El beatmaker Agustín Benenati, también conocido como BNT, no sabe muy bien de dónde sacó el beat para el comienzo de “Modo avión”, pero tampoco le interesa demasiado. Recuerda que vino a una entrevista y que podrá descansar un rato al sol, de sus horas de pantalla y edición sin pausa, de trabajo y videojuegos. Con Leandro Hache Souza –casi un veterano de la escena del rap uruguayo, que llega algo más tarde y de buen humor– parecen dos personajes salidos de un capítulo del Vicio en Miami.

Por un instante, su universo me parece lejano, aunque colorido y fascinante, como cuando vuelvo a escuchar en un whatsapp la melodía en frituras de “Sur le chemin de la vie (En el camino de la vida)” interpretada por la orquesta de Paul Mauriat, y me quiero convencer de que el músico francés podría haber inspirado a Agustín, pero podría ser cualquiera de las cosas que pasan por su nube, como esta captura de una versión más dormilona que encontró en un millón de residuos electrónicos y, tal vez, se parece.

Hache reconoce que le robó piques a Mark Sandman, el difunto cantante de Morphine, que fue fan de Buitres y La Trampa, y empiezo a entender un poco más allá de sus camisas.

El dúo acaba de editar Índigo (Bizarro Records), un disco de trap de siete canciones, lleno de imágenes y sentimientos de actualidad con un arte de tapa en pixeles inspirado en las batallas de Pokémon.

“Panamá Papers” fue una de las últimas que Hache terminó. Reconoce que estaba bastante enojado y dejó escrito: “Pensé no ser pa’ tanto pero soy pa’ tanto”. En “Modo avión” avisan: “Tamo’ en chip nuevo, Robocop, pierden el tiempo”, y en el video de la canción (producido por César Giacosa) abren una ventana para mezclarse con sus amistades y su trama. Al final, con “Jurassic Park” prueban un rato con boom bap y disparan su última advertencia: “Tengo to’ planeado, ¿se suben o no?”.

Conversamos con Hache y BNT sobre su amistad y los días de fabricación de estas nuevas canciones.

¿Cómo se conocieron?

Hache: Fue hace tres, cuatro años. Nos conocimos a través de Joel Alva 13, que colabora en este disco y conoce a BNT desde el liceo. Un día Joel me dijo “bo’, tengo un amigo que produce house, que está para el palo de la electrónica y es un genio de los sonidos, tenemos que convencerlo para que se ponga a hacer trap y beats de rap cuanto antes”.
BNT: Yo hacía música electrónica fuerte para bailar, y vino Joel y me dijo: “Haceme un beat”. Me rompió los huevos hasta que salió, y ta, de a poco fui haciendo más beats de trap y me copé. Después nos conocimos con Hache y empezamos a hacer temas. En realidad, en ese momento recién estaba aprendiendo, no sabía mucho del género.
Hache: Se dio como bien orgánico. A la segunda o tercera juntada con BNT ya estábamos en el cuarto de él, encerrados y grabando seis horas como si nada. En ningún momento nos propusimos eso: fue lo que se dio. De a poco se fue expandiendo el círculo, empezamos a invitar amigos en común, y cuando quisimos acordar ya teníamos siete temas que no vieron la luz. Después BNT hizo un disco que se llama High Standards que tiene un lado A de trap y un lado B con los mismos temas pero en versión house, y ahí yo participé. Lo siguiente fue todo para este disco, que también fue muy orgánico. Una tarde al pedo, sin proponernos nada, hicimos “Bang bang” y cuando terminamos dijimos: “Bo, esto quedó bueno, deberíamos hacer un disco”. No me acuerdo si ya teníamos un tema más cuando le mostramos el material a [Andrés] Sanabria [responsable de Bizarro Records].
BNT: Teníamos “Piola vago” y “Monet”, me parece. El primero fue “Bang bang”. Nos juntamos a tomar una cerveza, estábamos medio tocados y terminamos haciendo un tema.

