Alamar es, sobre todo, la historia de un padre, Jorge, y un hijo, Natan. Su vínculo irrefutable viene a ser interpelado por una ruptura amorosa entre Jorge y Roberta, la madre, tras la que Jorge y Natan viajan solos un tiempo a Banco Chinchorro, México, parte de la segunda reserva de arrecifes más grande del mundo. Allí vive Jorge como pescador de langostas y peces con su padre, Néstor, y durante un tiempo allí convivirá este trío generacional (abuelo, hijo, nieto) sin remera y sin zapatos, aventurando sus días en corales, alimentando a su cocodrilo y persiguiendo a Blanquita, una gaviota de paso.
La película empieza con un registro de Jorge en un taxi recorriendo las calles cercanas al Coliseo romano mientras una voz detrás de la cámara le corrige una y otra vez su pronunciación del italiano. Luego de esta secuencia, una serie de fotos de archivo de Jorge y Roberta son acompañadas por los relatos de ambos. Luego de que Jorge dice que la relación con Roberta fue mágica, la voz de ella asegura que en el universo de Jorge ella no era feliz ni él en el de ella, en Italia.
Alamar habla de muchas cosas de una forma muy sencilla, en un poblado de 40 pescadores en donde habitar consiste en interactuar constantemente con el entorno mayoritariamente natural. Las necesidades y habilidades de costumbre y origen transforman esta decisión de Jorge de volver a casa en una apuesta por su pertenencia, al decidir alejarse del lugar en el que no tenía nada para enseñarle a Nathan y se configuraba lejos de la selva y el mar como un extranjero que debía aprender una lengua extraña.
La casa de Jorge en Banco Chinchorro es en este documental el retrato de sus aventuras en el mar guiados por la pesca, el arte de la familia. Se transforma en el descubrimiento de Natan sobre las tradiciones de su padre y, junto con él, también el de los espectadores.
Si bien en todo momento somos conscientes de que todo viaje termina y que al finalizar la película Nathan volverá a su otra mitad en Italia, esta es una historia luminosa. Parte fundamental de ello es la aceptación de territorios que siempre están temiendo perder su carácter de reserva natural, o de romper las tradiciones que los moldearon para vivir con la naturaleza, de ella y para ella. Es la historia del crecimiento de un niño que puede trepar torres de vigilancia con su padre y bañarse cuidándose del cocodrilo. Este documental quiere bichos libres, porque de esta libertad es de la que se alimenta Jorge. Cuando Blanquita, la gaviota, llega a la cabaña, Jorge le explica a Natan que cada tanto aparecen estas aves, que vienen de África. Ambos le dan de comer y la persiguen respetando que algún día ella seguirá su vuelo, y parte de ese encuentro quedará resonando en sus memorias.
Partir es necesario, y esta grieta dolorosa de estar partido en kilómetros de separación le da a Natan la ventaja de saber que cada uno de sus padres viene de mundos diferentes y que esta distancia es la representación de su libertad, por lo menos la de su padre, Jorge, y la de Banco Chinchorro y todos sus pescadores de langostas.
Alamar, de Pedro González-Rubio (2009). Lunes 12 a las 23.00 en TV Ciudad.