Pocas cosas son más difíciles de representar o más urgentes de reconocer que la depresión posparto, y de eso trata A Mouthful of Air. La película es una adaptación, hecha por la propia autora, de una novela de Amy Koppelman, que aquí debuta como directora. Sus temas son la maternidad y los problemas de salud mental de las mujeres, como puede verse también en I Smile Back, basada en otra novela de Koppelman, y que protagonizó Sarah Silverman como madre de dos hijos que luchan contra las adicciones.
Un respiro en la oscuridad está protagonizada por Amanda Seyfried en el papel de una mamá primeriza que sufre de depresión posparto. Y aunque parezca una de esas películas “difíciles de ver” (empieza con una advertencia de contenido para personas con antecedentes de depresión o ansiedad), tiene un abordaje lleno de sentimiento y empatía hacia una problemática que sufren muchas mujeres, pero de la que aún poco se habla.
Desde afuera, Julie Davis (Seyfried) parece esa madre cuya mera existencia hace que otras madres quieran disculparse con sus propios hijos. Su comprensivo esposo Ethan (Finn Wittrock) la adora y su trabajo como escritora de libros para niños demuestra una fuerte conexión con el universo infantil. Y si la película no estuviese ambientada en 1995, fácilmente Julie sería la mami más influyente en Instagram.
Sin embargo, no todo es lo que parece: luego de un evento traumático en su infancia, Julie lucha con pensamientos suicidas desde hace años y esos sentimientos se amplifican tras del nacimiento de su primer hijo. Tras un intento de autoeliminación, Julie empieza a tomar antidepresivos y recuperarse (con un nuevo embarazo y mudanza incluidas) pero su mente está plagada de dudas y una vergüenza internalizada; y el miedo a sí misma ante su nuevo embarazo volverá a desatar las turbulencias.
La película logra plasmar de manera desgarradora lo silencioso de la depresión posparto y cómo una mamá, a pesar de amar profundamente a sus hijos, puede llegar a una desperación tal de pensar en el suicidio como única alternativa (es reveladora la escena en que ella intenta quitarse la vida pero aún así deja la puerta del baño entreabierta para cuidar de su hijo). Y también la reacción de su familia: le pierden la confianza, no la dejan sola con su hijo y dudan de sus capacidades como madre, lo que hace que se invisibilice su depresión y sólo se focalicen en si es capaz de cuidar o no a su bebé.
La culpa se instala de manera inamovible en Julie y ella se autointerpela constantemente como madre, sintiéndose débil y frágil. Uno de los aspectos más fuertes de la película es ese retrato sombrío de la enfermedad mental (algo por lo que la novela fue muy elogiada) y de cómo la depresión siembra en las personas que la padecen esa sensación de que ninguna posible felicidad alcanzará para combatirla; ni siquiera la llegada de un hijo.
Amanda Seyfried nos da una actuación conmovedora, transmitiendo de manera efectiva una atmósfera de intranquilidad y tensión mientras pelea contra sus propios demonios. Interpreta brillantemente a una mujer que parece amar la vida y a su familia pero que simplemente no puede superar una enfermedad con la que lucha constantemente y que su maternidad ha profundizado.
Nos muestra que aún permanecen muchas creencias dañinas en torno a la maternidad, como considerar que una mujer sólo está realizada si es madre y que luego de eso llega la felicidad absoluta. Un respiro en la oscuridad es innegablemente triste pero le da un corazón real a las enfermedades mentales y sobre todo a la depresión posparto, tan poco considerada.
Un respiro en la oscuridad, de Amy Koppelman. 105 minutos. En HBO Max.