“No es un taller para hacer obras sonoras”, aclara de pique la directora y dramaturga Luciana Lagisquet sobre los encuentros que implementó durante 2020 y derivaron en un interesante paquete de piezas breves para escuchar en Spotify. Al dar play a esta Sala sonora se desenrolla un proceso a dos orillas (apresadas a su manera por las medidas sanitarias).

Es que las lecturas y los seguimientos se dieron en forma virtual, ya que Lagisquet se había ido a vivir a Buenos Aires, donde cursa una maestría. Los llamó Dramaturgia del deseo “y digamos que lo aprovecha más gente que ya tiene algún tipo de vínculo con lo artístico. El disparador es justamente esta idea: una vez que empezás a prender las antenas creativas, qué personaje te quedó en el tintero o qué imágenes te daría ganas de explorar, sin que uno se piense necesariamente como escritor o como escritora”.

“Gato busca hogar”, por ejemplo, el primer episodio del podcast, está compuesto por cinco audios de Whatsapp en los que una obsesiva encuentra algo así como el sentido de la vida. Es un unipersonal que podría funcionar perfectamente como material de stand-up.

Los sonidos entran en el taller, dice la teatrera, “porque la particularidad de la dramaturgia en relación con otros géneros literarios es esta latencia que tiene con lo escénico, esta especie de género intermedio, que está con sus pies en la literatura pero con su corazón en la escena. Entonces, por más que el material número uno es el lenguaje escrito, de alguna forma hay otras zonas, una narrativa que eventualmente va a sonar en el resto del mundo que creás. Es decir, lo que uno escribe con didascalias en un texto dramático, después un equipo lo transforma en sonido, movimientos, todo lo que no es la palabra de los personajes, si es que llega a existir esa palabra”.

Lagisquet explica que el trabajo con los audios ocurre desde el inicio, cuando les propone a los estudiantes que se graben al leer, un ejercicio que permite verificar si eso no modifica la escritura. “Es re importante tener en cuenta la oralidad, más allá de que sea dramaturgia, poesía o ensayo lo que escribas; escucharse a uno mismo funciona muchísimo para probar cómo suenan realmente esas palabras”. Esos recursos se presentaban, por otra parte, al alcance de todos: “Es mucho más accesible acercarse a un programa de edición de audio, incluso grabar con un celular común –tienen un buen micro– era mucho más fácil que decir ‘le doy a cada uno una sala para crear, con escenografía, vestuario...’”.

Descansar la vista

Para ponerlos en práctica, antes de concretar el podcast montaron una especie de rockolla teatral en el boliche y centro cultural La Cretina. La instalación, también llamada Sala sonora, consistía en diferentes tracks para elegir y un par de auriculares.

“Esperamos revivir esa instalación en algún momento porque fue una experiencia muy linda, pero este año decidimos hacer el podcast porque nos permitía llegar a más gente y probar otro funcionamiento. A mí me gusta mucho esta nueva plataforma, y seguro que es radioteatro más allá de si se escucha en una radio o en un celular. Fue parte de la necesidad de la pandemia al no poder compartir estos textos. Si no, probablemente la idea hubiera sido encontrarnos en algún lado. No creo que todos los talleres tengan que terminar con una muestra a la que vienen a verme mis amigues y mi familia, pero sí me parece que hay un sentido en el encuentro con algún tipo de público, porque termina de cerrar la creación o abrirla hacia otros lugares. También es ver si podemos intervenir con hechos artísticos este mundo en el que cada vez la forma de comunicarnos es a través de redes. Estas obritas son un aporte para seguir encontrándonos en pequeños eventos culturales en el medio de esta maraña tecnológica que nos bombardea sin parar, y también sacar un poco la tensión en la vista”, concluye.

Obligados a buscar opciones al público en sala, los artistas se decantan a favor o en contra del teatro filmado y el streaming, pero Lagisquet tiene otro punto de vista, una mirada interdisciplinaria desde la cual operar socialmente.

“Qué es teatro es una pregunta que el teatro se hace todo el tiempo: en su momento, cuando apareció el cine, fue esa pelea de ‘me diferencio porque soy escénico, porque soy convivio’. El momento siguiente fue la explosión de la performance... Hay que estar reinventando todo el tiempo. Yo en ese sentido me paro en un lugar de curiosidad, no de que lo nuevo en sí mismo tiene un valor o de buscar nuevas experiencias, sino de la escucha, porque tiene que ver con conflictos que siguen vivos y con relaciones de poder. Hay que sospechar un poco de lo que consideramos que es el teatro y también de los que dicen ‘eso no es teatro’. Hay que pensarlo desde un lugar político: ¿sirve para incluir a otras personas o sirve para cuestionar el mundo de un modo más macro? Lo que no me interesa es que la discusión quede dentro del campo artístico, porque sería un debate patrimonial”.

Sala sonora, de Luciana Lagisquet. En Spotify. Por información sobre nuevos cursos, [email protected].