Según la información que llega al resto del mundo a través de los medios masivos se podría pensar que debido al duro bloqueo económico en Cuba nadie tiene acceso a internet ni mucho menos ideas y teorías claras sobre su infraestructura y sobre el uso político en las redes.
Pero una vez más Cuba sorprende, como dice el periodista Pedro Santander Molina al comentar La dictadura del algoritmo, porque a fin de cuentas este documental, revelador en varios aspectos, nos recuerda que por más compleja que parezcan la tecnología en desarrollo y la capacidad de acceder a ella, lo que realmente importa son las estructuras y principios que definen no solamente el aspecto de su práctica, sino su razón y su objetivo.
Hay dos características de Cuba que resumen la fuerza de este documental: la decisión fundante de la revolución de articular la producción cinematográfica con prácticas didácticas para promover el pensamiento crítico, y la necesidad contar de con un relato colectivo para arribar a un análisis consciente del lugar que los cubanos ocupan en el mundo.
La guerra por otros medios
Estamos ante una pieza cinematográfica que analiza la llamada Guerra de la Cuarta Generación, un conflicto que tiene sus trincheras en el medio digital. Ya no hablamos de un frente militar, sino de una sociedad en su conjunto empujando el ataque a sus propias dimensiones culturales dirigidas por medios de comunicación financiados por Estados Unidos con el fin de promover un colapso interno, sociológico y moral de las personas.
De algún modo, todos somos señalados por el documental, ya que muchas de las cuestiones que circunvalan a las redes sociales y sus prácticas informativas son más sencillas de apreciar desde la perspectiva cubana, en permanente conflicto ideológico, pero afectan a todo el mundo.
En Cuba, según el documental, existen medios digitales que fundan su confianza en la idea de ser “medios independientes” porque no utilizan fondos del Estado; sin embargo, son financiados por entes estadounidenses. Algunos, como la National Endowment for Democracy (NED), fueron creados en el Congreso de Estados Unidos durante el mandato de Ronald Reagan con el fin de colocar una fachada a las prácticas de los servicios de inteligencia llevados a cabo por la CIA. Otros, como Open Society, son denunciados en La dictadura del algoritmo como entidades financieras vinculadas a operaciones de influencia social y desestabilización de países cuyos gobiernos son considerados obstáculos geoestratégicos por Washington en Europa del Este y América Latina.
Este tipo de fundaciones ha creado en las últimas décadas formas prácticamente invisibles de influir en la política cubana, dando fondos y becas a estudiantes universitarios, incluso muchas veces con perfiles de izquierda sólo por el hecho de ser hijos de padres partidarios de la revolución. De acuerdo a la película, durante el mandato de Barack Obama se crearon decenas de medios digitales que espectacularizan las noticias y empujan para hacer creer, en Cuba y en el resto del mundo, que en la isla sólo existen dos extremos: la ultraderecha recalcitrante y la izquierda endogámica y conservadora. La dictadura del algoritmo denuncia que medios como 14 y Medio, El Estornudo y Radio Televisión Martí, entre otros, manejan hoy la opinión pública en Cuba.
La película también denuncia que Estados Unidos utiliza la infraestructura que se construye con capital cubano para transmitir información que debilita el desarrollo nacional, haciendo uso y abuso de una generación que no nació en un contexto en que se respiraba socialismo, sino que ha crecido en una Cuba marcada por una profunda crisis económica.
Así, la opinión pública se consolida en las redes sociales como una ilusión de acuerdo común que permite una forma novedosa de control social. La presión de esa aceptación común es tan determinante que en algunos caso tener una opinión diferente equivaldría al linchamiento público.
Uno de los entrevistados en La dictadura del algoritmo afirma que las consecuencias de pronunciarse frente a esta realidad son duras actualmente en Cuba, y por eso a muchos les costaría decir que son felices en su país a pesar de que existan problemas económicos. El linchamiento no mata, pero sí lo hace el silencio cuando logran confundirte y transformarte.
La dictadura del algoritmo, de Javier Gómez Sánchez. En Youtube.