¿Cuál es el secreto del trap para ustedes? Uno tiene que adaptar la forma de expresar la lírica a las bases y el otro encontrar un sonido que se combine bien con las rimas. Siempre me lo imagino como una sustancia elástica.

BNT: Yo no tuve esa transición del rap clásico al trap. Hice directo el paso de música electrónica al trap. Como vos decís, es medio elástico, tiene más elementos electrónicos. El hip hop más viejo es mucho más orgánico: escuchás cosas que se acercan a una bata real. Esto es puro ruido digital que te puede gustar o podés rechazarlo completamente.

¿Qué hay que hacer para que algo no suene como todo el resto del trap?

BNT: Pasa que es algo muy accesible. Alguien que tenga una compu y no sepa nada termina de ver un par de tutoriales y le sale un trap. Yo vivo de editar podcasts yanquis. Estoy, literalmente, todo el día escuchando voces, y siento que eso me da una experiencia que me permite manejar otras herramientas y separarme un poco de los productores principiantes. Básicamente, la diferencia te la hace la experiencia que tengas trabajando en el sonido.
Hache: Para mí es como las matemáticas. Cambiás los elementos de la fórmula o tuviste que aprender una fórmula nueva, pero los elementos son los mismos de siempre. A pesar de que a la gente que está metida en la tribu urbana del trap le gusta fingir que el trap es la no regla, eso de “todo me chupa un huevo y rompamos cosas”, en realidad el trap tiene unas reglas bien claras y una de ellas es que parezca que todo te chupa un huevo y que no hay reglas. Entonces, desde el momento en que empezás a reconocer esos códigos y esas formas, después es igual que rapear con cualquier base. Es como que estudiás el género inconscientemente y decidís: “Esto lo quiero respetar y de esto me quiero alejar lo más posible”. Por ejemplo, creo que en el trap en español hay una gran falencia en cuanto a las letras.

Algunos dicen que una de las reglas del trap es que las palabras tienen que ser pocas y las frases, cortas.

Hache: Eso, más que una regla, es un truco para que los flows entren bien en los beats. Si tenés un beat bien rápido lo podés encarar a la velocidad que tiene o exactamente a la mitad, y para arrancar, sí, tienen que ser frases más cortas. Los papis de acá, como Young Thug o Travis Scott, tiran una seguidilla sin respirar durante diez segundos. O sea que la frase corta de por sí no es una regla pero queda bien. En otros géneros si decís cuatro palabras y no dicen, aunque tengan rítmica no va a funcionar.

Sabés que probé muchas veces la música de Travis Scott y no le encuentro la vuelta. ¿Qué tiene?

Hache: A mí me encanta. Escribe mejor que el trapero promedio y es muy bueno escribiendo con imágenes. Es decir, escribe fotos. Mientras el loco está cantando podés ver esas imágenes. Además, tiene un flow de la puta madre y fue de los primeros en agarrar la llave del autotune al palo, llevarlo al punto robótico, llenarlo de distorsión y usarlo como los dioses tanto en los registros graves como en los agudos.

Agustín Benenati

Agustín Benenati

Foto: Alessandro Maradei

Cuando no estás laburando con los podcasts, ¿con qué cosas te colgás más en plan libre para experimentar con tu música?

BNT: Yo tomo mucho de videojuegos y me sirve de inspiración. Estoy todo el día jugando en la compu; vicio fuerte, mal.

¿A qué jugás?

BNT: Ahora estoy con el Star Wars Battlefront II, que justo estaba gratis, y le estoy dando de punta. Y después, para la música, me gusta mucho meter samples de juegos, del GTA San Andreas, por ejemplo, o a veces meto cosas de animé medio bajitas para que no se escuchen.

¿Qué encontraste en lo que hace él que combina bien con tu laburo?

