Para todos quienes ansiamos el regreso de Peaky Blinders, la plataforma Netflix incluye algunas opciones que, ya sea por compartir la misma ambientación histórica o algo de la estética, nos pueden resultar atractivas al instante. Es el caso de Rebellion, serie irlandesa de 2016 que reconstruye con pelos y señales el que fuera el más reconocido intento del ejército ciudadano irlandés por hacerse con su propio país ante los gobernantes ingleses.
La serie se divide en dos temporadas muy concretas. La que nos ocupa es una recreación detallada del Alzamiento de Pascua y los cinco días de batalla desatada en Dublín en abril de 1916; la segunda es una reconstrucción de la siguiente campaña revolucionaria, ya a cargo del afamado Michael Collins (quien en la primera temporada no pasa de ser un secundario cuya relevancia es mínima).
Concentrémonos en la que corresponde: para 1916 la Primera Guerra Mundial ocupaba una enorme parte de la atención y el poderío militar británico más allá del Canal de la Mancha, por lo que para el IRB (las siglas en inglés de la Hermandad Republicana Irlandesa) era una gran oportunidad de probar la vía armada. Dublín se encontraba prácticamente desguarnecida y durante los días previos al alzamiento, los Voluntarios Irlandeses (el brazo armado de la IRB) se movilizaron de manera incluso visible, convocaron a la lucha mediante periódicos y reuniones, sin encontrar ninguna resistencia de los ingleses presentes, al menos de manera notoria.
Tan es así, que para el 24 de abril el plan de los liderados por el maestro Patrick Pearse se puso en marcha con una efectividad inmediata: para la tarde de ese mismo día habían tomado el edificio de correos, que ocupa una importante ubicación estratégica en la ciudad, y lo habían vuelto su base general, habían hecho retroceder a los soldados ingleses a su cuartel general y se habían desperdigado con efectividad por todo Dublín.
Pero pronto las cosas cambiaron para mal. Una clara falta de organización entre sus líderes –acusaciones de traición y cobardía se cruzaron durante años por del fracaso de esta rebelión–, la ausencia de respaldo del ciudadano común (al que daban por descontado que se sumaría a la lucha) y los rápidos refuerzos que llegaron desde Inglaterra para sofocar el levantamiento (con soldados que se contaban por aquel entonces entre los mejores del mundo) redujeron el alzamiento a apenas cinco días de sitio a la ciudad y un inmediato punto muerto –limitados los enfrentamientos a escaramuzas dispersas– que terminó por reducir a los irlandeses y llevarlos a la rendición.
Ficción sobre historia
Si bien los diferentes personajes históricos están presentes –Pearse, Collins, James Connolly, Eamon De Valera–, el punto de vista de Rebellion es ficcional, al tomar como narradores a un puñado de personajes inventados, en particular tres mujeres que se verán vinculadas –cada una a su manera– al alzamiento. Ellas son May, Frances y Elizabeth (Sarah Greene, Ruth Bradley y Charlie Murphy), tres amigas que llegan a este momento desde su propia posición y punto de vista.
May es la representación de la clase media: trabaja como secretaria en el gobierno británico, mantiene un romance con su jefe y está poco interesada en el levantamiento en sí. Frances, por el contrario, es una fervorosa revolucionaria, una huérfana criada por la caridad que ve en este alzamiento como la posibilidad de equilibrar un montón de injusticias sociales que exceden a la liberación de Irlanda. Elizabeth, por su parte, es una lady de clase alta que escapa a un matrimonio arreglado al unirse tanto ideológica cómo prácticamente al alzamiento.
Las tres serán las protagonistas de las líneas narrativas que irán componiendo esta sólida recreación de época, con una estructura que no pocas veces recordará a series contemporáneas más famosas –la mentada Peaky Blinders– por aquello de condimentar la historia con una buena cuota de ficción.
Cada una de sus tramas, que obviamente se entremezclan, incluye a varios personajes protagónicos, como el revolucionario Jimmy Mahon (uno más del interminable clan pelirrojo Gleeson, Brian en este caso), su hermano Arthur (Barry Ward, siempre excelente), que es un soldado del lado británico, o el hermano de Elizabeth, Harry (Michael Ford-Fitzgerald), quien logra orbitar alrededor del estallido sin jamás comprometerse con nada.
La austera realización tiene, quizá, cómo única contra un cierre demasiado expositivo, en el que elementos ya explicados cinematográficamente son puestos en boca y acciones de sus personajes, acaso desconfiando de la inteligencia del público.
El cierre matiza el entusiasmo que despierta esta original serie histórica irlandesa, que no sólo se continúa con una segunda temporada sino que además cuenta con una secuela, Resistance, que retoma a algunos de sus personajes años más tarde (y que no, lamentablemente no se cuenta dentro del catálogo de Netflix).
Rebellion, dirigida por Aku Louhimies. En Netflix.