Lo primero que quiero decir, en esta época de enfrentamientos en las redes sociales y de polarizaciones absolutas, es que esta película no es ¿Quién engañó a Roger Rabbit?. Más allá de comparaciones obvias y de varios homenajes (que incluyen la mismísima presencia del conejo que protagonizó la maravillosa película de 1988), Chip y Dale: Al rescate tiene otras aspiraciones. Que, por lo menos a primera vista, parece que hubieran cumplido con éxito.

Aquellos que no vieron ¿Quién engañó a Roger Rabbit? deberían hacerlo. Descubrirán una comedia que mezcla actores con personajes animados y es una carta de amor tanto a los noir como a las animaciones de la Era de Oro de Hollywood. Una historia de redención para un pobre detective privado, que termina obligado a salvar la vida a un cartoon, que para él representan lo peor de la sociedad, ya que uno de ellos mató a su hermano. Sí, tiene un costado oscuro, pero también está repleto de gags que recuerdan a los Looney Tunes, a los primeros cortos de Disney y a la mente genial de Tex Avery.

Chip y Dale: Al rescate también es una carta de amor, pero no es una poesía sensible en la que cada palabra está puesta en el lugar correcto y forma una obra de arte (que sí lo es la película anterior). Es más bien un videoclip, que acumula cameos, aunque las nuevas generaciones ahora les llaman "referencias". Y para peor, los sitios de noticias que hacen cualquier cosa por un clic ya hicieron decenas de listículos (listas+artículos) sobre la presencia de tal o la aparición de cual. Claro que el tratamiento de la película una vez estrenada no debería influir en nuestro disfrute de ella, pero no vayan a pedirnos coherencia. Es también, y no hay que olvidar este detalle, un título estrenado directamente en plataformas.

La película es, al menos en lo que respecta a este espectador único e irrepetible, muy entretenida. Al igual que su antecesora, existe en un mundo en el que los seres de carne y hueso conviven con los cartoons, y los dibujos animados que vimos en nuestra infancia no son más que programas televisivos "actuados" por ellos. Por supuesto que la historia se centra en uno de ellos, muy popular cuando yo era chico, llamado Chip y Dale al rescate, pero que la muchachada ochentera siempre llamó Chip y Dale: Rescatadores, porque eso decía la canción de la presentación, una y otra vez.

Si Roger Rabbit era una estrella al momento de la aventura, aquí las dos ardillas son has-beens. Pasaron 30 años desde su estrellato en la televisión y la cancelación del programa (que, al igual que la película, puede verse en Disney+) separó a sus protagonistas. Uno buscó un empleo fijo pero aburrido, cual si fuera el padre de Los Increíbles, mientras que el otro sobrevive en el circuito de celebridades, después de haberse realizado una cirugía para ser un personaje en CGI, es decir, animado por computadora. Hay, por supuesto, un comentario acerca de la naturaleza de los regresos con o sin gloria, los reboots y las remakes. Pero esta metacomunicación funciona y es la cereza en el pastel que se estrella en nuestros rostros.

El hecho que une nuevamente al serio Chip y al bohemio Dale es una llamada de Monterrey Jack, viejo compañero de ambos en la ficción-dentro-de-la-ficción. El adicto al queso debe dinero a gente pesada y teme correr la misma suerte de otros personajes caídos en desgracia, que fueron secuestrados por una organización que (atención) los modifica para hacer versiones "piratas" de esas que se parecen a las originales, pero con diferencias suficientes para no sufrir el acoso de los abogados de Disney.

Obviamente, el amigo en común desaparece y las dos ardillas, que solamente jugaron a ser investigadores delante de la cámara, deberán resolver por primera vez un misterio de la vida real. Para eso, contarán con aliados, se toparán con villanos y aprenderán a trabajar juntas.

El guion es bastante ajustado, llevando a los personajes de un sitio al otro, avanzando la trama y decorando la acción con muchísimo humor. Gran parte de este humor estará basado en las referencias, en los personajes conocidos de nuestra o de otras infancias, que no solamente comparten el circuito de celebridades de Dale, sino que aparecen por aquí y por allá. Hablando de los abogados de Disney, hay que aplaudir el trabajo que hicieron para concretar las presencias de los cuatro o cinco personajes animados que la compañía todavía no absorbió.

En cuanto al tono, la mayoría del tiempo es familiar pero con un público objetivo adulto, que es quien aprecia más cada una de las referencias. Quizás lo único que parece un poco infantil de más es la policía fan de Chip y Dale al rescate que los ayuda en la investigación, interpretada por KiKi Layne. Su papel se sale un poco del registro general, que es nostálgico sin caer en el cinismo (¡por suerte!).

Un elemento fundamental del streaming es que podemos ver la película en su idioma original. Eso nos permite apreciar las voces de los comediantes y actores John Mulaney y Andy Samberg como Chip y Dale, respectivamente. Pero por allí también escucharemos a Will Arnett, JK Simmons, Seth Rogen como un personaje salido del uncanny valley de la animación (es decir, esos que no son ni humanos ni caricaturas y nuestro cerebro odia con fuerza) y el enorme Tim Robinson de I Think You Should Leave, prestando su voz a un personaje que nadie en su sano juicio pensó que vería en una película terminada. No digo más para que se sorprendan ustedes.

Sabiendo que está a nuestra disposición en una plataforma, Chip y Dale: Al rescate es un entretenimiento merecedor de una segunda visualización. No por la trama (ya quedó claro a qué película no se parece) sino por los gags y la metralleta de estrellas invitadas. No les digo que además vean la serie original, porque son 65 episodios y la vida es corta. En lugar de eso, vean Dinosaurios.

Chip y Dale: Al rescate. 98 minutos. En Disney+.