Todos tuvimos algún compañero o compañera de liceo que se daba maña para el dibujo. Que decoraba los apuntes en su cuadernola con toda clase de iconografía, más tierna o más rockera. Pero había un tercer tipo de artista, cuya pasión era el gore y que era capaz de cubrir páginas enteras con escenas violentas en las que sobraban las tripas y la sangre.

Imaginemos que tres de estos dibujantes crecen, se conocen y deciden crear una serie animada en la que sus garabatos en lapicera sobre papel con renglones cobran vida. Algo así hicieron Christy Karacas, Stephen Warbrick y Ben Gruber cuando crearon Superjail! en 2008. Después de varios amagues, HBO Max lo agregó a su catálogo, así que podemos consumir píldoras de 11 minutos que contienen un entretenimiento hiperviolento, delirante, colorinchudo e hiperviolento (¿ya dije hiperviolento?).

La historia no es más que una excusa para presentar, al menos una vez por episodio, una escena de matanza en la que mueren decenas y decenas de personas de las formas más crueles. Todo transcurre en una cárcel muy especial, una supercárcel que combina la oscuridad de aquella maravillosa serie llamada Oz (que inexplicablemente no está disponible en plataformas) con la locura infantil de Willy Wonka, aunque aquí, en lugar de acumular chocolate, acumulan asesinos y violadores.

Al frente de esta fábrica del horror está el alcalde, un adulto con actitudes de niño que siempre está dispuesto a innovar en su establecimiento para beneficio de los presos, pero que solamente les aumenta el riesgo de vida. Un día puede tener la idea de organizar una carrera de autos al mejor estilo de Meteoro, otra vez puede exhibir películas o darles computadoras para que se relajen. Ninguna de las ideas evita las escenas de masacre, en las que decenas y decenas de reclusos mueren en forma muy, muy gráfica. Y, al menos para este reseñador, en forma muy divertida.

El resto del elenco colabora con su cuota de locura. Jared, el contador y asistente, tiene una personalidad adictiva y suele recaer en alguno de los consumos que dice haber superado desde hace años. Alice es la carcelera, una trans que camina en la cuerda floja del humor, pero que en la mayoría absoluta de los casos es partícipe de los chistes y no víctima. El alcalde está perdidamente enamorado de ella. Hay un robot que en los primeros minutos de cada episodio captura al mismo fugitivo, que luego escapa para volver a hacer de las suyas. Por último, hay dos gemelos extraterrestres que aparecen y desaparecen a piacere y son todavía más absurdos que el resto.

La acción, trepidante e imparable, transcurre en alguno de los tantos salones imposibles de la gigantesca estructura, o en el patio, o en donde lo dicte el guion. Hacer un mapa de la superprisión es mucho más complejo que hacer un mapa de la casa de los Simpson. Durante la primera temporada lo que manda es el zafarrancho final, y la historia queda en un segundo plano. A partir de la siguiente temporada se introducen pequeños arcos, como una prisión femenina enemiga, y la animación deja de ser desprolija para volverse flexible, como las de principio del siglo pasado. En lo personal me quedo con la desprolijidad inicial, pero a lo largo de los 37 episodios (incluyendo el piloto) nunca falla en la misión de entretener con explosiones, derretimientos y decapitaciones. Y sin importar el estilo de animación, siempre es una serie en la que quien pestañea pierde.

Cada tanto se cuela algún episodio emotivo, como el de la niña que es adoptada por los presos, o la celebración de una boda entre dos de los reclusos que tienen la suerte de zafar de cada una de las masacres. Mientras tanto habrá referencias a la cienciología, a los GI Joe, y aventuras que involucran la miniaturización, la ventriloquía o la venta de órganos. Y pese a que se agregan personajes como Lord Stingray (un supervillano de manual), los episodios pueden ser vistos en cualquier orden con el mismo resultado positivo.

Superjail!, por si no quedó claro, no es una serie para todos los públicos. Su objetivo no es espantar, sino entretener a aquellos que no se espantan tan fácilmente. No busca promover discusiones filosóficas, sino presentar nuevas y variadas formas en las que un cuerpo puede ser masacrado. ¿Cómo le dieron luz verde a este proyecto? No lo imagino. ¿Cuánto tiempo permanecerá antes de que una Liga de Personas Anticuadas haga una campaña para eliminarlo? Nadie lo sabe. Yo aprovecharía a disfrutar de esta serie cuanto antes, porque se me ocurren muy pocos títulos que caminen por la cuerda floja más que este.

Superjail!, un piloto y 36 episodios de 11 minutos. En HBO Max.