Tres (2006), el –obviamente– tercer disco de La Triple Nelson, cierra con una corta canción llamada “Tanabajo”, que ostenta un arreglo de cuerdas. A Christian Cary, cantante, guitarrista y compositor de la banda, le daba una sensación “rara y linda a la vez”, y con Fernando Paco Pintos, el bajista, siempre comentaban “qué bueno que estaría poder hacer esto más grande”. Pocos años después se les dio, pero casi de casualidad, según recuerda el cantante. Por 2010 andaban en Cabo Polonio, adentro de un boliche muy chico en el que acababan de tocar; eran las 5.30 de la madrugada y, mientras Cary estaba sentado, ya listo para irse, Pintos hablaba y hablaba con un muchacho en la barra, que resultó ser el mánager de la Orquesta Filarmónica de Montevideo (OFM). “Yo pensé: ‘Cabo Polonio, a las 5.30, está loco’, pero era, nomás”, recuerda.

Luego plantearon la idea en ámbitos diurnos y oficiales, pasaron una prueba y estuvieron cerca de un año armando el espectáculo, que se materializó a fines de 2010, en el Teatro de Verano, a lleno total; luego tocaron en el Solís, donde el show se registró para ser editado en un DVD y CD titulado Ciento 3, una gala de rock (2011) –disponible en Spotify, como casi toda la discografía del grupo–. A más de una década de todo aquello, La Triple Nelson festejará el aniversario y repetirá plato con la OFM el jueves a las 21.00 en el Antel Arena, un recinto en el que aún no se habían presentado –ni los integrantes de La Triple ni los de la Filarmónica–. Habrá más de 60 músicos en escena y el espectáculo será filmado por TV Ciudad.

Por su parte, Martín García, que empezó como director titular de la OFM en enero de 2022, dice que cuando llegó la posibilidad de este festejo se tiraron de cabeza. “Es una cosa que me entusiasma mucho hacer. La OFM es muy versátil, trabaja con música popular, tiene una temporada sinfónica muy fuerte, con ópera, ballet, tocamos amplificados, sin amplificación, en los barrios y en distintos formatos, pero esto es muy distinto de cualquiera de las otras cosas que hacemos. Estamos trabajando con una banda de rock, tocamos arriba de una base rítmica que traen la batería y el bajo, y la calidad de las canciones de La Triple Nelson logra que la orquesta las haga suyas”, cuenta el director.

Como arreglar canciones para una filarmónica lleva un tiempo más que largo, el show del jueves tendrá como base el espectáculo de hace una década, al que le agregaron algunas nuevas, sobre todo porque cuando lo hicieron por primera vez la banda tenía cuatro discos y ahora está por publicar el número 12, lo que asegura que tenga material para entretenerse. “Cambiaron muchas cosas en la banda, estamos más maduros en todo sentido, y decidimos agregar cuatro canciones, de las que más pide el público siempre”, acota Cary.

Antecedentes orquestales

La unión entre el rock y las orquestas filarmónicas ya tiene una larga tradición, de más de medio siglo. Arrancó, como no podía ser de otra manera, en el mundo anglosajón. Concerto for Group and Orchestra (1969), de Deep Purple, es uno de los primeros y más emblemáticos ejemplos, con una obra en tres movimientos compuesta por Jon Lord, el tecladista, con letras de Ian Gillan, el cantante. 30 años después, los británicos se mandaron el CD doble –y DVD– In Concert with The London Symphony Orchestra (1999), que cierra con una masiva “Smoke on the Water”, claro está.

En los 90, la unión entre filarmónicas y rock pareció florecer aún más. El primer año de la década amaneció con The Wall. Live in Berlin, que registra el show que Roger Waters –ya fuera de Pink Floyd– dio con la Berlin Radio Symphony Orchestra para conmemorar la caída del Muro de Berlín, tocando The Wall (1979), en una de las pocas veces en las que el muro metafórico de ese álbum doble se volvió literal. La década se cerró con el omnipresente S&M (1999), de Metallica junto con la San Francisco Symphony, donde brillaron himnos largos y densos como “Master of Puppets” y “Enter Sandman”. Pero también hay ejemplos uruguayos: en marzo de 1993, Níquel hizo dos shows repletos de público en el Teatro de Verano junto con la Orquesta Sinfónica del Sodre, que fue editado en CD dos años después, titulado, simplemente, Níquel sinfónico.

