Trundle es una especie de monstruo pelirrojo con nariz grande y brazos de carnicero que deja su vida en las batallas de la Liga de las Leyendas armado con un garrote de hielo con el que congela a sus rivales. A su alrededor hay piedras y trampas esparcidas en el pasto oscuro, enemigos al acecho a sus cuatro ojos, y al final, otra base como la suya a la que debería llegar para conseguir una victoria.
Esta tarde, en el segundo piso de una casa cualquiera de un barrio tranquilo de Montevideo, Robertson Escoutto le maneja los hilos con un mouse y los botones gruesos de su nuevo teclado, un último modelo para streamers como él, que juega en red en el medio de la jungla mientras miles de personas siguen sus movimientos desde cualquier parte del mundo.
Su peculiar nombre de pila, nos cuenta, se escribe como el apellido del actor Cliff Robertson, el tío Ben de la mejor saga de Spiderman, o el del escritor estadounidense de novelas Morgan Robertson.
Escoutto tiene 70 años y practica este juego en red desde 2016, pero recién “el 14 de agosto de 2020” comenzó a compartir su experiencia a través de la plataforma virtual Twitch, donde se lo puede ver todos los días jugando una de sus partidas o hablando por el chat con otros aficionados. A veces juega con Warwick, un hombre lobo de color azul víctima de incontables experimentos macabros por los que debe cargar con bombas y cámaras en su cuerpo.
Sus seguidores lo conocen por su nombre de usuario: Tellier50. Como casi toda su historia, el origen de esta elección remite a una decisión rápida y sin reflexión previa. Tellier es una calle del barrio La Teja donde vivió. La contraparte de su impulsividad y desparpajo podría ser su memoria, y su gusto por la exactitud en las fechas.
El 13 de enero de 2020 perdió a Fabián, uno de sus hijos y la gran inspiración para esta aventura imposible, que le saca las palabras y le nubla la vista cada vez que lo recuerda.
De lunes a viernes se despierta a la seis de la mañana, motivado y listo para prepararle el desayuno a Gonzalo, otro de sus hijos, que vive con él y con quien se ha puesto de acuerdo para manejar este fenómeno nunca visto en Uruguay. “Yo pongo la cara y la voz, el resto lo hace Gonzalo”, dice Tellier, cuyo nombre puede leerse en un precioso neón, parte de la escenografía de este show online que puede comenzar a cualquier hora.
“A mí me resulta algo muy bueno. Soy una persona que le gusta saber de todo, y ahora con esto tengo que seguir aprendiendo y estudiando para ayudarlo en todo lo que pueda. Desde editarle una foto para Instagram hasta hacerle un video para YouTube”, cuenta su hijo Gonzalo, de 29 años, que trabaja en el Correo y está siempre pendiente de su padre y del proyecto Tellier50.
Contra la tristeza
“Nunca pensé en jubilarme. Cuando me tocó, psíquicamente no estaba preparado. En ese momento trabajaba como sanitario, pero no había forma de sacarme el dolor que me daba una prótesis de rodilla que supuestamente había quedado bien. Así que me obligaron a jubilarme”, recuerda. Tenía 65 años. “Me metía en la computadora y empezaba a jugar al Arkanoid, al ajedrez, al truco o la conga. Después arranqué con el League of Legends”.
Iván, nieto pegado al abuelo, lo notó triste y apocado luego de la pérdida de su hijo. Y se le ocurrió que podía streamear, es decir, mostrarse en la plataforma de video Twitch jugando una de sus partidas y comenzar a interactuar con otros usuarios.
No pasaron muchos días para que un usuario subiera un video a YouTube mostrando lo mal que jugaba este uruguayo veterano, que además tenía un encanto especial. El video se volvió viral, y miles de usuarios se quedaron con algo más que la novedad.
Sus fieles
“Ellos me ven a mí como un abuelo, incluso a veces me lo dicen: ‘Yo no tengo abuelos, y para mí sos mi abuelo’. Me dicen ‘tata’, ‘viejo’, y sí, soy el más viejo de todos”, cuenta. “El lenguaje de los jóvenes lo empecé a aprender recién ahora. Al principio me costaba. Siempre pongo el ejemplo de cuando me empezaron a decir “tata, estás ido”. Cuando buscaba palabras en el diccionario con mi madre ‘ido’ es tonto, idiota. Yo les decía: “No sea malo, ido, que yo no te falté el respeto”, y después me explicaron que quiere decir que estás muy alto, muy arriba. Yo me siento contento, motivado con esta interacción. “Ojalá tuviera un abuelo como vos” o “qué lindo tener un abuelo gamer”, me dicen, y yo les contesto: “Seguramente lo tenés. Dale la posibilidad”.
En el monitor Tellier es un payaso algo gruñón y divertido, una mezcla de Homero Simpson y Cacho Bochinche que a pocos meses de empezar a transmitir ya tiene un ejército de “nietos” que le bancan los trapos.
A veces se enoja y llama a algunos al orden, se anticipa a las travesuras de los malos de la clase que siguen ahí hasta que Tellier se retira hasta el día siguiente.
Se ríe a carcajadas, se asombra, se agarra la cabeza como en la viñeta de un cómic de Archie y contesta a cada pregunta de forma honesta y a su manera: “Gracias, negro”, “Uruguay nomá”.
