“Hicimos la postulación y enviamos un correo destacando que la serie no era infantil ni educativa, ya que esto estaría fuera de los intereses del festival. Al tiempo nos notificaron que había sido seleccionada”, cuenta Clara Charlo, la productora de la serie animada TV educativa, que se exhibió en Canneseries.
La serie, escrita y dirigida por Marco Caltieri y Pablo Marcovecchio, y que contó con el trabajo de un nutrido grupo de colaboradores, se financió con el fondo que otorgaba la Dirección Nacional de Telecomunicaciones del Ministerio de Industria, Energía y Minería. “Este fondo, cuya última edición fue en 2018, tenía como objetivo la realización de contenidos infantiles y adolescentes, tanto de animación como de live action. Luego, en 2020, la serie obtuvo el apoyo de Montevideo Socio Audiovisual para la finalización. En 2022, para su estreno internacional en el festival de Canneseries tuvo el apoyo automático del ICAU [Dirección del Cine y Audiovisual Nacional] para posicionamiento internacional”, detalla Charlo. Se trata de la primera vez que una serie uruguaya participa en esta prestigiosa instancia, en asociación con MipTV, y será, además, la única serie animada en la competencia, en la que participan únicamente dos trabajos provenientes de América Latina.
“Con Marco nos conocemos de trabajar en publicidad, en agencias, productoras, habiéndonos cruzado en varios proyectos. La idea de la serie surgió hace unos cuatro años. Los dos sentíamos la necesidad de utilizar recursos y capacidades de la publicidad para crear contenido de ficción, potente a nivel visual, siempre centrados en la animación y sus posibilidades técnicas y estéticas como herramienta principal”, cuenta Marcovecchio.
Desde Ulandia con humor
La serie se presenta como si fuera producida por el gobierno dictatorial de un país ficticio, Ulandia, que tiene su propio himno y su propia bandera, y cada capítulo comienza con el discurso del ministro de Educación de esa nación. Caltieri explica respecto de esta decisión: “Es algo que vivió toda una generación. Yo miraba un programa llamado TV educativa en Canal 5, en dictadura. Las dictaduras tienen un costado divertido (dentro de todo lo siniestro que ya sabemos) y es que creen que pueden abarcar o dirigir cosas que son inabarcables e ingobernables. El gobierno totalitario latinoamericano choca internamente entre dos pulsiones: el extremo liberalismo que le marcan los dueños de la economía y el extremo afán de control de los que creen que están gobernando. Esa tensión produce cosas divertidas. Muy sutilmente, la serie habla de esas cosas”.
Por otra parte, TV educativa juega a ser un proyecto educativo y se presenta en segmentos que organizan el conocimiento por materias. Cada una recurre a una técnica de animación diferente y funciona en un mundo separado, con sus propios personajes, que irán dialogando de un sketch a otro en el mismo episodio e irán creciendo episodio a episodio. Se apela al concepto de zapping para poner en diálogo los distintos elementos, técnicas y lenguajes, y la televisión es puesta en cuestión para desmontarla, criticarla y generar humor. “Yo editaba una revista de historietas, Guacho, que alguien alguna vez definió como un ‘videoclip gráfico’. Las posibilidades de hacer un videoclip a secas estaban ahí. Después, creo que muchos años de consumo televisivo, desde lo generacional, derivan un poco en esto. La lógica del zapping, del consumo fragmentario y descerebrado (que la serie festeja, usa y condena a la vez) también son caminos para llegar a esto”, comenta Caltieri.
La serie consta de 12 capítulos de 12 minutos cada uno, estructurados por disciplinas (historia, física, matemática, etcétera), cada una con su propio estilo, diseño y estética. “Fuimos armando unidades pequeñas de trabajo entre ilustradores, diseñadores, artistas 3D y animadores para que cada una de esas unidades desarrollara cada submundo”, describe Marchovecchio.
La fragmentación, señalan, fue una decisión desde el vamos, tanto estética y narrativa como de producción. En este sentido, Caltieri comenta: “Tomamos el formato de series que nos gustan mucho, desde el bloque Adult Swim hasta Animaniacs: un constante cambio de estilos, de diseños, de técnicas de animación que sentimos que le iba a dar a la serie la riqueza visual que buscábamos”. “Fue esta decisión la que permitió que el proyecto fuera realizable con el presupuesto que podíamos cubrir a nivel nacional y en los plazos que nos imponía el fondo del que fuimos beneficiarios. Logramos así equipos más reducidos que, al trabajar en paralelo, lograron avanzar mucho minutaje animado en menor tiempo”, agrega Charlo.
Ni para niños ni educativa
A pesar de su nombre, la serie no es educativa. Tampoco es para niños, sino que está dirigida a un público adolescente y joven, si bien es apta para todo público. “La intención fue generar una serie crítica, irreverente y con mucho humor que pueda ser compartida en familia”, define Charlo. Y Caltieri detalla: “Tiene cosas de la serie Robot Chicken y también de Mad TV. Se apropia de la lógica del zappeo, las ofertas de la tanda del cable o las pretensiones educativas de un producto audiovisual producido por un gobierno totalitario”. Marcovecchio señala: “Esta elección narrativa nos permite mostrar cierta rigidez que combina con el zappeo: yo, que soy el gobierno de este país ficticio, decido qué vas a ver y qué vas a aprender y de qué manera. Y no voy a prestar mucha atención a si estás prestando atención. Hay algo sobre lo unidireccional de la comunicación en un modelo de televisión que se está yendo. TV educativa también es una serie nostálgica sobre esta televisión que se está muriendo”.
En Cannes y en Uruguay
¿Cómo llegaron a Cannes? “Hace ya varios años participamos en distintos espacios de mercado, con el fin de entender las posibilidades de los proyectos que llevamos adelante. Los espacios de MipTV y MipCom en Cannes son los mercados de contenidos más importantes, que existen desde hace cerca de 60 años. Es en asociación con MipTV (y, a mi entender, atendiendo a la evolución de los contenidos seriados, que empiezan a irse del espacio de televisión hacia un lugar más cinematográfico con la llegada de las plataformas) que se empieza a desarrollar Canneseries, que tiene las mismas característica que la mayoría de los festivales de cine, con la particularidad de estar enclavado en uno de los mercados de contenidos más importantes, donde confluyen distintos agentes de todas las instancias de la cadena de producción de contenidos”, historia Charlo.
“En cuanto a lo que significó, creo que tiene dos respuestas distintas. Por un lado, lo que significó en sí participar en el evento: la presentación ante el público, poder ver las reacciones, recibir los comentarios de colegas, que es una experiencia increíble; por otro lado, lo que significa potencialmente, que está más asociado a una cantidad de diálogos iniciados que pueden marcar el rumbo y definir la continuidad y la exhibición de la serie”, resume la productora, y aclara que, aunque por el momento es imposible dar una fecha o plataforma concreta, la idea es que pronto la serie pueda verse en Uruguay.