Cary confiesa que es “un desastre para los nombres” de los discos, pero le gustan varios de los recién nombrados, como el de Deep Purple y el de Metallica, y así fue que le mandó a Pablo Rey –principal arreglador del espectáculo– varias opciones para que escuche, cuando lo hicieron por primera vez. En tanto, García dice que en los últimos tiempos escuchó una serie de discos que tienen un enfoque casi al revés: los proyectos de la Royal Philharmonic Orchestra sobre grabaciones existentes, como de Elvis o Roy Orbison, que le agregan arreglos de cuerdas a las canciones. “Pero es muy distinto a esto. Eso es una grabación; esto es un espectáculo en vivo, tiene otra función”, subraya García.

Además de Rey –quien también le había metido mano a aquella canción del disco Tres–, también se encargaron de los arreglos Álvaro Hagopián y Yanella Bia. García dice que en algunos casos lo que hace La Triple Nelson “es tan autosuficiente y acabado” que con la orquesta basta con que agreguen un “punch rítmico” o un apoyo a algo que ya está, y en otras ocasiones interactúan mucho más. “Desde la dirección de la orquesta es muy interesante poder jugar con esas dos cosas. Cuando se puede dialogar, interactuar, hacer una especie de contrapunto entre lo que ocurre en un plano y en otro, y también ir juntos y estar en una misma sintonía... Cuando eso pasa, no sabés si vos vas llevando a la música o estás arriba de la ola”, dice el director.

Fernando Pintos, Christian Cary y Rafael Ugo.

Fernando Pintos, Christian Cary y Rafael Ugo.

Foto: Alessandro Maradei

Señoras y guitarras

Tanto Cary como García coinciden en que esta unión acerca al público del rock a la orquesta y viceversa. De hecho, el cantante recuerda una anécdota que se dio luego de que hicieron el primer teatro Solís con la OFM, que lo ilustra a la perfección: estaba en un banco, esperando para hacer una larga sinfonía burocrática, y una señora le tocó la espalda y le dijo: “Disculpá, mijito, tengo 76 años, ¿vos no tocaste ayer en el Solís?”. Cary le contestó que sí y la señora le lanzó: “¿No te animás a saludar a mi madre, que tiene 97? Está acá atrás sentada y le encantó”. “Yo quedé... Nunca imaginamos que íbamos a llegar a un público de esa edad. Y a la Filarmónica le pasó al revés: llegó a un público más rockero, que era muy distante”, acota el cantante.

Una de las canciones más destacadas del espectáculo original es la mezcla de “Y hoy te vi”, himno de Eduardo Mateo, con el final de “Stairway to Heaven”, de Led Zeppelin. Esa rareza marcará presencia otra vez, en versión “mejorada”, según adelanta Cary, porque están más maduros y cambiaron bastante el sonido, más allá de que siempre se preocuparon por sonar bien. Como este espectáculo lo hicieron tantas veces, aprendieron las cosas que no se tienen que hacer y las que sí; por ejemplo, alejan los equipos de guitarra y de bajo del escenario, ya que abruman a los músicos de la orquesta. “Es imposible tener un instrumento que suena al aire, acústico, al lado de un equipo de guitarra en volumen 8. Entonces, hay cuestiones técnicas que aprendimos y mejoramos”, cuenta el cantante.

Cary siempre lo quiso tocar el solo de “Stairway to Heaven”, uno de los más famosos e interpretados de la historia del rock, apoyado por una orquesta. Lo hizo y, como si fuera poco, gracias a que quedó registrado en audio y video, logró que tenga la guitarra Gibson Les Paul que usa ahora. ¿Cómo? En 2014, La Triple Nelson se coló en una gira de La Vela Puerca en Estados Unidos, y allá fue Cary, con la idea fija de una Gibson Les Paul vieja. Recorrió y recorrió casas de música, pero sólo le ofrecían modelos nuevos, y él quería una de la década de 1980. Cuando por fin la encontró, no podía dejar de probarla, pero costaba mucho más que la cantidad de billetes que tenía en el bolsillo.

