Mucho se habla de la potente producción cinematográfica de España en cuanto a thriller o policial, y es bien cierto que está en su nivel histórico más alto, pero a veces se deja de lado que no es el único género que goza allí de buena salud.

15 años ya han pasado desde que Jaume Balagueró y Paco Plaza estrenaran REC y pusieran en primera plana el horror, el género fantástico y el misterio en España, rescatando toda una tradición de su propio cine (que tuvo enormes exponentes locales, como Jesús Franco, Paul Naschy o Narciso Ibáñez Serrador, por mencionar unos pocos), con mayor producción y exposición, y liberándolas del lugar de nicho de género al que estaba limitada.

Así, tanto Balagueró como Plaza continuaron aportando hasta nuestros días y se convirtieron en los directores más prolíficos del ramo, con otras obras y creadores detrás –como JA Bayona con El orfanato, Nacho Vigalondo con Los cronocrímenes y Galder Gaztelu-Urrutia con El hoyo– para conformar un atractivo panorama del género y sus muchísimas aristas, producido y desarrollado con una sensibilidad propia y reconocible.

A esta actualidad tan activa viene a sumarse en Netflix una propuesta aún más distinta, que realiza el director vasco Paul Arkijo Alijo, con su Errementari (o El herrero y el Diablo).

Las fraguas del demonio

Nos encontramos en pleno País Vasco durante la primera Guerra Carlista, aquel conflicto civil que en 1835 enfrentó a los partidarios del infante Carlos María Isidro de Borbón y su régimen absolutista con los isabelinos, defensores de Isabel II y de su regente María Cristina de Borbón.

Un puñado de guerrilleros vascos, del bando del infante Carlos y, por tanto, perdedores en la contienda, está por ser fusilado a manos de soldados reales en un camino apartado bajo la niebla del amanecer. Preparen, apunten... ¡fuego! Pero entre la nube de pólvora que se entremezcla con la niebla vemos que ha caído uno, dos y... ¿dónde está el tercero, ese que era herrero? ¿Y qué es esa figura demoníaca que aparece entre la niebla?

Así da comienzo este espectacular film de fantasía y horror en el que se nos cuenta la historia de ese errementari, Patxi el Herrero, quien ocho años después de ese inicio vive cual ermitaño, encerrado en su siniestra herrería, rumiando sus derrotas y sometido al pacto que realizara ese día y que le salvó la vida pero condenó su alma.

Llega entonces un funcionario buscando una abultada suma de dinero que supuestamente quedó en manos del mentado herrero luego de la guerra, lo que motiva que varios habitantes del pueblo vayan a husmear a la apartada herrería. Así se desencadenan todos los acontecimientos que dan cuerpo a la película (y que, obviamente, dejaremos de adelantar aquí).

Con una notable adaptación de época, rodada por completo en euskera, estupendo maquillaje tradicional y efectos prácticos impresionantes, en gran medida Errementari es antes que nada una película de personajes en la que relucen el protagónico de Kandido Uranga, la niña Uma Bracaglia y, muy especialmente, un tremendo Eneko Sagardoy bajo una piel demoníaca. Se construye así una narración que no desprecia golpes de humor negro y que regala muchos momentos de horror climático.

Errementari se anota tranquila dentro de lo mejor del fantástico producido en tiempos recientes y tiene, además de todo lo mencionado, un final épico que podría ser ilustrado por Gustavo Doré. Y no hay caso, no se jode con los vascos. Ni aunque seas el Diablo te conviene.

Errementari, dirigida por Paul Urkijo Alijo. En Netflix.