A veces no hace falta más que un rostro, un gesto, para comprender toda una película. Me refiero aquí a Tati, la protagonista de La botera (2019), interpretada por la actriz Nicole Rivadero. Es una historia cotidiana y por ende un retrato de cierta realidad argentina, más específicamente de la Isla Maciel, territorio de puerto y pesca.

La película de la guionista y directora Sabrina Blanco nos muestra la vida en esta isla, la pobreza y todo aquello que rodea a personajes que encarnan el olvido. Toda esta realidad se nos aparece a través del estado emocional de su protagonista, quien –repito– no precisa más que su rostro para hacer evidente el sentir de aquellos que habitan ese territorio.

Está claro que el trabajo dignifica y solventa la vida de cualquier trabajador, pero ¿qué queda por fuera de este mandato? La pobreza, vivir al margen, implica un esfuerzo enorme en los hombres y mujeres, y aun así además de ser castigados por pobres son condenados a dejar completamente de lado otras preocupaciones humanas como, por ejemplo, el desarrollo del amor, del cuerpo y de la vida durante la adolescencia. Nadie tiene tiempo para escuchar a Tati.

Como ya se viene anunciando desde hace algunos años, le ha significado al cine un salto de calidad que sean las mujeres quienes cuenten las historias de las mujeres. Poder sentirnos identificadas en las películas es un gran debe que teníamos. Entre tanta miseria, tanta frustración por parte de su padre, el sueño de Tati de dedicarse a manejar uno de los botes que cruzan el Riachuelo entre la isla y La Boca es permanentemente dejado de lado.

En poco más de 60 minutos, La botera apunta a una infinidad de cuestiones referidas al desarrollo de la vida de una adolescente, con una perspectiva clara, simple y con una gran humanidad. En esta experiencia se palpa rápidamente cómo la pobreza a la que estamos condenados arranca de raíz cualquier sueño o deseo que podamos tener. Y por sobre todas las cosas nos somete a no poder pararnos sobre nuestras almas, que luchan por sacar a flote no solamente un barco, sino nuestra potencia como mujeres que es constantemente silenciada de forma tanto directa por el desconocimiento de nuestros procesos físicos y emocionales, como también indirecta cuando el sistema decide dejarnos en la pobreza, asegurándose de que nuestras aspiraciones sean simplemente un deseo incumplible rodeado de frustraciones.

Hay muchas maneras de violencia y aquí Sabrina Blanco lo deja bien claro.

La botera, de Sabrina Blanco. 58 minutos. Domingo a las 22.00 en el ciclo Cinemateca te acompaña de TV Ciudad.