Park (Eom Tae-goo) es la mano derecha de un pequeño gángster en Seúl. Si bien se destaca incluso ante las mafias rivales por su seriedad y eficacia, su jefe Yang (Park Ho-sang) es un hombre chapado a la antigua al que no pocos consideran caduco y de salida.

Por eso mismo, el más importante de los mafiosos locales, el señor Hwang (Cha Soon-bae), trata de reclutar a Park para sus filas, pero nuestro protagonista –coherente con su carácter– rehúsa cortésmente la oferta. Pero parece que la cortesía no fue suficiente: hay un atentado en su contra por despecho y es la familia de Park la que paga el pato. Park se vengará ruidosamente de sus ahora enemigos, antes que rivales.

Una vez efectuada esa venganza, no le queda más que correr y esconderse, porque son muchos y muy poderosos los que ahora lo buscan. Su plan de huida nos lleva al meollo de este relato: Park deberá pasar escondido en el pequeño balneario de la isla Jeju en compañía de una peculiar familia (que se dedica, además de albergar prófugos, a la venta de armas), esperando poder escapar definitivamente del país.

Es en este punto donde brilla la película de Park Hoon-jung, más popular como guionista que como director, y autor de obras como The Unjust, New World y la tremenda I Saw The Devil. En ese tiempo muerto que Park deberá pasar en la isla, conocerá a ese padre (Cho Dong-in) y a esa hija (Jeon Yeo-bin) con su propia cuota de problemas, mientras a su alrededor, sin que él lo sepa, por supuesto, la olla a presión se calentará hasta hervir.

Aunque Night in Paradise propone algunas salidas de libreto del ya clásico thriller violento coreano –es también el relato de la amistad entre personajes rotos–, no olvida ni desmerece sus raíces. Para cuando todo llegue al brutal clímax, habrá que apretar bien los dientes y aguantar firmes el embate de la sangre y la violencia, tal y como nos tiene acostumbrados el cine coreano.

A lo que también nos tiene acostumbrados Corea es a las buenas películas, en un contexto internacional en que el cine mainstream (el estadounidense, específicamente) se torna más y más edulcorado y previsible. Las películas coreanas –de las que, por fortuna, Netflix se nutre regularmente– demuestran que el cine que apela a los buenos relatos, personajes cuidados e historias convincentes sigue ahí, a nuestro alcance, a un clic de distancia.

Night in Paradise, de Park Hoon-jung. En Netflix.