Pedro Dalton y Jacqueline Lacasa dialogan con el acervo del Cabildo, que a su vez dialoga con la literatura fantástica rioplatense. La muestra Montevideo la otra, la fantástica genera vínculos, hipervínculos y dispositivos intelectuales entre escritores, cuadros que narran a nuestra ciudad en el siglo XIX, dibujos en tinta china de Pedro Dalton y 12 cuadros en los que Jacqueline Lacasa cuenta una historia de amor a partir de una litografía del Cementerio Central.

La fantasía recorre la sala e invita al público a formar parte. Un escritorio con una máquina de escribir y hojas en blanco con una invitación que dice: “Julio Cortázar decía que lo fantástico puede suceder sin que haya una modificación espectacular de la realidad... ¿Te animás a continuar un cadáver exquisito en esta máquina de escribir?”.

“Montevideo es esa capacidad de poder entrar y salir de distintas escenas todo el tiempo”, dice Lacasa. “Te asfixia y a la vez te da todo el oxígeno, es lumínica y a veces tiene sus oscuridades, es resiliente y a la vez vulnerable”, agrega. “Montevideo fantástica es un lugar donde hay mucho material para poder crear por todos lados; está en uno ver qué quiere ver y qué quiere tomar”, dice la creadora de los 12 cuadros sobre la relación entre una bruja y un masón, que se elevan desde el Cementerio Central como astronautas.

Jacqueline Lacasa, junto a su obra.

Jacqueline Lacasa, junto a su obra.

Foto: Manuela Aldabe

Para Rosana Carrete, directora del Museo Cabildo, en la muestra el nexo entre el acervo, la literatura fantástica y los dos artistas contemporáneos es la generación X. La artista visual y performer Ana Aristimuño opina que “es la generación de los cambios a nivel mundial, grandes movidas como la llegada del hombre a la Luna, Woodstock, el nacimiento del punk. Es esa cultura que genera rupturas con el mundo y empieza a concebir la tecnología desde otros lugares mucho más grandes de lo que se concebía. Aparece la concepción del cyborg, la concepción de que en el cuerpo y los vínculos hay una cantidad de dispositivos: el amor como dispositivo, la construcción de la subjetividad como un dispositivo impuesto desde los poderes. Empieza esta idea de que hay dispositivos instalados en nosotros mismos generados desde un afuera que nos dice cómo tenemos que ser, y nace también la idea de que se puede romper con eso”.

Pedro Dalton, ilustrador e integrante de la banda Buenos Muchachos, cuenta: “A partir de los 17 años, con unos pocos amigos arrancamos a expresarnos a través de una revista subterránea, GAS Subterráneo, donde dibujaba con tinta china y siempre estuve haciendo más que hablando o pensando, entonces nunca me preocuparon las banderas ni las movidas, como tampoco intelectualizar lo que hago. Para mí lo más importante es hacer”.

Orango, de Pedro Dalton.

Orango, de Pedro Dalton.

Foto: Manuela Aldabe

Tampoco Jacqueline Lacasa se preocupa mucho por formar parte. Para ella, la generación X tiene mucha incidencia en los procesos tecnológicos en el cuerpo. “Creo que somos una generación resiliente que superó sus miedos, que busca afianzarse en lo que ya cambió, lo que ya se hizo, para no empezar de cero en ningún plano. Siempre hay algo que te precede, una genealogía que transformás para seguir creyendo, accediendo al conocimiento, a los procesos. Si todo eso fuera la generación X, entonces yo estaría en ella, aunque no me preocupa mucho pensar si lo estoy o no”, dice la artista visual, que hasta ahora es la única mujer que ha dirigido el Museo Nacional de Artes Visuales, en 2006.

“La generación X tiene que ver con el gran desencanto posdictadura”, explica Carrete. “Cuando éramos adolescentes creíamos que vivíamos en democracia, que todos los asesinos iban a ser juzgados, que el futuro había llegado e iba a ser promitente. La generación X en nuestro país era la generación del desencanto, la generación que creía que a la llegada de la democracia se iban a solucionar un montón de cosas que hasta el día de hoy no se solucionaron, y eso se refleja en las creaciones literarias. No es un fenómeno local, es del Río de la Plata; nuestra cultura es rioplatense y, si bien somos distintos, no tan distintos. Acá todos estábamos esperando la revista Fierro, con su mirada distópica de la realidad, y esa lluvia de comics narraba, ilustraba esa distopía que estábamos y seguimos viviendo. Una generación con gran avidez cultural de aquello que nos habían robado, de las peripecias que hacíamos para que nos llegaran casetes, comics, etcétera”.

