Desde el loft

El Galpón prepara para la semana próxima el estreno o, si se quiere, la reposición de El prisionero de la Segunda Avenida, un clásico contemporáneo de Neil Simon con dirección, una vez más, de Jorge Denevi, que transitó este autor y esta comedia en más de una oportunidad, y vuelve a montarla, como en 2007, con Héctor Guido en el papel protagónico.

Estrenada en Broadway en 1971, la historia de Mel, un hombre atrapado en sus propios logros personales, obedeciendo a una sociedad de consumo que le quita más que el propio estatus que le promete, parece mantener vigencia como para una nueva puesta en escena. Hace cinco años, desde que planteó Farsa en el dormitorio, de su inglés preferido, Alan Ayckbourn, que Denevi no comandaba al elenco galponero. Habrá que esperar al sábado 9 de julio para corroborar, de la mano del corrosivo humor de Simon, aquella máxima ricotera que reza “el lujo es vulgaridad”.

Para ir reservando localidades conviene saber que la boletería abre de martes a sábado de 18.00 a 21.00 y el domingo de 17.00 a 19.00.

Constancia y aguaceros

“¡Perdí los papeles! Sí, perdí la conferencia. Pido disculpas. Perder los papeles es perder la compostura. No sé qué me sucede; mi vida entera gira en torno al orden. Clasifico una biblioteca y, sin embargo, se me escapan las cosas. Seguiré adelante, puedo hacerlo. Las mejores conferencias son improvisadas. Para leer, podemos traer a un notario. Leer es una actividad mecánica. Puede ser cumplida por un autómata, un autómata ilustrado, eso sí”. Con ese comienzo, en Conferencia sobre la lluvia el mexicano Juan Villoro dinamita y aborda un formato supuestamente expositivo, con unos códigos que la dramaturgia suele tomar para ejercer el juego de desdoblar lo previsible.

En este monólogo Eduardo Cervieri vuelve a dirigir a Carlos Rodríguez y se repite entonces una dupla que dio elogiados resultados, como la premiada y largamente repuesta Cabrerita. En este caso la charla, que en principio iba a ser sobre la poesía amorosa y la lluvia, lleva al nervioso orador a defenderse como puede: a hablar de sí mismo y a citar a aquellos poetas que cambiaron sus versos según el clima.

Las funciones continúan los viernes de julio a las 21.00 en Teatro del Notariado (Guayabos 1729) con entradas a $ 490 en boletería y en Redtickets.

Horror vacui

Hay una especie de recordatorio de finitud o de sinsentido en el teatro absurdo de Eugène Ionesco que le devuelve algo básico al trabajo del actor: una comunicación profunda con su tarea de sacudir. En la saludable revisita que periódicamente la cartelera montevideana hace del autor rumano-francés actualmente es posible ver su tercera pieza, Las sillas, una farsa trágica escrita en 1952, esta vez en versión y dirección de la inquieta Laila Reyes, con un elenco integrado por Suka Acosta y Sergio Chaparro, herederos y con el recuerdo vívido de la puesta que hiciera Teatro Uno en la década de 1980, con Bebe Cerminara en la batuta y Elena Zuasti y Alberto Restuccia en las actuaciones.

La historia, como es habitual en Ionesco, versa sobre seres desamparados en un extraño no lugar, en un tiempo indefinido para brindar un discurso frente a una platea imaginaria. Son aquí “dos viejos que viven aislados hace una eternidad, y que en la fecha recibirán visitas por primera vez en muchísimo tiempo, se disponen a compartir con ellas, como representantes de la humanidad, un muy importante mensaje sobre el que han trabajado miles de horas”.

Las sillas va los viernes y sábados a las 21.00 en el teatro del Museo Torres García (Sarandí 683) con entradas a $ 440 (2x1 para Comunidad la diaria). Reservas al 098 329 249.