“Entonces, empecé a tocar solos de guitarra clásicos que me acordaba, de Led Zeppelin, Pink Floyd, Beatles, Rolling, etcétera, para convencer al que la vendía de que me la bajara de precio. Como vi que no lo estaba convenciendo, le pedí que en la computadora que tenía me dejara poner un video, el de ‘Y hoy te vi’ y ‘Stairway to Heaven’ con la OFM, que la toqué con una Gibson Les Paul que me habían prestado”, recuerda. Cary adelantó el video hasta el solo de guitarra, el encargado abrió los ojos exageradamente y lo miró en persona para comprobar si era él. Traductor mediante, Cary le dijo: “Soy yo y esto es mi vida. Esta guitarra no la quiero para jugar: va a tocar conmigo hasta que me muera”. Así las cosas, lo convenció y el vendedor se la bajó hasta el precio que podía pagar. Cary le dio la mano y se trajo la Gibson Les Paul ochentera.

Eso es algo que une a los rockeros con los músicos de la OFM o de cualquier orquesta: tienen casi un fetiche con su instrumento. Es más, García dice que “el instrumento es como una prolongación del cuerpo del músico”, y agrega: “Cuando empezás a entender eso, te das cuenta de cómo funciona la orquesta, con qué tipo de emotividad estás trabajando. Lo mismo que dice Christian, multiplicado por 100. Es esa sensación de pertenencia, y hay gente que después de 30 años de trayectoria recién puede alcanzar el instrumento que quiere. En algunos casos, hay instrumentos tan caros que son de la propia orquesta. Es una relación que es muy difícil de entender desde afuera. Es un apéndice del cuerpo”.

La Triple Nelson con la Orquesta Filarmónica de Montevideo, el jueves a las 21.00 en el Antel Arena. Entradas por Tickantel desde $ 700 a $ 1.950.


Cápsulas electrónicas

En los 20 años de Ronda de Mujeres la sala Zitarrosa vuelve a invitarlas para generar un nuevo volumen del ciclo Cápsulas Electrónicas, “con el objetivo de dar visibilidad a la música electrónica producida por artistas mujeres”. El evento será el martes a las 20.00, con A Navarro, artista uruguaya que combina diversas formas de expresión artística: performance, fotografía, video y música, y Anita B Queen, argentina de ascendencia coreana, que en 2019 comenzó su carrera como DJ incursionando en la electrónica, produciendo eventos relacionados con el minimal y el microhouse, según se consigna la web de la sala Zitarrosa. Además, el evento contará con la cantante, productora y compositora Alfonsina como host, quien “presentará a las artistas y conversará con ellas en el escenario, para acercarse a su estilo y procesos musicales”. Las entradas se consiguen por Tickantel a $ 450.

Pecho e’ Fierro

La banda de metal criollo tocará este sábado a las 20.00 en el Parque Artigas de Las Piedras, con entradas por Tickantel a $ 400.

Mocedades sinfónico

El legendario grupo español Mocedades se presentará el lunes a las 20.00 en el Auditorio del Sodre, en el marco de su Infinito tour sinfónico 2022. Las entradas se consiguen por Tickantel y van desde $ 2.200 a $ 4.200.

Agarrate Catalina

Este sábado a las 21.00, en el Auditorio del Sodre, la murga Agarrate Catalina presentará su último espectáculo, La involución de las especies. “Con el humor como centro, con la ironía filosa como herramienta, con su potencia musical como puente, con su colorido discurso estético como invitación, y el encuentro como brújula, motor y destino, La involución de las especies nos promete que nadie que se anime a acompañar su presentación se sentirá indiferente a sus criaturas irreverentes y satíricas, desde que se levanta hasta que se baja el telón”, se publicita en la gacetilla de prensa. Las entradas se consiguen por Tickantel y van desde $ 700 a $ 1.950.

Luciano Pereyra

El cantante argentino se presentará este sábado a las 21.00 en el Antel Arena, con entradas por Tickantel desde $ 1.400 a $ 3.600.

Diego Presa

El cantautor tocará el sábado a las 21.30 en el bar El Hormiguero (San Salvador y Minas), con ticket artístico a $ 350.

Lisandro Aristimuño

El músico argentino tocará el jueves a las 21.00 en la Sala del Museo del Carnaval, con entradas por Redtickets a $ 1.200 y $ 1.400.