Con el cine semiparalizado a nivel mundial, los servicios de streaming han encontrado una nueva razón de ser. Ya no sólo rescatan grandes clásicos, películas diferentes o específicas series de televisión, también son el refugio último de los grandes blockbusters de entretenimiento, incluso si deben adaptarse al formato televisivo, como es el caso de Falcon y El Soldado de Invierno.

En este panorama, con la puesta en suspenso de todas las películas que conforman la nueva fase de los eventos del Universo Cinematográfico Marvel –la cuarta, para aquellos que llevan el apunte–, Disney ha encontrado en su propio servicio de streaming la forma de seguir adelante con sus historias.

Así, a la sorprendente (al menos en su inicio) WandaVision, que completó su andadura el mes pasado, se sumó Falcon y El Soldado de Invierno, una entrega de la faceta más “real” (no olvidemos que siempre hablamos de superpoderes, héroes enmascarados y villanos maquiavélicos) del universo Marvel, una que apela antes que nada a la acción, a la intriga y, en este caso, al concepto de legado que se sostiene como parte fundamental del género desde su creación, hace ya casi 100 años.

Sólo aquel que sea digno podrá levantar el mart... digo, el escudo

Atravesado el cenit de la serie –al momento de escribir estas palabras, con cuatro de sus seis capítulos estrenados–, se puede afirmar que Falcon y El Soldado de Invierno es un producto más enfocado en orquestar el universo Marvel que WandaVision. Aunque mucho de lo que pasa atañe obviamente a sus personajes principales, gran parte de su trama no olvida poner de relieve qué pasó con el mundo todo luego de la intervención de Thanos, años antes, y su derrota a manos de los superhéroes.

La constante alusión a esos cambios de statu quo hace que sea una serie mucho más enfocada en quienes ya eran fans de la escudería Marvel que en posibles nuevos espectadores. Es algo lógico, si se quiere, al tratarse de un relato que en definitiva explora a dos personajes secundarios que hasta ahora habían funcionado como meros adláteres de uno de los pilares sobre el que se construía el propio universo: Steve Rogers, el Capitán América (Chris Evans).

En consecuencia, tanto Sam Wilson o Falcon (Anthony Mackie) como Bucky Barnes o El Soldado de Invierno (Sebastian Stan) están todavía encajando en este mundo nuevo y aprendiendo quiénes son ellos en él cuando se ponen varias piezas en movimiento.

Por un lado, hay una organización anarquista llamada Flag Smashers haciendo diversos actos de terrorismo global (y no hay que apresurase a juzgar políticamente a la serie, porque pronto matizará todas las opiniones); por otro, el gobierno estadounidense resuelve que es necesario que haya sí o sí un Capitán América, y para ello presenta al propio: John Walker (Wyatt Russell, hijo nada menos que de Kurt Russell y Goldie Hawn).

Bajo las peleas, persecuciones, viajes por el mundo y chistes de buddy movie subyace la idea del héroe –héroe superpoderoso, además– y del derecho a serlo. La dificultad de encarnar a un superhéroe y el que no todos sean dignos de ello –puesta en boca, explícitamente, del Barón Zemo interpretado por Daniel Bruhl, rescatado para la serie casi que en un nuevo personaje, más divertido y maquinador–, y el peso del legado que significa el escudo que va pasando de manos, acaso sin encontrar alguna que pueda portarlo.

No todo funciona perfecto, cabe aclarar. A pesar de la espectacular realización puesta al servicio de los tiroteos, combates y batallas aéreas, no pocas veces el guion es funcional hasta el capricho, y algunas soluciones puntuales –la terapia doble que Falcon y WS pasan obligados, el escape de Zemo de prisión, por mencionar sólo dos– hacen ruido por todos lados.

Amén de lo anterior, muchas veces se siente el peso de que quienes llevan adelante la acción son secundarios incluso para el universo que pueblan, y termina por hacer ruido que se los acepte tanta impunidad internacional sin consecuencias cuando intervienen sin dudar aquí y allá, con jurisdicción ilimitada.

La serie misma parece consciente de esto, y en consecuencia la trama avanza rápidamente, con renovaciones puntuales de su argumento, apariciones especiales de otros personajes del universo Marvel y una buena química entre sus protagonistas. Acaso esto –sumado al crédito que ostenta Marvel en virtud de todo lo realizado hasta ahora– nos permite una tolerancia que no tendríamos con otra serie y nos lleve a seguir adelante sin protestar demasiado. Queda el cierre por delante, que nos permitirá decir si tal voto de confianza era merecido.

Falcon and the Winter Soldier. Creada por Malcolm Spellman. En Disney+.