Imprimió la fotografía de la credencial cívica sobre jugo de hojas de sauce y espinaca machacadas. Con una técnica del siglo XIX, la cianotipia, Leonardo Rebella creó fotografías celestes intervenidas con hojas de laurel.

Su instalación 2.699.847 orientales tiene forma de cuarto secreto para votación y expone 21 retratos impresos con técnicas fotográficas antiguas, artesanales y ecológicas, a la vez que cuestiona los conceptos de democracia y verdad de las imágenes en los documentos de identidad. La huella digital y los retratos a modo de credencial cívica son la base de esta muestra fotográfica que, con su título, hacer referencia a la cantidad de ciudadanos uruguayos habilitados a votar.

La obra, realizada durante dos años, contiene tres series; cada una fue intervenida con símbolos patrios e impresa con una técnica antigua (antotipia, cianotipia y lumen). 21 retratos, uno por cada departamento del país, más una ciudadana extranjera con derecho al voto y un nacido en el exterior durante la dictadura militar. Los perfiles intervenidos se presentan sobre sintra en la parte externa de la instalación (dado que los originales de antotipia y lumen se pueden desvanecer en contacto con los rayos UV) y dentro del “cuarto secreto” se invita a responder a la pregunta “qué significa para usted la democracia”. Se trata de una instalación portátil que se puede armar en cualquier parte.

Revolución creativa

El fenómeno se viene dando en los últimos años: hacer los papeles fotográficos propios, elegir los pigmentos naturales para imprimir fotos, producir los químicos de manera artesanal. Ha sido una inesperada respuesta a la irrupción desmedida de la fotografía digital. El resurgir de las técnicas antiguas está dando lugar a la creatividad independiente, artesanal, imperfecta... ¿Es que acaso somos tan prolijos como nos muestra el iphone?

Cada día se hace más popular. Se les quitó el polvo a las recetas químicas, se volvió a pensar en técnicas naturales, como la impresión sobre hojas de plantas, y la fotografía volvió a ser dibujo de luz. En estos procesos, el éxito está en compartir saberes, experiencias. Las fronteras no existen, porque los conocimientos viajan por la red. Lo que comenzó siendo un nicho de la fotografía hoy es una opción artística que se ve en instalaciones como la de Rebella y en experiencias universitarias en grandísimo formato; recuérdense la realizada por el fotógrafo Darío Invernizzi con su grupo de alumnos de la Universidad de la República para el libro Guinness que buscó romper el récord de la cianotipia más grande del mundo y las experiencias en que niños y niñas crean sus imágenes haciendo sensible a la luz el papel y revelando con agua.

Las técnicas alternativas (así llamadas por no contener nitrato de plata) habían quedado enterradas en el olvido cuando, a fines del siglo XIX, se aceleró la carrera por una fotografía que garantizara imágenes de forma rápida, fácil y barata, pero el precio fue la pérdida de un abanico fotográfico que permitía no depender de insumos del exterior y la posibilidad de narrar desde el soporte (papeles, lienzos).

Ficha policial

Rebella decidió crear sus imágenes exponiéndolas al sol durante dos horas el día del aniversario 196 de la independencia de Uruguay. No fue entonces cualquier sol el que transformó las sales férricas de la cianotipia, sino el de ese 25 de agosto. También la planta que le da pigmentos a cada perfil de credencial tiene una carga patriótica: es hoja de sauce, símbolo nacional.

El artista visitó a los retratados y sacó las fotos y tomó sus huellas con los parámetros que le indicó un funcionario de identificación civil de Canelones, departamento donde vive.

Leonardo Rebella con su autorretrato intervenido con hojas de laurel e impreso en cianotipia, en el laboratorio de fotografía de Bellas Artes.

Leonardo Rebella con su autorretrato intervenido con hojas de laurel e impreso en cianotipia, en el laboratorio de fotografía de Bellas Artes.

Foto: Manuela Aldabe

Decidió trabajar con el primer documento de identificación que incluyó la fotografía y la huella digital en Uruguay, según Fotografía en Uruguay, historia y usos sociales (edición del Centro de Fotografía, CdF). Ese realismo fotográfico del retrato y la veracidad que le da al documento tienen sus comienzos en la búsqueda de identificación de delincuentes.

El historiador Mauricio Bruno afirma que la fotografía “se usó en el Río de la Plata para confeccionar lo que se llamaban las galerías de ladrones: grandes pizarras que hacía la Policía pegando retratos hechos por estudios comerciales de delincuentes conocidos y llevándolas a las comisarías. Hay registro de estas galerías en Montevideo en 1870”. Hacia 1880, la Policía contó con un laboratorio propio, y entonces se profesionaliza el registro de identidad por parte del Estado. “Primero se registró a personas que habían cometido delitos y muy prontamente comenzó el registro sistemático de las prostitutas. Había una función relativa a los antecedentes: hasta que no existió la fotografía de las personas penadas no era posible establecer la reincidencia, porque si cambiaba el nombre, no había forma de probar que era la misma persona”, dice Bruno, que trabaja en el CdF.

Silvia Pérez, historiadora argentina, reflexiona al respecto: “Si retomamos el hilo de lo que plantea Michel Foucault, lo que claramente surge es la identificación de lo anormal o lo patológico, en este caso la delincuencia y los revoltosos. La fotografía estatal se inicia con el fin de identificar a los delincuentes en el sistema judicial. Los primeros en ser identificados fotográficamente estaban en la Comuna de París, quienes originariamente nutrieron al archivo de la penitenciaría. Es lo que se registra como ‘anormalidad’ en términos más foucaultianos. Luego, la misma fotografía que se usó para identificar a delincuentes fue usada para la identificación de todos los ciudadanos. Se hacen las fotografías y se les ponen datos antropométricos”.

La fotografía de documentos tiene un hilo indisoluble con su referente (texto, datos) y en el caso de los documentos de identidad aparece un concepto, relacionado con los trabajos de Roland Barthes, de la fotografía como prueba irrefutable de los datos que la acompañan.

“La idea de verdad no siempre fue igual, es histórica”, afirma la historiadora Isabel Wschebor. “La fotografía fue un estímulo muy grande para potenciar ideas de lo que es verdad y estuvo muy presente en la consolidación de una epistemia vinculada con el positivismo, con el concepto de verdad en relación a la prueba, pero la idea de verdad no es invariable a nuestros contextos. El invento de la fotografía, que tuvo tanta influencia en los espacios de la vida institucional, fue una forma de secuenciar esa documentación, potenciando esa idea de verdad positivista”.

Los originales que Rebella me mostró en el laboratorio de la Facultad de Artes de la Universidad de la República, además de ser joyas fotográficas, contienen la reconstrucción de su propia identidad luego de vivir años en el extranjero. Al retornar al país, su primer paso fue sacar su nueva credencial, después volvió a la Escuela de Bellas Artes y llegó a este interesante trabajo de egreso. Volver es reconstruir identidad y para los retornados suele ser más difícil de lo que se imagina a la distancia. Al fin y al cabo, todo proceso de identidad es complejo: habla de nosotros mismos y conocer la verdad, la nuestra, requiere varios pasos. Como en la fotografía analógica, no es cuestión de hacer un clic.

2.699.847 orientales, en el Centro Cultural Florencio Sánchez (Grecia 3281 y Norteamérica), último fin de semana: sábado de 10.00 a 21.00 y domingo de 14.00 a 20.00.