No hay un solo Batman. Y no estoy hablando de aquellas oportunidades en las que Bruce Wayne debió ser suplantado temporalmente luego de que un villano le quebrara la espalda, o que otro lo enviara miles de años al pasado con su visión de rayos. Es que en sus más de 80 años de vida en las historietas, por donde han pasado decenas y decenas de equipos creativos, el protector de Gotham City ha sido muchísimas cosas. Desde un justiciero violento que portaba un arma de fuego hasta un sheriff con investidura oficial. Desde un héroe urbano hasta un viajero interestelar. El personaje creado por Bob Kane junto a Bill Finger permite innumerables interpretaciones, y esa quizás sea una de las claves de su éxito.

Como pocos superhéroes, Batman es un ícono. Por eso hay tantos creadores, dentro y fuera de los cómics, que tienen historias de él para narrar.

Solamente en el cine, tenemos más hombres murciélagos de los que podemos contar con los dedos de una mano. No solamente por los actores que se pusieron la capa y la capucha, sino porque los guionistas y directores optaron por enfatizar diferentes aspectos de Batman a la hora de llevarlo a la gran pantalla. De la mano de Tim Burton, fue... bueno, un personaje de Tim Burton. Surgieron los aspectos más sombríos de Bruce Wayne, que en el papel comenzaron a asomar su cabeza en los años 70 y la década siguiente gracias a que escritores como Frank Miller, convencieron a los lectores de que había vida en la Baticueva después del pop desvergonzado de Adam West.

El director Joel Schumacher quiso hacer un pastiche de aquella era de la inocencia y la actualidad demasiado seria de los salieris de Miller. Pero el resultado, en el mejor de los casos, era un entretenimiento que se deshacía ante los primeros análisis y, en el peor de los casos, la villana aparecía bailando dentro de un traje de gorila rosado (junto a ella, dentro de otro traje idéntico, iba el personaje que en los cómics le quebró la espalda a Batman).

La trilogía de Christopher Nolan fue una necesaria corrección de rumbo, que comenzó obsesionada con explicarnos cómo podía operar un personaje así en ese mundo, para después preocuparse por enfrentarlo a villanos coloridos con planes ambiciosos.

Zack Snyder llegó con su visión tan personal como las anteriores, y presentó a un Batman veterano, curtido por años de combatir el crimen y con muchísima menos paciencia. Un lobo solitario que, como parte de una historia que fue interrumpida por su incapacidad de conectar con el gran público ni la crítica, evolucionaba hasta encabezar su propia Liga de la Justicia. Más de uno de estos hombres murciélagos regresará en pocos meses en la película de Flash, gracias a las múltiples dimensiones.

Pero este marzo acaba de estrenarse la nueva aventura en solitario de Batman, con otra visión particular del caballero oscuro, que para algunos espectadores tempraneros tiene elementos para ser la mejor.

Batman (en inglés The Batman) está dirigida por Matt Reeves, un hombre que por su aspecto podría haber interpretado a James Gordon sin inconvenientes. Fue designado para la tarea en 2017, y dos años más tarde hizo que media internet levantara las cejas, cuando confirmó al inglés Robert Pattinson en el rol epónimo. Desde entonces, con cada adelanto, tráiler o escena que compartía en las redes, logró convencer al gran público de que el actor de la saga Crepúsculo podría funcionar en el rol del heredero huérfano que gasta parte de su fortuna en equipamiento y vehículos con los que infundir miedo entre los criminales de Gotham City.

De paso, nos presentó una aventura detectivesca que, como nunca, parece salida de las páginas de una historieta de Batman. Sí, ya sé que hay muchos Batman en el cómic. Empecé hablando de eso.

Soy la venganza

Este Batman, por ejemplo, tiene su propia voz en off. Gracias a unos diarios que mantiene en los dos años que lleva su proyecto justiciero, podemos meternos dentro de su cabeza. Una cabeza toda comida por la venganza de la muerte de sus padres, delito que quedó impune y que marcó el comienzo de la decadencia de la ciudad, que ya lleva dos décadas ininterrumpidas. No parece que la elección de alcalde vaya a cambiar las cosas, al menos hasta que quien busca la reelección aparece muerto en forma teatral. Presten atención al adjetivo, porque es fundamental en esta versión del personaje.

Detrás de este asesinato se encuentra un criminal que se hace llamar Riddler, o Acertijo (Paul Dano), una figura amparada en el anonimato de las redes sociales, que utiliza estas mismas herramientas en su cruzada de denuncia a quienes considera traidores a la ciudad: figuras destacadas que comienzan a caer como moscas, en escenarios complejos que incluyen mensajes al mismísimo Batman, a quien considera su par en eso de los juegos mentales. Por suerte este Batman en particular está a la altura de este juego del gato y el ratón (alado).

