Podemos ir despidiendo a una de las pocas cosas buenas que tuvo la pandemia. Pixar anunció que a partir del año que viene, sus estrenos volverán a las salas de cine y a lo sumo estarán disponibles en Disney+ luego del pago del Premier Access, que por estos lares rondaba los 17 dólares.
Por el camino, tuvimos la oportunidad de disfrutar de dos títulos muy interesantes, incluidos con la suscripción. El primero fue Soul que nos hizo pensar acerca del sentido de la vida, y el segundo es Luca, que reflexiona con ternura acerca sentirse extraño o diferente.
La película dirigida por Enrico Casarosa está situada en un pueblito de la riviera italiana, aunque la acción comienza en las profundidades del mar que baña sus costas. El “monstruo” marino que da título a la historia tiene inquietudes con respecto a la superficie muy parecidas a las que tenía la Sirenita en la versión animada de Disney en 1989. No será un príncipe quien lo lleve a poner pies en la tierra... aunque quizás un poco sí lo sea.
Conocer a Alberto, otro “monstruo”, lo llevará a arriesgarse y mezclarse entre los habitantes del pueblito de Portorosso, ya que estos muchachos acuáticos tienen la capacidad de verse idénticos a los humanos cada vez que salen del agua y se secan.
Si muchísimos elementos de Luca suenan familiares, es porque Casarosa y compañía no están interesados en reinventar la rueda. El protagonista hace amigos y enemigos, tiene una familia como la de Moana, ve amenazada su identidad secreta y tiene un par de objetivos bien claros, que se concretarán sobre el cierre de la película.
Mientras tanto, la experiencia es la recompensa. Empezando por la animación, que se atreve a alejarse del canon Pixar con un estilo ligeramente más cartoon. Todo es hermoso en el pueblito, incluso la miserable sombra de bigote que luce Ercole, el antagonista de la acción. La historia está pensada para un entretenimiento familiar que haga sentir bien, aunque (por supuesto) atravesará un par de obstáculos cliché, hasta reencauzarse justo a tiempo para el final feliz.
Volviendo al tema central de la película, Luca se siente un extraño en su propio mundo submarino hasta que conoce a Alberto, y juntos serán los extraños que deambulen por las (hermosas) callecitas de Portorosso. No hay que rascar mucho para encontrar una posible alegoría al descubrimiento de sentimientos más profundos entre estos dos muchachitos. Los extraños, los diferentes.
No parece existir un intento de invisibilizar la relación entre Luca y Alberto, sino brindar suficientes elementos como para que el espectador una los puntos. Por supuesto, habrá espectadores que lo negarán, como cuando ven fotos de la tía abuela y su concubina y no dejan de señalar lo “buenas compañeras” que eran. Y es cierto que ya estamos hartos de comunicados de prensa celebrando que un personaje secundario femenino de Unidos menciona a su “novia”.
Casarosa dijo a Screenrant que quiso “hablar de esa época en la vida antes de los novios y las novias. Así que hay una inocencia y un foco del lado de la amistad”. Por suerte, también dijo que “mostrar tu monstruo marino” y abrazar lo que te hace diferente puede ser “una metáfora para cualquier cosa”.
Ya sea por decisión del director o como medida preventiva para no perder mercados reaccionarios, Luca no termina de decir con palabras algunos temas que están ahí presentes. Eso no disminuye el disfrute de la aventura, que ojalá sirva para que algunos monstruos de verdad se vayan acostumbrando a un mundo en donde todos somos diferentes. Y para alegrarse de lo enamorada que estaba su tía abuela solterona.
Luca, dirigida por Enrico Casarosa. En Disney+.