gente en esos espacios y es ahí que me convocan para trabajar en carnaval y ser parte de algunos equipos”.
“Mariela Gotuzzo fue mi docente en la Escuela Esquinera y me invitó a trabajar con ella. Años más tarde me enteré de que aquella maquilladora de La Gran Siete era ella y me volví a encontrar con esa forma de trabajar y esa audacia que me habían fascinado”.
“Mi primer trabajo en el equipo de Mariela fue para un espectáculo de la comparsa Mi Morena en el Teatro de Verano. Se le ocurrió que fuera yo la encargada de marcar todos los maquillajes. Siempre nos reímos con eso. Era una responsabilidad enorme, y me acuerdo que me dije a mí misma: ‘Si colapso que no se note’, y asumí la tarea con la mayor dignidad que pude”.
“En ese mismo momento mi amiga María Fariña me invitó a trabajar con ella en Araca la Cana y así fui haciendo otras amistades en el carnaval, que conservo hasta el día de hoy”.
“Entre todas armamos un equipo que se mantuvo unido por varios años y del que aprendí un montón. Esos equipos me aportaron y me sostuvieron, me animaron a más y me desafiaron, y, sobre todo, confiaron en mí”.
La elección del maquillaje para un conjunto.
“Es una decisión compartida. Más allá de que la propuesta creativa sea de una maquilladora o de un equipo de maquillaje, es algo que se trabaja con el conjunto, que es el que te marca qué es lo que busca, cuál es el concepto y la apuesta del espectáculo para un nuevo año. El maquillaje es algo que se incorpora a un espectáculo que ya está definido y andando, y tiene que dialogar con la propuesta de diseño para el vestuario. Tiene que servir para cerrar el círculo y acompañar un concepto”.
“A veces el disparador es una textura de los trajes y la paleta de colores que te proponen. También puede ser un concepto, una idea, o el mensaje que se busca transmitir”.
La rutina de una maquilladora
“Empezás temprano, muy temprano. Llegás al club primero que nadie. Ordenás el espacio y tu mesa de trabajo. Es importante saber cómo va a ser la circulación de los integrantes del conjunto, para saber en qué momento ya están prontos para maquillarse, cómo vas a ubicar los materiales para que todos accedan a ese momento con comodidad. Es fundamental que el trabajo esté seriado y que quede claro cómo vamos a funcionar para llegar en tiempo y forma a la hora de salir a escena”.
“El desafío para un Teatro de Verano, y más aún para un desfile como las Llamadas, son los tiempos. Tenés que lograr hacer un trabajo de calidad en los minutos que tenés disponibles, sabiendo que cualquier contratiempo te puede jugar en contra. Después, es ser parte de la dinámica propia de un día de Teatro, con esa energía que circula, que es de ansiedad pero también de disfrute y goce colectivo. El desafío justamente es ese: poder disfrutar y que fluya. Poner de cada uno para que así sea, respirar y seguir, porque el tiempo va corriendo cada vez más rápido”.
“Es agotador, pero de eso te das cuenta cuando te levantás al otro día a tomarte el relajante muscular que siempre va contigo en el maletín”.
El placer del trabajo
“Disfruto de lo creativo. Es una expresión artística con sus particularidades y sus desafíos propios, que tienen que ver, sobre todo, con el vínculo y el contacto estrecho que se genera con ese lienzo que es la otra persona. Por lo tanto, esa persona debe estar cómoda con vos, confiar y sentirse cuidada”.
“Es muy especial el vínculo que se da con quien estás maquillando, y lindo. Hay aprecio y confianza. Se dan espacios para la charla, para conocerse, y nacen afectos. Por lo general, además, son momentos en los que todos estamos muy movilizados y pendientes de que salga bien un espectáculo”.
Mujeres del carnaval
“2020 ha sido un año muy movilizador para el carnaval y ha estado atravesado por las denuncias de violencia machista que se llevaron adelante en la página de Varones Carnaval y que después pasaron a la órbita judicial. Eso significó una interpelación muy fuerte para quienes habitamos el espacio. Desde distintos lugares, nos debe interpelar a todos”.
“Esta suspensión habilitó otros tiempos para una introspección y reflexión necesaria y honesta, que permita generar nuevas formas de relacionamiento más equitativas, menos violentas y más sanas”.
“Esto también da lugar a que se sigan organizando y surjan colectivos y movimientos donde compartir estas experiencias, visualizar estas violencias y accionar para promover transformaciones que son urgentes”.
“Hay un silencio que se rompió, y eso fue necesario y doloroso a la par”.
“Desde esos lugares se trabaja en visibilizar que las mujeres también pertenecemos a este espacio, lo construimos y que como tal tenemos que poder habitarlo en forma segura y sin violencia machista porque somos parte de la fiesta: murguistas, bailarinas, maquilladoras, vestuaristas, iluminadoras, puestistas, letristas. Estamos presentes en todas las actividades”.
“Para que los cambios ocurran tiene que haber decisiones políticas. No se trata de caer en lógicas punitivistas pero sí de apostar al cambio, a la regeneración, a una transformación que vaya en el sentido de las luchas sociales que se están dando felizmente en toda la región y con toda la fuerza. No se puede mirar para el costado”.