Operación Overlord fue el nombre clave que recibió la Batalla de Normandía, o sea, el inicio de la contraofensiva aliada que desalojó a los alemanes de Europa occidental. Comenzó el 6 de junio de 1944, conocido como el Día D, por el desembarco del grueso de tropas aliadas en las costas francesas.

Ese desembarco necesitaba cobertura aérea; para que tal cosa fuera posible, las defensas antiaéreas alemanas debían de ser desactivadas. En la película Overlord se recrea esa operativa: un batallón de comandos paracaidistas recibe la misión de atacar una torre antena alemana ubicada sobre la iglesia de un pequeño pueblito francés.

Destruida esa antena, los alemanes no podrán comunicarse con fuerzas antiaéreas. Sin embargo, el avión de los paracaidistas es alcanzado por el mismo fuego antiaéreo que buscan anular y apenas un puñado logra sobrevivir. Y si caer desde una altura enorme bajo fuego enemigo (una secuencia resuelta de manera cinematográficamente maravillosa) y tener que escapar de un enemigo que te ajusticia ni bien te ve parece malo, es porque nuestros protagonistas no imaginan lo que los espera bajo esa maldita iglesia. 

La combinación entre Segunda Guerra Mundial y horror no es nueva. Hay muchísimos ejemplos como la noruega Dead Snow, la legendaria Shock Waves, con Peter Cushing, o la saga Outpost, aunque esta se ambiente en el presente. Pero si a algo parece referenciar directamente Overlord es al videojuego Wolfenstein, con su estupenda mixtura de lo bélico con el terror de las mutaciones científicas y/o sobrenaturales.

La película busca y consigue ser un perfecto entretenimiento pochoclero, con mucho gore, sobresaltos bien metidos, estupendas batallas, persecuciones y un clímax a todo trapo con monstruos, tiros, peleas demenciales y una explosión. Qué más se puede pedir: entretenimiento puro y duro, desvergonzado y muy bien realizado por el director Julius Avery, quien a partir de aquí se consagró dentro de la industria –aunque ya había hecho sus pinitos con Son of a Gun (2014), un tenso policial con Ewan McGregor– y que estrenará este año su entrada al subgénero de superhéroes con Samaritan, una deconstrucción, si se quiere, del formato, con un protagonista septuagenario interpretado nada menos que por Sylvester Stallone.

Volviendo a Overlord, dentro de un elenco de caras casi desconocidas (lo que favorece mucho la incógnita de “quién vive, quién muere”) destacan el protagonista Jovan Adepo, el recio Wyatt Russell (hijo de Kurt Russell y Goldie Hawn, muy popular gracias a su aparición en la serie de Disney+ Falcon y el soldado de invierno), y el villano que compone Pilou Asbæk (danés que brillara en la serie Borgen pero que en Hollywood ha sido encasillado como villano tras su papel como Euron Greyjoy en Juego de tronos).

Son casi dos horas de diversión asegurada en las que sólo desentona el absurdo tema de rap con el que cierran, acompañando los créditos, arruinando de inmediato todo el clima logrado. 

Overlord, de Julius Avery. En Netflix.