Hache: Me gusta la vibra que tiene la música de BNT tanto en el trap como en el rap, y su perfeccionismo. Tiene una energía chill, pero no de “no me importa nada” sino de “está todo en su lugar”. A mí me gusta ese tipo de beats de traps más flotantes, no tan golpeadores, y a él le salen bárbaros. También me gusta cómo trabaja sonido a sonido, cada ruidito del beat y cada voz. Por otro lado, no se deja estar. Parece algo obvio, pero a veces en el trabajo de dupla se dan algunos roces, en el que uno termina por pedir cambios y le parece que molesta porque el otro no tiene ganas de laburar, y acá BNT es una maquinita. Si yo le digo “hay algo de esto, que ya está terminado, que no me convence, vamos a abrirlo de vuelta”, enseguida me dice: “Dale, vení, lo hacemos”. Siempre está abierto a volver abrir el cuerpo que estábamos operando y mirarle el hígado de vuelta.

Mi primer recuerdo de vos es tu participación en la competencia Payadores Urbanos.

Hache: ¿Las que gané o las que perdí?

Una de las que perdiste.

Hache: Perdí en 2010 y 2011, y gané en 2012.

Usabas una gorra de visera y el pelo largo.

Hache: Y me bardeaban por plancha en todas las batallas.

Sí, me acuerdo. En las payadas se notaba que tenías talento; tus colegas y el público se daban cuenta fácilmente. Después te perdí un poco la pista. Te volví a encontrar, años después, en Youtube y sentí que eras otro, totalmente diferente. ¿Pasó algo así?

Hache: Considero que sí. Por un lado, en el primer Payadores yo tenía 16 años y llevaba una carta de mis padres para que me permitieran competir. Estaba terminando el liceo, re en otra. Y después, mi primer disco, Primavera en la Antártida (2014), con el que la gente me empezó a conocer, ya viene con todo el desengaño posterior de cuando terminás el liceo, salís al mundo real, te das cuenta de que no estaba todo tan bueno y aparece la decepción. En aquellas batallas yo era más inocente, pero al mismo tiempo estaba más metido en el personaje: el gallo que va para adelante, que putea, metido en el quilombo, y no me la pensaba tanto. Después, en el disco me metí para adentro debido a esa desconfianza que te da el mundo real.

Otra cosa que me acuerdo es que no te perdías ninguna batalla callejera. Estabas por todos lados.

Hache: Sí, me encantaba. Era parte de mi personalidad. Me definía mucho a partir de esa actividad. Salía del liceo y me quedaba en el callejón de atrás rapeando, o me iba a Malvín Norte, donde paraba la crew con la que yo estaba en ese momento. Con Aliem RAP, el Eme Ka y un par más nos pasábamos freestyleando desde la siete de la tarde hasta las dos de la mañana, y como no tenía más bondis me quedaba a dormir ahí, me despertaba al otro día, rapeaba un poco más y me iba. Era la época en que después de las dos de la mañana no había 427 que te salvara. Yo me lo tomaba allá por Hipólito Irigoyen y Avenida Italia.

Leandro Hache Souza

Leandro Hache Souza

Foto: Alessandro Maradei

Quería saber sobre la bibliografía que hay detrás de tus barras. Aparece Charles Baudelaire, mucha filosofía, metafísica. ¿Había muchos libros en tu casa, en otro lugar? ¿Se dio de casualidad?

Hache: En mi hogar de la infancia, desde niños nos dormían leyendo y todos eran amantes de los libros. Mi mamá es profesora de Literatura. Ella misma tiene un montón de anécdotas de sus profesores de Literatura y yo también tuve muy buenos profesores de Literatura. Siempre tuve amigos dentro de los libros, mucho antes de tener amigos en el mundo real. Creo que esa es una parte de mi personalidad de la que estoy seguro. Después tengo cosas que para mí son virtudes aunque pueden ser defectos. Puedo estar equivocado en muchas de mis posturas, pero no dudo cuando recomiendo leer. Es un hábito que siempre te va a aportar cosas valiosas.

¿Quiénes eran esos amigos de los libros?

