Basada en el libro de Lindy West (también productora) Shrill: Notes from a Loud Woman, la serie Shrill va por su tercera temporada en HBO. Básicamente, es una comedia dramática que encara con humor temas como el aborto, el mobbing, los cánones de belleza y lo complicado de encajar en una sociedad que invita de manera constante a la mujer a que cambie su cuerpo.

“Hola, soy gorda”, escribe su protagonista Annie Easton (Aidy Bryant, que es además guionista y productora), una mujer que intenta triunfar como periodista y busca alzar su voz sobre los más profundos sentimientos que le despiertan las críticas por tener un cuerpo fuera de la belleza hegemónica.

La talentosa Annie trabaja para el semanario The Weekly Thorn, donde un jefe excéntrico la prejuzga y una galería de hombres la menosprecia. Sus padres están obsesionados con el peso desde su infancia y son perfeccionistas que persiguen lo “saludable”. La contracara de todo esto es su amiga y roomate Fran (Loly Allefope), quien además de animarla en su profesión, la ayuda en las cuestiones del autocuidado.

Annie es amable, incluso en su relación con un tóxico Ryan (Luka Jones), un tipo capaz de hacerla salir por la puerta de atrás para no avergonzarse frente a sus compañeros por estar con una mujer gorda.

En este camino de cambio de Annie, ella se ve enfrentada a situaciones cotidianas como las dificultades para encontrar ropa de su talle, el bullying, el acoso virtual y las inseguridades por su apariencia. Son recurrentes las imágenes de la infancia de Annie, cuando estaba relativamente feliz con su apariencia hasta que sus propios padres (más que nada su sobreprotectora madre) y la sociedad la van llenando de traumas por “ser gorda”. También se aborda con humor esa cuestión sostenida por décadas de que si sos gordo sos “flojo y vago” y, además, indefectiblemente vas a tener problemas de salud.

Lo interesante, a lo largo de las tres temporadas, es la mutación de Annie en su mundo laboral, familiar y amoroso cuando empieza a entender que el cuerpo que la contiene no es la esencia de lo que ella es: ni su inteligencia, su gracia o su bondad están determinados por su cuerpo, pero sus conductas y la manera en que se muestra frente a los demás, sí.

Es destacable también cómo se trata el tema del body positive de forma clara y sin condescendencia: la serie no pone a Annie como una víctima de una sociedad que les impone a las mujeres la flacura como objetivo, sino que navega de manera inteligente el concepto de que la gordofobia existe y que estar en contra de ella no es “apoyar la obesidad”. Annie no quiere que le tengan lástima ni que le den más oportunidades por ser gorda; sólo quiere que dejen de decirle cómo debe verse y cómo debe ser. Y lo que se trata de visibilizar es lo que se ha querido tapar por décadas, las realidades del cuerpo humano y del ser humano: orientación sexual, estrías, celulitis, acné y sobrepeso.

Annie encuentra empoderamiento en su escritura y desde ese lugar se planta frente a los prejuicios. Shrill es un espectáculo sobre ser gordo y no es abrumador. No vemos transformaciones dramáticas en la pérdida de peso o las aspiraciones de Annie de estar más delgada. Relaciones tóxicas, apoyo emocional y sororidad son algunos de los temas planteados en esta muy interesante serie que llevó a la protagonista a ser nominada a un Premio Emmy.

Shrill, de Aidy Bryant, Alexandra Rushfield y Lindy West. En HBO.