Como hacía Mamma Mía! con las canciones de Abba, Explota, explota, el primer largometraje dirigido por el uruguayo Nacho Álvarez y disponible en HBO, usa la fórmula con la recientemente fallecida Raffaella Carrà, incuestionable superdiva tanto en su país como en España e Iberoamérica.
María (Ingrid García-Jonsson) es una bailarina joven, sexy y con ansias de triunfar a principios de los años 70, una época en que España estuvo marcada por la rigidez y la censura del final de la dictadura de Francisco Franco (especialmente en la televisión). Con los grandes éxitos de la estrella italiana como contrapunto musical, se narra una historia dentro de una época en la que la represión campeaba.
A punto de casarse, María deja plantado al novio y se va de Roma para volver a Madrid. Su camino se cruza con el de Pablo (Fernando Guallar), quien trabaja en la Televisión Española, donde ella empieza a trabajar como bailarina.
La “moral y las buenas costumbres” impulsadas por el padre de Pablo (director en TVE) chocan con la libertad e irreverencia de María, quien se encuentra con un mundo artístico que encuentra machista y censurador. Pablo, coincidentemente, está haciendo su tesis de doctorado en Filosofía sobre el debate entre lo “decente o indecente”. Él no le cuenta todo acerca de su verdadero trabajo en el canal (es quien decide sobre las censuras), aunque es el mismo Pablo quien experimenta la mayor mutación: pasa de ser un veedor de las buenas costumbres que el canal y su padre intentan imponer a ser el chico que quería ser guitarrista (en gran parte impulsado por María) y que se enfrenta a su familia. También es divertido y esencial para María el personaje de su amiga Amparo (Verónica Echegui): sororidad y amistad.
“Bailar no le hace daño a nadie”, repite María varias veces, y ese parece ser el espíritu de la película: la tan deseada libertad en un momento en que salirse de una regla estricta era pecado. También hay un feminismo incipiente que empezaba a afianzarse, rebelde e inocente: eso de “conmigo no podrán”.
María es naíf y romántica, con una estética casi almodovariana que contrasta con la oscuridad de la época. Es interesante ver cómo el director logra retratar, con canciones alegres y felices, una historia llena de obstáculos y limitaciones. Los problemas de la época son tratados con cierta liviandad, pero tampoco podemos pedirle mucho más a una comedia musical. Es, además, un homenaje a una artista tan adelantada y maravillosa como Raffaella Carrà.
Explota, explota, de Nacho Álvarez. En HBO.