La segunda película como directora de la actriz Olivia Wilde (House) había recibido mucha atención en el festival de Venecia, debido a la controversia en torno a una supuesta mala relación entre Wilde y la protagonista, Florence Pugh (Lady Macbeth). En el producto, al menos, no se nota: Don't Worry Darling, con sus buenas dosis de misterio y ciencia ficción, más sólidas actuaciones, es un thriller psicológico realmente entretenido y una crítica social en código de fábula.
La película plantea un mundo perfecto ubicado en los años 50 estadounidenses en la que los integrantes de la idílica comunidad de Victory, una ciudad experimental cerrada, viven sin sobresaltos. Alice (Pugh) y Jack (Harry Styles) están felizmente casados y comparten su vida con sus vecinos Bunny (la misma Wilde) y Dean (Nick Kroll). Alice pasa el día como una típica ama de casa de la época, limpiando, cocinando y socializando con las demás mujeres, mientras sus esposos trabajan en el “Proyecto Victoria”, algo misterioso dirigido por el carismático Frank (Chris Pine). Un día Margaret (Kiki Layne), una de las mujeres de la comunidad, revela secretos e interpela esta paradisíaca vida. Entonces, el mundo feliz de Alice, al mejor estilo The Truman Show, empieza a derrumbarse.
Nadie muestra inquietudes ni ambiciones, más allá de seguir con lo estipulado bajo una apariencia de felicidad extrema. Pero Alice atraviesa por visiones y replanteos de su vida y, mientras las demás esposas se mantienen en silencio, ella va a fondo: sabe que algo malo pasa. No puede evitar cuestionar en qué trabajan exactamente los hombres de Victory y por qué todos tienen las mismas historias. ¿Qué está pasando en este seudoparaíso donde las mujeres limpian todo el día y los hombres vuelven a sus casas por sexo y un trago? ¿De qué se trata este del cual parecen no poder salir?
La historia transmite una contundente crítica social y de roles de género, y ofrece un buen análisis acerca del lugar de la mujer en la sociedad, su autonomía y de cómo los hombres (o, muchas veces, las propias mujeres) colaboran para perpetuar los vínculos de poder y control. A través de lo sobrenatural y la fantasía, se toca inteligentemente el tema del gaslighting sobre las mujeres: hacerlas dudar de su razón desacreditando sus opiniones, percepciones y sentimientos de tal forma que sus relatos queden completamente invisibilizados. La “histeria femenina” y el cuestionamiento constante acerca de lo que Alice ve y siente, haciéndola pasar por loca, dan cuenta del circuito destructivo que representa esta práctica para una mujer.
Don't Worry Darling está construida con cuidado y cada detalle está deliberadamente puesto para crear una atmósfera de misterio y tensión. Sostenida en un potente guion, una historia retorcida y visualmente impresionante y una impecable actuación de Pugh como la heroína (y su maravillosa química con Harry Styles), es la crónica de una mujer emancipada que se rebela frente a un sistema abrumador. Es la historia de los hombres que quieren una mujer para cuando llegan de trabajar y de una mujer que quiso ser mucho más que eso. Una brillante pieza que podría perfectamente transformarse en una película de culto.
No te preocupes cariño. 123 minutos. En HBO.