Como si la mirada fuera desde el escenario, las impulsoras del proyecto “Artificio, memorias de los teatros del río” aspiran al rescate de ese efecto que el espectáculo vivo ejerce en el público. Un registro de lo inasible, la emoción detrás del aplauso. Es una pesquisa que pone el foco en las vivencias que trascienden el tiempo de la representación. Para eso toman cinco teatros localizados en las regiones metropolitana y litoral sur: Centro Cultural Florencio Sánchez (Montevideo), Teatro Macció (San José de Mayo), Complejo Cultural Politeama (Canelones), Centro Cultural Bastión del Carmen (Colonia del Sacramento) y Teatro Miguel Young (Fray Bentos).

Actualmente se encuentran en la etapa inicial de investigación y realizando entrevistas. Previamente tomaron contacto con las salas elegidas para el relevo y por medio de organizaciones cercanas empezaron a convocar gente del público para que evocara anécdotas.

“Lo que estamos buscando es que nos cuenten sus historias, más que nada desde lo emocional, qué significa para ellos el teatro, si recuerdan la primera vez que fueron, qué obra vieron, en qué piensan cuando hablamos de teatro, qué les genera, cuál creen que es la importancia. Más que nada vivencias personales y no tanto la historia institucional”, explica Irene Tayler, especializada en gestión cultural, quien se encarga de la producción de esta iniciativa apoyada por Fondos Concursables para la Cultura y Fundación Itaú, además de la articulación con los teatros involucrados y sus gobiernos departamentales, así como con el Centro de Investigación, Documentación y Difusión de las Artes Escénicas.

En las próximas semanas van a estar yendo a Colonia y Fray Bentos con la intención de conseguir al menos tres casos por sala. Se propusieron llegar a teatros que tuvieran un vínculo cercano, que su público se sienta identificado, que tenga un rol social importante, y que pudieran, por otro lado, encontrar integrantes de la comunidad que conservaran archivos o que estuvieran dispuestos a compartir sus experiencias. “Y desde el punto de vista de la territorialidad –agrega Tayler– nos surgió un límite físico y plástico, que fue el río, en su característica monumental y cambiante a la vez, que también generaba un paralelismo con lo que es el teatro. En el caso de Florencio es innegable el vínculo que tiene con el barrio, el Cerro, desde sus inicios, con asociaciones de obreros, con los centros educativos, con instituciones que hasta el día de estoy son intrínsecas a la historia del teatro y su funcionamiento”.

Por un lado está el trabajo de recopilación de archivo, tanto lo que sale de los teatros como lo que les acercan los espectadores. A la vez, están registrando las entrevistas, ya que en base a esos dos insumos crearán una exposición itinerante, un montaje del que estarán encargadas dos diseñadoras teatrales. El plan es llegar a un dispositivo multimedia.

“No estamos pensando en una exposición con cuadros colgados, sino en algo más inmersivo, con algunos elementos de interacción con el público, que puede ser, por ejemplo, sensores de luz y que el audio se active cuando alguien se acerca. Nos estamos dando la libertad de esperar a tener todo el material sistematizado para crear algo muy parecido a una escenografía, o sea que va a tener una lectura artística y de creación”, aclaran.

Ana Almenar, licenciada en Artes Plásticas y Visuales y técnica en Museología, está a cargo del trabajo de investigación y realiza el registro audiovisual, mientras que Lucía Tayler, diseñadora teatral, será la encargada del diseño, la realización y el montaje de la exposición junto con su colega Lucía Acuña, que se ocupará en particular de los elementos técnicos.

El equipo plantea en principio una exposición única que vaya por los cinco departamentos para incentivar así el intercambio y una circulación de conocimiento, tanto en lo geográfico como en lo intergeneracional, ya que el lenguaje de la muestra apunta a un público joven, mientras que la mayoría de los entrevistados son añosos. Las socias de Artificio recurren a lo que llaman “activadores de memoria”, que pueden ser fotos, programas o entradas que el público conserva.

Durante el proceso de investigación el panorama va cambiando. Pero a grandes rasgos, “exceptuando el Bastión del Carmen, que tuvo más usos no relacionados a las artes, los otros cuatro fueron fundados a principios del siglo XX, en el ámbito privado, algunos ya como teatros, otros empezaron como cines, y encontramos que sobre mediados de siglo todos ellos pasaron a la esfera municipal, a cada una de sus intendencias, y tienen una historia muy fuerte de relacionamiento con el público, no sólo desde lo teatral sino desde el punto de vista social, porque también se hacían reuniones de fin de año de las escuelas, muchos actos, funcionaban como un lugar de encuentro súper importante”.

Para brindar testimonios escribir a [email protected] o llamar al 099 022 172.