“El drama es el lazo en el que atraparé la conciencia del rey”, dice el príncipe Hamlet en la tragedia que lleva su nombre, desnudando Shakespeare así los mecanismos del arte para aludir a la vida. La experiencia juvenil de asistir a una proyección de Expreso de medianoche (Alan Parker, 1978) se imprime en Iván Solarich a tal punto que lo acompaña hasta hoy, a sus 62 años. Lo impactan la historia y su adaptación; el diálogo de sordos entre lo real y lo ficcional, descubrirá años más tarde, entre los hechos tal cual fueron y las necesidades de un relato.

Esa tensión es uno de los hilos que tiende en el unipersonal No hay flores en Estambul, que por cuarta temporada, esta vez en un sitio fuera de circuito aunque con suficiente encanto, como es Fábrica de Paisaje. Lo dirige su hijo Mariano, con lo que acrecienta los posibles indicios especulares entre protagonista e intérprete.

Cuando estrenó esta obra Solarich, Florencio 2018 a mejor actuación en unipersonal, confesaba no saber que cuando concibió la obra “estaría transitando el procedimiento dramatúrgico de la autoficción”. “La necesidad de narrar ciertas zonas de experiencias lindantes con el dolor y simultáneamente la esperanza me dieron la autosuficiencia para encarar la labor de escritor. Y siempre digo en broma y también en serio que como me premiaron rápidamente, entonces me creí dramaturgo. Pero tengo claro que soy un actor que escribe. Que hasta ahora, además, escribe para sí mismo”, dijo entonces.

Unos pocos apuntes personales se cuelan entre las escenas clave de la película, que el actor replica con esmero de fanático, mientras el infausto devenir de su colega Brad Davis y las idas y vueltas del guionista Oliver Stone son expuestas a su tiempo. Las botas curtidas del preso ceden el protagonismo al saco sport de Stone cuando el libreto lo requiere, y Solarich imposta voces, ritmos y discursos en el afán de deslindar la verdad de los hechos de su efectismo.

Se conozca o no el título original, la épica del caso –un condenado por querer pasar hachís en la frontera turca y su posterior huida– llega a través de la música incidental y de parlamentos que son sentencias que perduran en su esencia: que la tortura reúne al niño y al animal, que la soledad es como un dolor físico que recorre todo el cuerpo y que la medida de la justicia es la piedad. Los foros con invitados especiales después de la función brindan una oportunidad de cotejar impresiones con la pequeña platea que se traslada los viernes hasta la sala del barrio Goes.

No hay flores en Estambul, con dramaturgia y actuación de Iván Solarich y dirección de Mariano Solarich va en Fábrica de Paisaje (Porongos 2623 esquina Rivadavia) los viernes a las 20.30. Reservas: [email protected] y 094 840 443. Entrada al sobre.


Primer Festival de Impro de Paysandú

Sábado y domingo se realizará el Primer Festival de Impro de Paysandú, en el marco de la celebración de los 25 años de la compañía Imaginateatro, responsable de organizarlo. Reúne a referentes de la improvisación de Argentina y Uruguay, quienes durante el fin de semana presentarán cuatro funciones y completarán cuatro talleres sobre el género. Las funciones tendrán lugar en el Espacio Cultural Gobbi y los talleres en Espacio Imagina.

Las entradas cuestan $ 300 por día y se pueden adquirir en El Prisma de Lunares - Libros (18 de Julio 876). También se pueden reservar por Whatsapp al 099 964 596.