Hache: De chico estaba muy enamorado de Horacio Quiroga, Baudelaire, Edgar Allan Poe. En la escuela y en el liceo estaba obsesionado con los cuentos “El corazón delator”, “El gato negro”, “El entierro prematuro” y “El almohadón de plumas”'. Más de niño mi madre había descubierto que lo que me gustaba era que me leyeran mitología griega, y me había aprendido todos los mitos griegos. Mi hermana fue la que me enseñó a leer, a los cuatro años. A los cinco ya leía cosas como Detectives en el Parque Rodó [de Helen Velando, con ilustraciones de Alfredo Soderguit]. También me encantó la saga Pequeña ala, de Roy Berocay. Él es uno de los culpables de que yo haga música. Siempre quise tener una banda de rock y ser el vocalista. Pensaba que no iba a poder porque soy medio ceceoso, entonces terminé rapeando a partir de la escritura y convencido de que nunca jamás iba a actuar en público. Por esas vueltas de la vida, mi banda de rock terminó conmigo rapeando, pero la tengo pendiente todavía y tiene que ver con la historia de Pequeña ala.

Con todos tus años de ensayo y práctica, ¿qué aprendiste sobre la mente y su capacidad de crear rimas?

Hache: El mecanismo para el freestyle y el que sirve para escribir son diferentes. Hace poco, Piezas [un freestyler de España] dijo algo que cuando lo escuché fue ta, “este es el mecanismo para hacer freestyle”. Él dice que es un ejercicio de abrir ventanas. Como si estuvieras en internet. Cada vez que vos decís una palabra y tenés que pensar con qué rimar después, se te pueden abrir 40 ventanas si estás muy entrenado, cuatro si estás poco entrenado, o dos si estás empezando. Lo que vos podés desarrollar es un instinto para reconocer las ventanas cuando están ahí, y para descartar rápidamente las que no vas a usar y elegir la mejor. A la hora de escribir, se parece más a un ejercicio de diseñar tus propias ventanas, a tu medida, como si fuera arquitectura. Tenés todo el tiempo del mundo para pensar cuál es la frase que viene después, qué palabras quiero poner antes de la palabra que sí rima, en qué sujeto la quiero tirar, y en qué tono. En ese sentido, escribir rap no es muy diferente que escribir poesía o para cualquier otro género musical.

¿Viste eso de estar “en la zona”, cuando todo te sale fácil de forma casi inconsciente? ¿Lo experimentaste?

Hache: Creo que sí, pero no en las batallas. En ese espacio nunca sale natural porque siempre tenés que sumar a un intruso, que es el otro. Pocas cosas me interesan menos que tener que rapear de una persona que tengo enfrente y que ni conozco. Es divertido, por la competencia y bla bla bla, pero a mí lo que más me gusta es tirar freestyle en rondas con amigos, y lo sigo haciendo. Tengo ganas de hacer unos audiovisuales promoviendo el freestyle de ronda, que no busca ofender a un rival o dejarlo traumado, y ahí sí creo que existe eso de estar “en la zona”, y por eso mismo es mucho más rico. He visto gente que puede estar tres minutos sin parar diciendo cosas que perfectamente podrían ser una canción. A mí también me pasó, y enseguida pensé: “Pah, debería estar grabando esto, porque es mucho mejor que cualquier cosa que haya escrito”.

Te proclamás como el mejor. ¿Por qué?

Hache: En este disco [Índigo], porque considero que es el primer disco de trap que tiene letras. No quiero despreciar otros discos de trap de Uruguay, pero nosotros nos preocupamos especialmente por las letras. Además, decir “soy el mejor”, es parte del folclore del rap y a mí me encanta. No tenés que decir que sos el mejor porque lo creas, literalmente. Es una manera de salir a sacar pecho y a defender tu arte. En un país donde cada que vez que asomás la cabeza te tiran un martillazo, me parece que es súper sano salir a decir: “Soy el mejor, me la creo. Si alguno quiere debatirlo, nos mostramos las canciones y nos ponemos a medir”. En realidad, no siento que los demás sean peores que yo; siento que con este arte me da el pecho para salir a decir: “Che, con este disco vuelvo a demostrar que soy el mejor”.

Foto del artículo 'Los científicos del rap local: Hache Souza y BNT unen fuerzas y lanzan Índigo'

Foto: Alessandro Maradei

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