Atrás quedaron los villanos que reflejaban el miedo a la amenaza terrorista simplona pero efectiva. En esta nueva era el enemigo es interno y su mayor arma es una computadora con la que contactar a sus semejantes. El Al Qaeda de Ra’s al Ghul fue suplantado por el QAnon del Acertijo, aunque con muchos más argumentos como para que algunos empaticen y hasta simpaticen con su causa. Que es la causa del pueblo, pero con métodos un pelín más violentos.

Las casi tres horas de duración de Batman nos permiten ahondar en varios personajes que rodean al encapotado y sus relaciones entre ellos y con la ciudad carcomida por la corrupción. No estoy descubriendo la pólvora si menciono claras referencias a dos films de David Fincher: Seven, los siete pecados capitales (1995) y Zodíaco (2007). De la primera tiene el carácter opresivo de la ciudad, y de ambas, el enfrentamiento con un psicópata que siempre parece ir un paso adelante. Agregaría como tercera fuente al Batman del guionista Tom King, cuya voz en off ocupaba gran parte de las páginas ilustradas por varios artistas destacados.

Guiñadas a QAnon

Esta historia comienza con un muy buen ritmo, presentando al protagonista en acción y al teniente James Gordon (Jeffrey Wright), con quien formará un dúo dinámico pocas veces visto en el cine, comparable con el de Christian Bale y el enorme Gary Oldman en algunos pasajes de Batman: el caballero de la noche (Nolan, 2008). La química entre ambos personajes parece levantada de las viñetas, y lo único que la ensucia en un par de oportunidades es la necesidad de que Gordon haga la pregunta que hace avanzar la trama o explique lo que está sucediendo para que el público no se pierda.

La investigación por los asesinatos del Acertijo obligará a Batman a moverse en el bajo mundo de su ciudad, donde conocerá a dos figuras históricas de su mitología. Por un lado, está Oswald Cobblepot, el Pingüino, interpretado por un irreconocible Colin Farrell. Alejado de los paraguas que vuelan o arrojan fuego, aquí es el “hombre de negocios” que conocemos en las historietas de los últimos 30 años, que regentea un local nocturno en el que se cruzan ricos y poderosos con humildes trabajadores, que ya vimos que se sienten olvidados y oprimidos. En ese lugar trabaja Selina Kyle, Catwoman o Gatúbela (Zoë Kravitz), quien al igual que en la mayoría de las representaciones del hombre murciélago será su aliada o su enemiga dependiendo de sus propios intereses.

La trama se moverá al ritmo de las nuevas muertes, mientras se agregan presencias destacadas como la del capo mafioso Carmine Falcone (John Turturro) y Reeves amenaza con hacer una moña de más y complicar demasiado el asunto. Por suerte todo queda bastante claro, y en caso contrario está James Gordon para contarnos lo que ocurre. Quizás el único momento en el que el ritmo cae sea en los contados momentos en los que Andy Serkis tiene algo para hacer en su papel de Alfred. En un rol por el que pasaron Michael Caine y Jeremy Irons, el guion le da muy poco con lo que competir con ellos.

Sin embargo, la mayoría de las elecciones del director y coguionista (junto a Peter Craig) resultan exitosas. Es cierto que el bajo contraste en algunas salas de cine puede molestar en algunas escenas, pero la fotografía de Greig Fraser se combina con la música de Michael Giacchino para generar una atmósfera perfecta, haciendo equilibrio entre el realismo y la teatralidad. Esta Gotham City parece todavía más real que la de Nolan, que básicamente era Chicago, pero quienes la habitan son personajes de historietas.

Con respecto a Batman, funciona en acción, con movimientos que parecen salidos de algunos de sus videojuegos más populares, funciona en los momentos en los que la policía se hace a un costado para que pase caminando, y también funciona como atormentado Bruce Wayne. ¿Demasiado sufrido? Tal vez. Pero con un arco de crecimiento personal que seguramente lo haga sonreír más y buscar una mejor peluquería. Dinero no le va a faltar.

The Batman, dirigida por Matt Reeves. 175 minutos. Por ahora, está sólo en salas: versiones en inglés subtitulada y doblada en Life Cinemas (21, Tres Cruces, Costa Urbana, Punta del Este), Movie (Nuevocentro, Montevideo Shopping, Portones, Punta Carretas), Ópera y Shopping Salto. También en salas de Grupocine de Punta Carretas, Punta del Este, Las Piedras (sólo doblada al español) y Rivera (doblada al español y al portugués).