Jacqueline Lacasa y Pedro Dalton, en el Cabildo de Montevideo.

Jacqueline Lacasa y Pedro Dalton, en el Cabildo de Montevideo.

Foto: Manuela Aldabe

La directora del museo, que desde hace ocho años trabaja con un acervo más que centenario, busca invitar a artistas actuales para que trabajen las temáticas propuestas en cada muestra. Esta vez, la idea era dar espacio a esa generación que considera clave en nuestra cultura, que rompe con dispositivos tecnológicos como la identidad de género o el dominio corporal desde el afuera.

Para Aristimuño, “en los años 70 aparecen las dictaduras como reacción a todo eso que busca romper con el sistema impuesto, y aunque de alguna forma aplastan, también generan formas de verse, desde otro lugar que no es el que está establecido”.

Mejor de noche

“Quien diga que el punk es desprolijo o descuidado simplemente no lo conoce”, dice Pedro Dalton, quien se identifica “desde las tripas” con el punk rock y ahora presenta una serie de dibujos en tinta china que contienen un trazo perfecto, seguro y prolijo. “Los animales siempre me fascinaron, y selecciono fotos en gestos que me parecen particulares”, cuenta. “A la vez, busco trajes y ropa de películas y series donde encuentro la postura adecuada para la situación que esté planteando. En general, son bares o mesas de reuniones donde se deciden cosas importantes, entonces juego con que este animal es el capo que manda y este otro mira para otro lado porque tiene miedo, o la situación que me parezca. Los animales agarran su propia personalidad en el conjunto de su cara y el cuerpo que les pongo. Es más lúdico que pensado lo que dibujo”.

Artes negras, dibujo, pasteles y collage, 2022, de Jacqueline Lacasa.

Artes negras, dibujo, pasteles y collage, 2022, de Jacqueline Lacasa.

Foto: Manuela Aldabe

Los animales de Dalton son rioplatenses, y hay entre ellos un puente entre Ciudad Vieja y San Telmo. Así dialoga toda la sala: escritores de los dos lados del río, personajes compartidos, tiempos indefinidos. Cuadros de Montevideo que, con textos fantásticos a su lado, toman vida en narraciones supuestamente ilógicas. “Es que la ciudad puede ser lo que cada uno quiere ver”, dice Lacasa.

La Montevideo fantástica de Dalton “es la mía interna propia, es donde pongo el ojo a la hora de buscar inspiración. Me fascinan las puertas de Ciudad Vieja, Palermo y Barrio Sur, y las construcciones. Me fascina la desolación de ciertos lugares por la noche, y para mí eso es algo fantástico, es la Montevideo que me gusta”.

Lacasa explica que le interesó la litografía de 1866 del Cementerio Central por su relación con la geometría sagrada, con la masonería en Uruguay, “con un montón de detalles a nivel de la estatuaria y del conjunto simbólico, que es riquísimo y se puede ver en las investiduras que se usaban en ese momento, en las señales de poder, en las señales de estatus social, político, económico, e incluso pueden verse con detalle en las vestimentas que usaban en ese Montevideo”.

Foto del artículo 'Dalton, Lacasa y la Generación X: Montevideo la otra, la fantástica'

Foto: Manuela Aldabe

La muestra incluye una guía de autores y lecturas para orientar a los concurrentes en el mundo de la literatura fantástica. La muestra misma puede ser una hoja de ruta para comenzar a bucear en una ciudad distinta: el calor nos invita a caminatas nocturnas que permiten observar detalles que, durante el año, no nos detenemos a mirar. Podemos ver la ciudad con sus símbolos, dejar que nos hable, transformar a los transeúntes en personajes imaginarios, descubrir historias y contarnos otras que sólo existirán en nuestro íntimo verano montevideano.

Como dice Pedro Dalton, “en Montevideo la noche se transforma en algo mágico y alucinante. Los grillos con fondo de silencio por calles vacías son fantasía pura”.

Un libro en mano, un cuaderno de dibujo, una serie de fotografías viejas para collage puede ser una excelente forma de vivir el verano en nuestra enigmática ciudad.

Montevideo la otra, la fantástica. En el Museo Cabildo (Plaza Matriz) de lunes a viernes de 12.00 a 17.45, sábados y feriados laborables de 11.00 a 17.00.