Netflix tiene una nueva estrella: Sexify, una serie de ocho capítulos de casi 45 minutos que explora el orgasmo femenino, la masturbación, las diferencias entre hombres y mujeres en el deseo sexual, la pornografía machocéntrica y la sororidad. Tiene una estética sensual, es ágil, de imágenes directas, una música fabulosa y sus tres protagonistas tienen roles definidos: Natalia es una estudiante de programación que quiere ganar un concurso en la universidad. Es dura, atea, sin experiencia sexual, una antiheroína a la que poco le interesa lo sexi en un mundo en donde todo parece que tiene que ser sexi. Empieza haciendo una investigación sobre el sueño, pero parece que nadie necesita dormir: la gente precisa cosas sexis, así que Natalia se propone crear una aplicación para mejorar el orgasmo femenino.

Paulina, su amiga, se está por casar. Es estudiante de química, cede en sus deseos, es reprimida y católica. Monika, millonaria, malcriada, en apariencia disfruta del sexo y es la experimentada del grupo.

Sexify es agradable, engancha y nos hace olvidar que estamos viendo una serie hablada en polaco (después de tantas series traducidas desde el inglés). Es un gran acierto la inclusión en la plataforma de series de países que a nosotros nos resultan “lejanos” (Polonia, Bélgica, Suecia).

Más allá de que pone arriba de la mesa un tema del que poco aún se sabe, como el orgasmo femenino, y que tal vez no recibe la suficiente atención, lo interesante de la serie es el desarrollo de las protagonistas. Son personajes que evolucionan: estas mujeres cambian y desarman viejas ideas de ellas mismas, sus creencias, de la satisfacción femenina y de la culpa, mientras se instala una interesante dualidad entre “ser inteligente/ser atractiva”. Van transitando, con sus propias vidas y sus microhistorias, un despertar sexual que, con la excusa de un concurso para ganar financiamiento de la aplicación, no hace otra cosa que decirnos lo complicadas que son las relaciones sexuales.

Detalle: muchas mujeres, aun en 2021, seguimos pensando que tenemos algún tipo de problema físico que no nos deja llegar al orgasmo. Sexify derriba conceptos de que el sexo debe hacerse de cierta manera, porque en definitiva hay tantos tipos de sexo y sexualidad como personas. Indaga en qué nos excita a las mujeres, en una cultura de la pornografía y de la sexualidad que a lo largo de los siglos se ha centrado en el deseo del varón y en el fin del acto sexual cuando ellos consiguen su satisfacción.

Para quienes fuimos adolescentes en los 90, cuando la sexualidad en la pantalla se limitaba a poco más que las entregas de American Pie, estos ocho capítulos de Sexify merecen un gran “sí”. Un gran “no”, en cambio, para la comparación de esta serie con Sex Education, porque en Sexify las protagonistas no saben mucho de sexo y saltan de una frustración a otra, lo que la hace más interesante aún, porque en definitiva el sexo, para todos, es un poco frustrante.

No hay que exigirle a una serie de Netflix que nos ilumine acerca de un tema tan profundo que, en apariencia, se trata de forma liviana. Sin embargo, Sexify busca y consigue mostrarnos que la satisfacción femenina sigue estando en segundo plano.

Para disfrutar esta serie no se precisa un gran esfuerzo intelectual, cumple con el cometido de entretener y a la vez nos deja picando la duda de si cuando hablamos de nuestra sexualidad somos honestos. Vale la pena.

Sexify, dirigida por Kalina Alabrudzinska y Piotr Domalewski. En Netflix.