Los servicios de streaming se reproducen como hongos después de una tormenta. La batalla feroz entre grandes conglomerados, que tratan de convencer de que sus tantos dólares por mes valen más la pena que los del vecino, se actualiza cada día con más ruido y potencia. Netflix, Disney+, Amazon Prime, Paramount+: los nombres se repiten uno tras otro al punto de llegar a aturdir al espectador. Cada servicio se propone como novedoso y, lógicamente, imprescindible.
La variedad de contenido es una de las bazas en que todos apoyan su oferta. Por eso resulta sorprendente Curiosity Stream, un servicio que apuesta a un formato por completo diferente: se compone exclusivamente de documentales y apuesta a una campaña directa de promoción en las redes sociales y el boca a boca que circula entre sus usuarios. Además, a un precio sumamente accesible.
Documentales como los de antes
El formato documental es de mucha importancia para los servicios de streaming. Ya sea el tradicional antropológico o el que muestra el hábitat de tal o cual fauna o el que reconstruye con herramientas de ficción la vida de un asesino en serie, son innumerables las horas que ocupa este tipo de lenguaje en nuestras pantallas. Sin embargo, en Curiosity Stream parecería que se recuerda a aquellos documentales de formato tradicional que transmitía la televisión abierta, sacados de National Geographic, o los que emitía History Channel cuando era un canal documental de verdad y no un albergue de conspiranoicos locos y programas de comprar regateando todo tipo de basura.
Creado en marzo de 2015, el servicio comenzó un periplo variado hasta encontrar su formato actual como aplicación de streaming internacional. Primero, se sumó como parte de la oferta de Amazon Prime (cuando el propio Amazon sólo estaba disponible para Estados Unidos), para pasar después por Comcast, StarHub y, en tiempos más recientes, a ser parte de la oferta Youtube TV, el intento pasajero de esa plataforma por generar contenidos propios.
Hoy se accede directamente a Curiosity como servicio mediante una suscripción directa que nunca sobrepasa los 20 dólares anuales (de hecho, hay múltiples ofertas azarosas que suelen volverlo todavía más económico; en casa lo pagamos 14).
Curiosity ofrece más de 600 horas de material que está en recambio constante. Se trata de alrededor de 1.800 títulos y su oferta no puede ser más variada. Hay material para todos los gustos y colores, con una constante en la enorme mayoría: son documentales clásicos, serios, a la antigua usanza. No hay juegos metanarrativos ni derivaciones ficcionales.
Su lista de contenidos parece inabarcable en una primera mirada, pero, grosso modo, se puede recorrer por intereses. Los hay de viajes, de ciencia, de salud, de exploración espacial (Destination Mars, con Peter Diamantis, es uno de los destacados) y, en abundancia, de historia. Se puede asegurar que hay para todos los gustos.
No importa si estamos recorriendo la historia de Gales, acompañando al enorme David Attenborough en La luz de la Tierra, siguiendo la historia de vida de Stephen Hawking o enterándonos de los más mínimos pormenores de la vida secreta de los perros: en todos los casos, Curiosity Stream tiene una misma tónica, un tono formal que legitima cada uno de sus conceptos y nos hace recordar aquellos tiempos en que un documental, además de ser entretenido, era un aporte de información y cultura general. Una manera de conocer un mundo ancho y ajeno para todo aquel que no lo puede recorrer por su propio pie (algo que, hoy por hoy, no podría ser más relevante), de la mano de un contenido adulto, directo, sencillo y sin florituras, que se propone como una opción diferente a casi todo lo que los servicios de streaming vienen ofreciendo hasta el momento.
Un servicio con el que abrazar feliz el hecho de ser un poquito nerd.