“Es como ahora. Tú me estás preguntando y yo te estoy respondiendo. Lo mismo hago en el chat, no hay nada pensado. Eso sí, lo que les digo a todos: uno tiene que ser sincero y honesto. O sea, si un día decís ‘me gusta el ossobuco’, después no me vengas a decir que no te gusta el ossobuco”, explica sobre una de las virtudes que lo distinguen sobre el resto.
Una de sus frases ya es célebre “¡Coscu, sos un maldito, me vas a dar un infarto!”. Tellier tiene cinco angioplastias, problemas de presión y es diabético, pero piensa que si esa noche no le pasó nada, “ya está”. El argentino Coscu, uno de los referentes más importantes del movimiento streamer, decidió esa noche donarle 1.000 dólares para que comprara nuevos equipos y lo puso al aire en su pantalla caliente, multiplicando de forma inmediata los seguidores del uruguayo por unos cuantos miles más.
Algo similar sucedió con el streamer español Ibai, que una noche cerró su transmisión invitando a su gente a seguir con Tellier50.
“Bueno, dale”, le dijo a su nieto, no muy convencido de comprarse su primera cámara para streamear. “No, estás loco, con todas las cosas que tengo”, le contestó otra vez ante el desafío de probar suerte igual que algunos de sus colegas más jóvenes: 24 horas ininterrumpidas de juego e interacción frente al monitor y el círculo de luz encima que mejora la imagen nocturna. “Bueno, mañana lo hago” fue su segunda respuesta.
“Lo del récord llamó mucho la atención. Hay gente que lo ha hecho, pero son jóvenes, y quedan destruidos. Cuando terminé me escribían: “Sos una leyenda”. Ibai dijo: “Me siento humillado”, porque a las 12 horas no podía más”.
“Fue el domingo 23 de mayo, a las siete y media de la mañana”, cuando comenzó este desafío. “Empecé a charlar con mis ‘nietos’, a jugar, y cuando quise acordar eran las tres de la mañana, y ahí sí me sentí un poquito cansado. Mi hijo me dijo: ‘Si querés cortar, cortá’. Me preguntó: ‘¿Querés un café?’. ‘Bueno, dame un café’, y al rato estaba como nuevo. Se me pasó el tiempo volando. Incluso cuando alcancé 24 horas, yo quería seguir pero mi hijo me dijo ‘Vamos a cortar porque te puede perjudicar’'. Y yo le decía: ‘Me siento bien’. Coscu me había mandado 7.000 personas más y no les podía fallar. Me quedé un rato más y terminé”.
Tellier50 tiene 154.000 seguidores en Instagram, 452.430 en Twitch, y su audiencia ha llegado a sumar 69.000 personas en una de sus emisiones en vivo. Más de 40% de sus fans viven en Argentina, 8% en Uruguay, y otros porcentajes importantes se los llevan México y España.
“Es impresionante cómo se me pasa el tiempo cuando estoy en streaming. Me pongo a conversar con los ‘nietos’ y, cuando querés acordar, son como las siete y media de la mañana”, cuenta.
A Tellier dice no haberle afectado demasiado la pandemia. Nunca fue de salir, y a lo sumo extraña poder ir a los cumpleaños de sus hermanos: “Ahora somos nueve. Éramos 12”.
Comenzó a trabajar de muy joven ayudando a sus padres en el reparto de productos de panadería, luego fue mecánico tornero, empleado en una fábrica de carteras y mozo en distintos lugares, entre ellos el Argentino Hotel de Piriápolis.
Hace unas semanas se mudó junto a su hijo a una nueva casa con una habitación especialmente reservada y acondicionada para las presentaciones de Tellier50. “Es casi como un programa de televisión”, me animo a decirles, y rápidamente padre e hijo me corrigen y mencionan diferencias, una encima de la otra, para concluir que el streaming, donde el protagonista se encarga de prácticamente todo: estar frente a cámara, interactuar con la audiencia, manejar y configurar todos los programas y herramientas necesarias, “es mucho más casero”.
Ventajas de la batalla
Uno de los mensajes que Tellier rescata con mayor claridad y entusiasmo está dirigido a los jóvenes y al mismo tiempo a los adultos mayores. Cree que no hay impedimento para que ambas generaciones puedan interactuar de forma más armoniosa, para el beneficio de todos: “Siempre digo que este juego [League of Legends], como cualquier otro, te motiva a estar pensando: ‘bueno, estoy mirando para este lado, a quién ayudo, qué tengo que hacer’. Parece que no, pero te va trabajando la cabeza. Entonces, ayuden a sus abuelos a acercarse a los juegos. Tenemos gastadas las neuronas y esto las activa un poco”.
“Debe ser algo que puede ayudar a que no haya mayor deterioro en algunas enfermedades. Está eso que les dicen algunos adultos o jóvenes a los viejos: ‘No me toques la computadora que la vas a romper’. ¡No, no seas malo! Al revés: ayudalo, enseñale. Jugá a lo que sea, al truco, al roba montón, pero compartí. Te vas a sentir mucho mejor, y más ahora que los gurises se ponen en una computadora y se olvidan del mundo. Hay que darles a los abuelos la posibilidad de expresarse, de jugar y de compartir con ellos la experiencia que vos tenés. Decile a tu abuelo que se ponga a hacer stream”.
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